VIEJA AGUANIEVE (Dadaista)
Corre con los párpados del viento acorralando al ojo sediento en los árboles sudorosos y asustados desnudando la noche que se filtra en los sueños ahogados con lluvia masticando los collares del humo en la primer esquina indiscreta un pirata afeita sus estrellas con el aceite impostor de artimañas.
Todo el ruido dibuja esa sombra del hielo nervioso anudando el insomnio de la seda en los dedos crudos fumando la seguridad sin zapatos desenterrando la nostalgia yerta intérprete inexperto del placer volátil como el camino come unas sandalias a lo lejos y desgrana el trigo un pan que huye gracioso sonriendo pensativo en los bolsillos del cadáver.
Un puente pinta escaleras y el miedo mira amarillo la espuma no sin antes fabricar esperanzas al hueso condecorado con pañuelos desenfrenados aterciopelando cada latido picudo en la entrada triangular ilusionada con la humedad del polvo seductor de las guadañas ideales donde el nido alimenta cada luz distraído entre la mata y la meta se mete animoso el botón y acompaña los pliegues erectos del suspiro al despernancar el tornillo ensanchando el jarrón bajo la mesa sin hambre y la falda de un volcán con la adustez desabrida opulenta en el sillón.
Y luego se queja con el único fin de ser ignorada la espina estrangulada por sus pálidos reflejos en la falda que sostiene la cerradura sin esperar carne nueva en el mero juego de la cercanía perdida del escarabajo en traje antiguo como el mar se agita entre las olas voluptuosas del impulso congelado en la arena y coloca la espalda en las nubes cargando lácteos recuerdos a los relojes en la unidad del precipicio tan tibio en el pasado con su azul pudibundez.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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