Dos grandes esmeraldas son tus ojos, Joyas en faro de luz encendidos, Donde mi alma se posa dormida De su vuelo, opiáceo y rutilante.
Son tus verdes mares que mi barca Embelesan, y sigo en la tormenta Tus cantos de sirena, esperando hallar La calma, en lo frágil de tu puerto.
Pasada la tormenta de agobios y pesares, Me adentro ya en tus valles y colinas, Aparto con malicia, la yerba de tu monte Y bebo del puquial que de tus muslos nace.
Portentosas melodías brotan de tus senos Y un creciente río de estertores, parte de Tus grandes ojos verdes hasta el centro De tu vientre, a una final pequeña muerte.
Al cabo me doy cuenta que mi barca Halló puerto seguro, ya no hay manera Que el azar vuelva a jugar con mi destino, Pues necesitaba paz y me la regalas tú.
Delalma 06/06/2020
|