Sobria coraza
Callada la vieja soledad salió de viaje por la esquina de un recuerdo desnudo el frío ¡Desnudó su calor! En el suplicio de una sonrisa ¡Sin color vestida! Cuando el cristal intentaba ser aire.
Pero sobre todo, por ser inmaculado el tiempo lento, al que nadie acompaña con sus riesgos, de anaranjado letargo sin sentido, en los minutos más grandes, y en los segundos que llegan primero, al explosivo fondo de la superficie, que se despega del perfume, del último día del último sueño, del despertar que no se recuerda, ni se recorta, ni se deja escondido bajo la almohada.
Pues la imagen se palpa erecta sin ser forzada por el fuego dulce ardiente licor de la circunstancia súbita con el aliento del verbo falso en el amor de seda y metálica vereda de cortezas como pieles de emociones de visiones como mieles de consuelos ¡Ingrávidos, inasibles, armoniosos!. Con La Sobria Coraza Esmerilada... En el bosque sembrado de ventanas, con la puerta que hiere a los peñascos de nostalgia, y guarda los rencores bajo el zapato, que da sus ojos y limosnas a la calle muerta, donde se quiebra el estilo del reflejo con el tibio torbellino del destino inclemente.
Sobreabundante palpita, sobrecogedores latidos, sobrenadando cubierto.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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