Voy a narrar lo que es un paria,
junto a la estrofa que no ignora
esa metáfora que mora
en su victoria extraordinaria.

Al ave audaz voy a explicar,
de carne viva en su espolón,
de talla y voz aguardentosas.
Voy, sin licencia, a aniquilar
el verso chirle y cicerón
en nueve sílabas leprosas.

Siempre un vallado le erigió
al revolcón que está al acecho
de todo atuendo de etiqueta.
Mas ayer, en bestial punzó
devino un glóbulo maltrecho
con la feromonal saeta.

Y así sintió lo inconcebible
de concebir un cielo azul
en la ramera bajo el tul,
y un cuchitril de combustible.

Hoy luce el barro en sendas alas.
Es como el ave en las barrancas,
febril, sin más que un negro nido.
Dispara el sexo sus bengalas
y es almizcle montado en ancas
de un vendaval enardecido.

Ahora repta en un guijarro,
pedrusco que es su mundo ignoto.
Es un cero feliz y roto,
y Nikki el ángel más bizarro.