El sol calentaba al revés sobre la playa desierta, las olas con la pluma abierta le echaban bruma a los pies.
El viento vino y sopló poniendo letras en la arena, de las estrellas sacó la imagen de una sirena.
Caminó la sirena el ancho mar en un carruaje tirado por briosos caballos, una estela nívea salía del espumar, y yo veía todo desde donde me hallo.
Extendió el sol sus brazos de fuego donde tenía los ojos de la luna ocultados, y los dejó fisgar en el paisaje hechizado; de increíbles fantasías presumía ciego.
Cantaba la sirena melodías al viento develando de su manto la palabra amor; sentimiento confeso, sincero, soportador, el verdadero afecto que por mi sirena siento.
Julio Medina 19 de junio del 2013
|