¡Fulana, anda mujer que cada vez que te miro no encuentro que más hacer, cuando me ves con esos ojos de zafiro!
Tu imagen se quedó conmigo me la llevé hasta mi casa, y allí pensando en ti sigo, ni cuento el tiempo que pasa.
Fueron un par de segundos de un saludo tan fugaz, los que cambiaron mi mundo de manera perspicaz.
Y te metiste en mi mente y no te quise sacar, y es de ti precisamente de quien me acabo de enamorar.
Ansioso de que llegue mañana para de nuevo volverte a ver, despertaste el amor, Fulana ése que quiero tener.
Entre el gentío hoy busco la mirada que me inquieta, y cuando te veo me luzco. ¡Ay Fulana, sé discreta!
Me olvidé de María y de Ana de Luisa y de Carmencita, porque contigo, Fulana la dicha se hace infinita.
Julio Medina 27 de enero del 2014
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