Resmas de hojas en blanco ante mis ojos, Se alzan sin vida formando rumas de olvido, Cartas que no se escribieron, ahogadas en el silencio del hablar bajito, para mí mismo.
Si, a veces hablo de ti y para que nadie me escuche Mentalmente río, como si estuvieras conmigo Porque te encuentro en cada rincón de mi alcoba Y en la pared donde tu retrato cuelga silente.
Allí puedo sentir tus palabras llamándome: ¡amorcito! Con esa tonada particular que de tu tierra trajiste, Nada quiere cambiar mi memoria, nada; ni siquiera Las cobijas de seda de lo que fue nuestro lecho.
Acariciando esas sedas todavía puedo sentir, El temblor de tu cuerpo al rozar con mis manos Y me aferro a la almohada por el aroma que dejaste Impregnado, al posar tus cabellos en ella.
Delalma 26/06/2020
|