En ese zoo, mamá canguro Mariana
un triste día le dijo a su hijo Barcino:
“Huérfana quedó Tina, la bebé rino.
¡ Tendrás bella y fornida hermana !”

Tina y Barcino eran el par más dispar:
Barcino aprendió a chapotear el barro.
Mamá Mariana lo aseaba en un tarro
y a Tina en la enorme piscina al nadar.

Tina copió de Barcino su alegre brincar.
Pero un día, avisó el cuidador Zamarro
“Yo al rino que loco brinca, lo amarro!”
Muy triste Tina hubo un mar de llorar.

Mas en el zoo, ella asustaba a la gente;
a veces un niño gritaba: “¡ Terremoto !”.
Y si jugaba rayuela, “¡ Al cielo reboto !”,
siempre cantaba en el Nueve sonriente.

Así el llanto de Tina colmó el zoológico,
ya el barro brotaba hasta por las orejas
de la oveja, el elefante y cinco conejas.
¡ Y nadie arreglaba el gran lío biológico !

Ahora todas las fieras furiosas saltaban
muy llenas de barro en airadas protestas
enlodando a Zamarro en las zapatiestas
gritando “¡ Por Tina !” a ella desataban.

A África un día a una flaca Tina llevaron.
Ahora saltar y jugar no estaba prohibido.
Tuvo diéciseis hijas, sin el salto inhibido,
y todas brincaron y también se casaron.

Acicalas, Resorteronte una vasta sabana,
enormes piernas de campeón de rayuela,
con tu bella risa y alegrías de castañuela,
en manada que brinca y al cielo engalana.

Y dicen que saltan sobre el Kilimanjaro,
y a un Lago Victoria, en su enorme gloria.
Por siempre estarán en nuestra memoria
pues crearon ellos la libertad sin reparo.