MDQ III

Fecha  7-11-2016 16:13:49 Tema:  Poemas
Nunca acaricié por entonces en serio tus vestidos.
Ciudad, del rostro duro y los familiares labios,
caderas de sal,
mujer que te me dormías
luego de haberme vencido.
Ya no cabe esa sorpresa
de que hayas sido barca varada en mi carne.
La nave encallada
no era tu viaje frustrado por mi cuerpo;
era mi cuerpo mismo.

Hoy sólo un vidrio de recuerdos
me separa del viento de tus velas.
Verte siempre dulce y amarga a la vez,
ofreciéndome todas las arenas de la vida temblando.
¡Qué importa que mi cabeza olvide
lo que los sentidos recuerdan!

Nada tuyo es de nadie más ahora.
Todo es mío en este momento.
Desde lejos, en silencio fui voyeur
de todos los defectos que te enumero.
Es que el verbo siempre yació inmóvil
frente al delirio de tus ojos verdes.

©Gustavo Larsen, 07/11/2016

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