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Poemas, frases y mensajes de engel

Selección de poemas, frases y mensajes mais populares de engel


Las letras de tu nombre.

Sabes que yo sé. Yo sé que tú sabes. Hoy, nuevamente víctima de la locura de mi pluma, me deslizo lento cuando recorro tu nombre. Las letras que lo componen son siete símbolos de que nunca te olvidaré. Siete recordatorios de que viene al galope esta bendita locura y mi estómago se recoge en una agonía maravillosa.

B. La primera debe ser una inicial para que nunca olvides que nos vimos por primera vez bajo el otoño. Quiero que sepas que en ella está guardada la esperanza que encontré en una ramita de lavanda salvaje retenida entre las hojas de un libro. Y que... guardar lavanda es añorar tu suave piel y esconder los pequeños secretos de tu historia. Quiero que la recuerdes como un temblor en los dedos y el deseo de mis ojos rasgando tu cuello. Quiero que me la entregues envuelta sólo en una palabra. Tu palabra.
i. La segunda debe ser una cadena de plata, para que nunca me olvides y recuerdes que tú y yo estamos atados más allá de la vida. Quiero que cuentes los eslabones, porque ellos te irán dando el número de años que pasarán tu alma y la mía entrelazadas. Nunca olvides llevarla al cuello y que yo soy quien sujeta tu cordura en este mundo loco.
a. La tercera debe ser un anillo que tercamente guardarás, que sin una historia quedaría en un olvido seco, pero hubo una equivocación en el proceso. Tu corazón y alma discutieron el por qué y el para qué. El primero quería esconderlo al calor de tus manos porque aún no tenía recuerdos que lo arroparan. Tu alma quería incrustarle una piedra roja para que nunca olvides que mi sangre reposa en tus manos. De modo que supiste renunciar al por qué planteando el para qué, y lo guardaste debajo de un sueño en tu caja de costura.
n. La cuarta debe ser un latido azul para que en tu pecho vibren las palomas que soñaste podrían ocupar esa distancia que te aleja. No te apures, hoy te he mirado lenta, lentamente y de nuevo me he perdido en tu abstracta lejanía y otra vez he vuelto yo a latir tu nombre. De lejos vienes para darme el azul azul de tu conciencia.
c. La quinta debe ser sólo un pensamiento en la punta de mi pluma. Una pluma que escriba nuestra historia. Una pluma que grabe en el pergamino de tu cuerpo una percepción, una idea, un sentimiento. Si no lo escribo el río de la vida lo llevará como una hoja a ninguna parte. Pero si lo traslado a tu piel, tú recuperarás esa misma percepción, esa misma idea, ese mismo sentimiento, y lo guardarás más allá del tiempo.
h. La sexta debe ser un vestido de besos dorados, de abrazos de colores, con un lazo perdido de sonrisa. Un vestido que te cubra y te desvista, un vestido que no me oculte de ti y de tu deseo, un vestido que me muestre lo que eres cuando te mire repentinamente, cuando tu imagen me asalte mientras estoy ocupado en otra cosa.
i. La séptima debe ser el olor de nuestra ciudad encerrado en un frasco de cristal, para que al olerlo recuerdes siempre el aroma de una ciudad que nunca fue nuestra pero que nos marcó para siempre. Quiero que lo aspires y encuentres en él tu peso propio. Quiero que tu nariz lo huela. Quiero que te enamores de ese olor.

Donde sueñan tus labios.

Es por eso de pagarle a la belleza que hablaré de tu ángel, de cualquier manera es inevitable que construya una ventana para que la gente pase y te mire como si una perfecta combinación entre comunicación y hermosura pretendiera infringir las leyes del tiempo. He de buscar entonces todo lo humano de tus ojos y en la mirada profunda, el iris de esas palomas titubeantes e indecisas que planean entre el deseo y la locura, el delirio y el atrevimiento. Quién pudiera ser al menos aire para mezclarse entre tus dedos y consumirse ahogado por haber deseado alojarse en tu cabello. Es tu boca un poema de dos versos donde el amor se te sale de los labios, en su vuelo las palabras se suicidan y ya en ruinas, engendran movimiento como si de tanto ser rima la rima se esfumara y tú, esa mujer cansada, sin saber qué hacer con tanta huida ni dónde esconder las palomas de tu alma, por un beso recogerías las cenizas de ese cielo más hondo donde sueñan tus labios y abrazarías tus lágrimas futuras para luego detenerte. No importa, siempre ocurre así, lo verdadero empieza o termina, deteniéndose. Mirad por la ventana y os haré el camino más largo, como si escribiese un poema lentamente por ese cielo tan hondo donde sueñan sus labios.