Solo, solitario, tan solo que no dejo de pensar en ti, la tristeza rodeándome, atrapando mis sentidos, llevándome hasta el abismo del que no puedo escapar. La soledad se posa en mis manos y padezco su incesante palpitar apegado a mi piel, sostengo el gemir lacerante de mis ojos sofocados de nostalgia, surca el silencio, cava en el alma sombras teñidas vierten el mar de desesperación. Sale impalpable la silueta, singular reverso avasallando la medida de tu ausencia, formas difusas señalan percance -el de mi corazón abrupto-, desalentado bamboleo en la oscuridad, oquedad profunda de mi existir adonde tu mal proceder sembró penumbras de faltas y de privación, y ahora vacío en el único lugar que con mi cabeza loca puedo perdurar… Solo, sintiéndome solo en la abnegación.
Julio Medina 12 de diciembre del 2012
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