Otra vez la ciudad machacando sobre el yunque de los días. Te miro, y una intención estelar se extiende sobre el tapiz vespertino de sexo imaginario que yergo.
Si fuese plomo, hambre, un aire acre, sagrada sangre lo que nos amordaza en las horas que se tornan absurdas, si fuese un velamen raído en medio del arrecife, un coral de plenilunio sobre tus pechos, si quisieran todas aquellas otras, las aves moribundas de mi pasado lograr trocar honor por falsía, amor por rencor infinito, si fuese una cohesión astral en el agujero negro de todas ellas, un resquemor de alas rotas sobre la piedra, un temblor de moribundo uniforme de guerra, una aberrante palabra dentro de un poema henchido innecesariamente, o gatos en celo, heridos por el filo de una reja al saltarla descaradamente, si fueran esas frentes que de perlas saben mucho y poco de perlados sudores, esas manos encallecidas de contar billetes, si fueran las máquinas de hacer comidas hediondas por toneladas, los pies escaldados de caminar el camino de los amigos corruptos que no se quieren abandonar por esa pueril historia en común, si los dioses de tus cabellos supieran cantar a media voz lo que yo canto en el duchador, si el duchador hablara del uso que le das, si me contara lo que no puedo elucidar detrás de tus párpados cuando sueñan, si tus sueños me devoraran finalmente todo el bagaje que llevo y que no me deja acercarme con firmeza… todo eso y alguna que otra cosa que me olvido. ¡Quién entiende a las mujeres!
©Gustavo Larsen, 12/02/2016
Da gusto de tanto en tanto escribir sin pensar, y que salga lo que salga.
|