Dentro de un silbido holgado del viento, susurra metido en un lánguido arrullo tu silencio despierto.
Escucho murmullos rondando los labios… Un lamento escapado a voz de concierto derrama las lágrimas que van escarbando en las mejillas el sembradío triste, y estremecen en la memoria el sentimiento trazado a flor de pintalabios; inmisericorde coloreo al corazón maquilla.
Percibo el sonido peculiar de una alusión recitando la tragedia de la historia, realizada desde un embalaje adonde a tiempo se guarda para recordar; haciéndose posible esta amarga canturía que resulta siendo ofrecida en la intención obstinada de ocupar el espacio del olvido.
Ya el murmullo veloz avanza… ¡Cuchicheo ese sin destinación! Son tantas orejas pendientes, ansiosas por oír el gemido que lanza la simiente afectiva cuando sale del herido corazón; para luego irse a calumniarla.
Julio Medina 14 de octubre del 2014
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