Más de una vez he llegado a imaginar, que el tiempo, ese inefable, se ensaña, con algún extraño juego con nosotros, quizás como aquellos iconos griegos: Cronos y Kairos, que siendo uno mismo, no siempre conseguían mismos rumbos.
Nauta de mi destino, pretendo empeñar, si fuera preciso, el resto de mis días, para nunca más, tener que abstraer tu presencia, tu voz, todas las sensaciones alucinantes que provocas y que hacen de cada instante y espacios, el mágico mundo por el que vivo.
Entonces mientras se enredan ausencias, con los espacios exactos, únicos, tangibles, que los provocamos y disfrutamos juntos… no cuentan, no pueden contar: distancias, la tortuosa espera, la terrible nostalgia, ¡no! ¡Nuestro amor es más fuerte, es atemporal!
|