Mala vibra que me asecha para meterse a mi cabeza. ¡Cuánto cuidado tiene ese hilo, es la atadura que me echa hacia una nube polvorienta, reventando cuando el agujero empieza!
Ya el hueco negro mi sombra tiene atrapada en el reflejo moribundo, succionándola muy adentro de su garganta, a cada segundo que la luz a liberarla viene.
En el tendido suspendido está la otra parte de mi rostro, afónico, cruzando el horizonte ido, mientras en la negrura me arrastro.
Sin destino final hago este viaje, escrutando esta opacidad oculta, que me chupa, me traga y me lleva hasta su infinito paraje en donde escapar no resulta; sigo con mi sombra vagando continuo en este surco oscurecido tratando, tratando…
Julio Medina 1 de octubre del 2014
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