Es donde la altivez de la muerte concibe su puñal de espanto, donde el miedo escribe la ancestral súplica y sus fauces babean espumas heladas. La cordillera dejó unos pies enfermos muriendo dentro de él. Nunca habrá una flor o una calandria. Nunca un allegro, siempre un responso. Nunca una sal que presagie el tenor de un amanecer y sus cuerdas fucsias. Y aunque las mismas pecas de luz nos cubran a los dos esta noche, yo no soy el ballenero y su desgarro, la insolencia de su vida. Todo es agua de veranos invernales e inviernos indecibles. Tiempo y latitud convertidos en una espada de hielo. Aquí nació el ruego irrepetible de este pueblo de hijos primigenios pringados. Aquí yacen todas sus esperanzas ahogadas dentro de un témpano. Aquí y por siempre, lo único que también existe es este innombrable vórtice meridional.
©Gustavo Larsen, 25/12/2015 [img align=center width=425]http://cleangreengems.com/bounty/images/capehorn.jpg[/img]
“Bounty alrededor de Hornos” es un óleo de John Hagan.
Solamente en el siglo XIX, se estima que unas cincuenta y tres embarcaciones de importante calado naufragaron intentando conectar los dos grandes océanos (Fuente: Profesora María Cristina Morandi, del Servicio Hidrográfico Naval Argentino). Por el cabo de Hornos pasa la denominada Corriente Circumpolar Antártica, que es la más ponderosa del planeta: transporta, de oeste a este, de cien a ciento cincuenta millones de metros cúbicos por segundo (Fuente: Barker, P. F., y colaboradores, Topical Studies in Oceanography 54 (21): 2388–2398), algo así como unos seiscientos ríos Amazonas.
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