Me muero por verte
desnudo de cristales, reflejo mío,
lejos de los ojos que se ensañaron contigo
y que alguna vez calor me brindaron,
por ser tú a quien las críticas no le quemaban.

Y fantaseo que tus bordes plateados
deberían ser más maleables que un hueso
sobre las convexidades del capricho ajeno.

De este lado del espacio, eres luz
mientras yo soy el ancla carnal
que te trae de golpe al mundo.
No podemos vernos tal cual somos,
jugando al mimo absurdo del otro.

Quiero entenderte, sin reservas.
Tomar la esencia de tu lumbre
y enterrarte entre mi sombra,
porque en ella es que acarreo
todo lo que nunca he proyectado.

©Gustavo Larsen, 09/03/2014