De abolengo taxativo

Fecha  31-3-2013 21:23:15 Tema:  Poemas
DE ABOLENGO TAXATIVO

Entre las manos del barro y la tristeza,
resucitaba la calle cayendo de la tarde,
en las palabras castañas del año.
En la ventana que entra una casa,
silenciosa, estremecida, ligera,
en la humildad alabastrina,
de ceniza casta fulgurante.

¡No, no!__La curiosidad no se vende de buen gusto,
esperando el desayuno bajo la ventana,
hablando de los picos de las montañas,
con un desesperado mensaje buscando,
recuperar la voz con los dedos separados,
por el umbral completamente inútil.

¡Sí, sí!__Por el cruel susurro del silencio,
qué corroe las venas y las frutas,
en la matemática radiosa,
por el tintineo de la cizaña,
cuando nadie se da cuenta.

¡Nadie!___ Solo nadie sabe cuando el tiempo empieza
en el punto tenebroso del espejo, con el tierno desenfreno, y el rumor. Triturado por la espalda, dónde caza la flaqueza
débil entre los golpes de la vida, en las entrañas mismas de la tierra que termina acongojada de los aires ardiendo.

Pues la obscura noche desaparece bajo el poder de un fósforo de los pies a la cabeza en la distancia, dócil, hermética con el raído tuétano entre la estulticia. Por entre las bocas
abiertas de los hondos barrancos.

Sí, así es de taxativo, de abolengo, el día encorvado y erizado.
En el silencio qué de buena voluntad acaricia el viento congregado
como el dibujante qué transpira rojas hebras y las ganas de gritar
malentendiendo los cultivos a lo lejos.
Dígase lo que se diga, la realidad prismática es una dramática
carencia con el hidrógeno inflamado entre la lengua del mármol jaula.

Ya, ya. Son las palabras inservibles, del estorbo pernicioso, acreedor
de paradojas y pajas, en el sarcasmo miserable de los buenos aduladores
llenos de ansias rupestres en el apetito infinito... Ya, ya, en el manantial
de la inmundicia está la codicia solemne del imperio del absurdo, del fango
del fausto de los espejos inseguros y carcomidos en la última corteza del cuarzo.

¡Vaya arquetípico afán de timoratos!. El tímido universo se desprende de sus pétalos.
Con el alimento vano, en la masa informe de los límites inciertos.
Maleables, intangibles mercaderes del odio al indefenso, hecho monstruo a conveniencia.
Por eso se ve al sol entre las cenizas desdichado, y en la lluvia de sombras, el suelo la luz eleva.


Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez



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