El aroma a plata harta al buche de guano, adentro la arteria aguarda y relama estando ataviada igual a una dama, fiada al arrullo noble de un cristiano.
¡Pan, pan canterito se rompen los bolsillos, y le duele más al rico! ¿Puede una oruga con grandes colmillos entrar a un ojal y morder a un perico?
La casa de trapos abotonados se mantuvo seca en la tormenta, mientras en el palacio dorado una voz de piedra lamenta.
Ahí van huyendo los coches modernos escondiendo el lujo entre las patas, abriendo bien grandes los ojos del cuaderno los verás almacenando corbatas.
¿Por qué chillan igual a una corredera? -La verdad nada les importa-, ellos se comen la mejor madera, mientras tú y yo, abastecidos con torta…
Julio Medina 18 de junio del 2014
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