A veces quisiera echar el tiempo atrás
en donde no existan dudas ni culpas,
volver a la época formada de fantasías
de sueños, de ilusiones que jamás
ensombrezcan la sensación de los días.

Aquellos momentos con el viento se fueron
a rondar en la lejanía eterna del pasado
y el camino al destino marcado dejaron
sin tener la oportunidad de poder regresar
al inicio de los primeros pasos caminados.

A veces quisiera ser niño para toda la vida
con la imaginación atestada de aventuras
de cuentos, de magia, de burbujas de jabón
y los caballitos de palo tirar por la brida,
quisiera jugar con la tierra, correr descalzo
desnudo en la lluvia bañarme en el charco
y molestar al abuelo con mis travesuras.

La infancia ha partido dejando recuerdos
atesorados donde solo puedo verlos resurgir
en la intención compleja para hacerlos regresar
de una realidad falta de emociones excitantes,
imposible retener el infantilismo de los niños.

Ya no quiero aparentar ser adulto
deambulando en el pedregal ardiente,
revuelto en las inconsistencias del tumulto,
quiero volver a ser de nuevo el niño
aquel que vive la vida inocentemente.

Julio Medina
15 de marzo del 2013