Bajo este mismo cielo que nos cobija, la luna fulgura radiante, paseando así, enigmática, su tan especial compañía, por cada rincón del paisaje y el alma… por los pliegues de lechos y de las rosas, por la memoria e imágenes a media luz.
Como nauta obcecado, he atravesado una a una sus fases, en todos los lugares, con y sin ella, más, con apasionado delirio la he sentido, en la seductora profundidad de tus cafés pupilas, pretendiendo disfrutar dos enigmáticas bellezas en una sola mirada.
Que ¿si he visto a nuestra cenicienta?, sí, la patrullo y aguardo, ella es el mágico toque, conque mi vida, sella cada día y su noche, con nuevos motivos para soñar y volar, a colisionar los ramalazos de luz del alba y disparar más esperanzas e ilusiones…
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