Álgida almohada ajada sobre la cama desierta extraña a quien se despierta afuera en la madrugada. La sábana abandonada, carente el fiero calor, doblada por el dolor dejado por esa espina cuando estabas en la esquina en los brazos de otro amor.
En la alcoba solitaria las noches parecen largas, las fantasías amargas se aparecen voluntarias. Como regla involuntaria dormir no ha podido ser, llegado el amanecer y la cama está igualita fuiste a quedarte ahorita en brazos de otro querer.
Te pago con la moneda la misma desembolsada, estuve hasta la alborada con otra entre la arboleda. Mi forma de actuar remeda tu golpe devastador, no temo ser vengador después de lo que me hiciste, engañándome corriste a los brazos de otro amor.
Julio Medina 15 de marzo del 2014
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