Con tu siempre provocativa y osada cercanía, fue inevitable el secular nerviosismo… la nueva siembra de mariposas en el vientre, mis miembros y lenguaje en total paroxismo, y otra vez invadiendo mi ser esa sed demente de tus besos, de tu piel, de tus parajes todos.
¿Cómo resistir la presencia de tus delicias… cómo ignorar el éxtasis y delirios avivados, cómo podría mi vida, dejar de ser vida sin ti? Y porque es imposible… reclamo mi derecho, a amarte, ser felices, construir nuestro destino, a ser juntos un volcán de sensaciones y amor.
Había que romper el reloj de arena y apagar… ojalá pudiera apagar el sol o detener la tierra, para amarnos sin tiempo, sin formas ni modales, ciñendo con pasión la irreverencia y el derroche, de sentirte, de recorrerte, de saberte mi ama y entregarte mis fuerzas por el resto de mi vida.
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