No busques dejar caricias sobre su rostro.
Hasta la mano más firme
ella la creería ser una nube frágil.
No le murmures tus deseos al oído.
A tus palabras las ahogaría
como una tormenta al descampado.
No bebas del arroyo, no degustes.
Serías de ella si dejaras que primero te fulmine.
Tuya será la prudencia de la distancia,
no su amor, amor de siete cabezas en llamas.
No quiebres la paz de tus aguas mansas.
Quiérela inalcanzable,
indomable como una leona que ni te mira.

©Gustavo Larsen, 01/03/2014

Todos los hombres heterosexuales en algún momento en la vida, dicho sea respetuosamente, "déjenme de joder si me dicen que no es cierto", hemos tenido que lidiar con las degracias de codiciar una mujer inalcanzable. De eso se trata esto.