Te extraño en esta noche inquieta cuando la tentación se apodera de mi mente; en el pensamiento arropo toda tu figura con llamas saliendo del interior de mis dedos, devorando tu piel inocente… ¡Tu piel tan tersa!
La pasión luce extremadamente perversa; ansioso dentro de ese romance me enredo aprovechando las sombras de la noche oscura para arrojar dentro de ti este deseo imponente; alterando tu ansia inmóvil… Demasiado quieta.
Te extraño en el desespero de mi gris desvelo, en la turbada obsesión rondando te espero; el tiempo ha pasado… ¡Y tú no apareces! Mi alma asustada llena de temores le pide a la brisa llegue con tu aroma para asegurarlo dentro del pañuelo. Aquí estoy parado como un escudero mirando a la aurora cuando ya amanece; respiro nervioso una lluvia de olores y veo a tu ausencia quien sola se asoma.
Te extraño; ¡cómo no pensar en tus ardientes besos! Esos besos dejando en mis labios sabor a cerezo. Intensa pasión, mina de mis sueños, me socaba el alma mientras voy durmiendo. Durante ese tiempo abordan sucesos; ¡son tantos recuerdos!... Impresionado desfallezco sin entender como un corazón tan pequeño -así como el tuyo-, pudo ir poniendo dentro de mi alma todos estos excesos.
Extraño tu voz -ese raro sonido me enloquece, me tiene turbado-, es un arrullo salido de un cántico celestial cuando los ángeles susurran; exquisita melodía atraviesa veloz los sentidos; y adentrándose a mi cuerpo aparece ese sentimiento jamás ocultado. ¡Te extraño tanto! Sería brutal no seguir esperando...
Julio Medina 17 de enero del 2015
|