Ciudad, del rutilante silencio, el de la avenida que vocifera sin rumbo. ¿Qué muchedumbre de frentes perdidas es la genuflexión de tus vergüenzas? ¿Qué torrentes de ideales enmudecen por el arco tenso de tus rompientes? ¡Tantas almas se siguen extinguiendo frente tus estatuas verdes y tus años!
Ciudad, secos y duros tus huesos, metales innobles, madre de gases inconcebibles. Ciudad, que tus vástagos escondan sus buenas palabras, sus redes, sus libros, sus calvarios y sus yunques, sus mejores flores carnales y que ignoren un nuevo pájaro perdido.
Rechazada, otra Sudestada se estrella en el ala de un edificio. Su grito es el grito de otro otoño anciano. Y el invierno nos nace sordomudo, entre la bruma y los rostros moribundos.
Ciudad, de furiosas algas en el lomo de una ola. Una corriente nos trae otro desprecio, desde el centro de Puerto Stanley. Y me arde sentir el pulso de tus nieblas tristes, tu sangre salobre en su eterno sarcasmo. ¿Qué ruego cabe en tu pecho de arenas negras? ¿Qué soles juntarán tus cenizas en los acantilados?
©Gustavo Larsen, 18/12/2015 [img align=center width=425]http://1.bp.blogspot.com/_fi6tdNv4DLM/RtBYbJR-DUI/AAAAAAAAADU/fPdDGVkHsBU/S660/3.jpg[/img]
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