Claro sucedió...
Pasada la tormenta llovieron sus ojos las sequías en las hojas horas y horas orando pues la humedad era sueño perdido peldaño a peldaño por omitir emitir el decir...
Haz del paso la pasta como aro de luz apoyándose en un bastón arando en la retina, que no merecería la pena ni la pana, del pan del panal pues suprimida esta ventaja y aún cerradas todas las puertas lograrían escapar las ventanas las lágrimas de arena la tormenta desierta decena de ayunos que velan su balsa de mejillas sin aptitud para esta actitud...
¿Acaso acusa el que se excusa? ¿Acaso el excluido es incluido?
La tormenta transita bajo el suelo, ya caminando el camino sin regreso, ya el pasado pesa, preso, el presente. ¡Qué nunca fue, ni llegó, igual al irse sin serlo!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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