Si distinguiese luz mi difuso alegato. Si como en nieve impulsara su trineo en culto como ameno, amén sintético, ágil desplazamiento de vívido relato. Si lograra acertar del insensato confuso mapa austral de mi ajetreo, (que admito yo infeliz, afín poético) su retórico juicio y rumbo exacto que apunte con criterio y tino claros, sin duda, tú, me leerías con anhelo.
Pero no: me disperso, me distraigo. Contienden entre sí mis perros épicos y se desbandan obtusos cual arteros, dejándome en lo intrínseco varado, trizando hielo tentando pescar ‘algo’ que jamás logro a pesar de mi desvelo. Y torno con el único motivo, mi consuelo, de atesorar al fondo de mi iglú letárgico, cual complemento literario y mágico, las esplendencias del cantar ajeno.
|