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Padezco de triviales amores pegoteados a la fuerza entre sí. Como hombre amigo del canino, fui domesticado por dos gatos. Preservo menos retratos marrones que memorias paquidérmicas. Me atrae el misterio de la esquina bravucona y el museo con su superávit obsceno de huesos. En casa, libros y mancuernas se miran de soslayo, revelándose desprecios ancestrales. Y el tango y el heavy metal se ríen. ¿Quiénes son acaso, los verdaderos monarcas de la poesía y el acero en esos dominios? Nunca explicaría la comba romántica y asesina de Roberto Carlos con la ayuda de Sir Isaac Newton.
Revoltijos de la vida, nunca zancadillas, cambalache hechicero sobre el cual fui construyédome.
©Gustavo Larsen, 28/03/2014
Solamente en San Telmo, Buenos Aires, puede apreciarse una orquesta de tango con un varón desinflando un "fueye" y vistiendo una remera de Motörhead.
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