jovime

Poemas, frases y mensajes de jovime

Selección de poemas, frases y mensajes mais populares de jovime


Estimo que ella no sabía.

Estimo que ella no sabía
de mis intenciones,
porque la vi llorar,
y su alma, como un
cristal a punto de quebrar
terminó por despedazar.

Leí una vez, que quien
a un alma entristece
condenado al infierno,
al inframundo merece.

Mis palabras, mis caricias
no llegaron a consolar,
cuanto más estaba
más sufría, más se afligía
más se apenaba,
nada la hacía cambiar.

Decidí levantarme
retirarme y dejarla
con su llanto,
con su pena en el crisol.

Ora, por no saber ella, de
mi estimable sentimiento,
¿Iba apartarme de su querella?,
no más bien yo si se pudiera
Trocaría su dolor por belleza.

Y decidí así como la sombra
permanece reflejada, muda,
cercana y a la vez no tan cerca
seguirla sin que ella lo
lo supiera a su lado atento
a sostenerla, abrazarla,
cobijarla a rezar por ella
mientras duerme.

Y tal vez quizá, aquel crisol
se convirtiera en un bol
un cuenco donde su alma
al fin pudiera estar en calma.

Mi Alma

Oh Alma
que estas desesperada
que caes por un abismo sin fin
la soledad está por donde miras
y mina cada día que pasa tu ímpetu.

Oh Alma
siento tú agonía
tú llanto como los ríos bravos desbocados.

Oh Alma
con frenesí arañas ido,
como si estuvieras enterrado en vida
la más terrible sensación ahogo, ira, frustración.

Oh Alma
eximirte quisiera de todo este sufrimiento.

Oh Alma
eximirte quisiera de todo esta desventura.

Oh Alma
eximirte quisiera de toda estas cadenas.

Oh Alma
no podemos.

Oh Alma
todo hay que entregarlo.

El Tiempo de la Salvia

En lo más vasto del páramo
risueña de amor y templanza,
una flor de salvia adorna
como un manto azul, esperanza.

Y de los montes glaciales
de donde nacen los ríos sustanciales,
que recorre por los ribazos
fecunda esta tierra, en un fuerte abrazo.

Y la flor a pesar del frío y la neblina
arrostra con denuedo tal clima,
y espera al sol en lontananza
sin tardanza, comparsa, ella danza.

Y la luna blanca, sonriente y llena
conduce como faro al río en su corriente,
y la salvia bajo luz de nácar y alabastro
muy altiva y oronda su amor, casto.

En su alma lleva la cura
ella lo sabe, y trémula,
atisba al ser de conciencia y alma
que arrasa con la tranquilidad y la calma
levantando árboles de piedra y plazas.

En lo más vasto del páramo
se observa la flor de salvia,
hojas azules marchitas, sin esperanza.

En el desierto una rosa

En el desierto una rosa
sí, yo atónito me quede
pudo ser un geranio, un tulipán
pero no, fue una rosa.

Y en su estado no era quejosa
sin agua, sin tierra fértil, arenosa,
pero así era feliz
ni el arduo sol su color disipan
ni sucumben sus pétalos a las ventiscas pedregosas.

Paciente, tolerante
esperaba a su amante,
así pasaran meses o años, y,
a ella no se le notaba desengaños.

Dio frutos la espera
llegando el amante
al ver el cielo encapotarse
cayeron en el páramo,
labios en forma de perlas
que la besaron, la besaron toda,
y a su raíz, por la afluente agüera.

Réprobo el alma

Réprobo el alma
descendió al hades,
Cerbero hace crueldades,
mordiscones a mi cuerpo desalma.

Dos monedas pide Caronte
uno de ida, la segunda para el sedal,
dejando entre los árboles verdes, el bozal
y el canto armonioso del sinsonte.

Estigia se muestra aciago
almas tristes y desesperadas,
manos de polvo y miasmas,
un juicio que se hizo estrago.

Mea culpa

Sin querer,
fui perdiendo la razón
en un torbellino,
de vida material.

Sin querer,
fui perdiendo a la sazón
el ser lo esencial.

Sin querer,
perdí el alma y corazón,
el cuarto mandamiento
“Honrar padre y madre”.

Sin querer
pero en el querer consciente,
perdí lo vital, lo esencial,
el alma, el corazón,

Queriendo,
no honre padre y madre,
no vi lágrimas en sus ojos,
pero presentí un escalofrío
de mea culpa,
que muy dentro de ambas almas
el inexpugnable vórtice,
de un ahogado llanto mortal.

Otra mañana ominosa.

Otra mañana ominosa,
péndulos, los rayos de sol
fustigan el vergel de rosa,
en un sonsonete de hora tras hora.

El aire rancio, el cielo rojo ladrillo
el alma mortecina, de rojo rosa,
viva, encarnada, doliente,
y los caninos chirrían,
y al espíritu, hora tras hora
tic toc, tic toc, fustigan sin perdón.

Al despuntar la aurora

Al despuntar la aurora
el ulular escucho del viento
y en mi alma siento,
toda ella que se azora.

Entre retratos un espejo
cuál clavel marchito me veo envejecer
anunciando mi pronto perecer,
¡quita! ¡quita! pensamientos que de mi mente alejo.

Un cuenco arenoso
con el ulular del viento se desmorona,
la angustia y la tristeza corona
su semblante enjuto y mohoso.

Un abismo oscuro, espantoso
sudoroso, la boca seca perplejo
y veo aún el espejo
con risotadas ufano, airoso.

Detrás de tú sonrisa

Que hay detrás de tú sonrisa,
de tus ojos chinitos,
que se van volviendo pequeñitos,
y vas deprisa, deprisa.

Nada es óbice
sigues en la brega
no hay tregua,
ella siempre dice.

¡Ah! que hay detrás de tú sonrisa,
de tus ojos chinitos,
nada de ritos,
y un Cristo que no se quedó en misa.

Una Simple Inspiración

Las cortinas enmarrocadas,
a un lado de la pared,
dejaban ver el hermoso paisaje estival,
atisbando el fin del ciclo invernal.

El corazón lleno de alegría,
que jamás sintió, sublime, perfecto en su latir.

Cogió un papel y empezó a escribir,
la inspiración broto en un arranque de querer
plasmar un sentimiento, que inimaginable forzaba por saber.

Sus ojos penetrantes y oscuros veía,
su boca incitante al beso le inducían,
y sus manos tersas como el pétalo de una rosa,
en ese hermoso paisaje estival veía.

José Antonio Vilela Medina

Exánime en el viento,
tus brazos cual magia se apoyaban,
me brindo tu amor una paz,
me brindo tu amor una luz,
que esta alma esperaba.

Vesánico pasaba noches interminables por encontrarte,
en la penumbra amarga.

Eras tu ninfa,
mezcla de alelíes y de rosas,
la inspiración de poemas y de prosas.

Surcan mis manos tus cabellos castaños,
en un afán por recoger tus pensamientos,
en un afán por acariciarte.

En la profundidad de tu complaciente corazón, me abrigue.
Oh dulce amor mío que exiguo es mi amor.

Silente

Silente la aurora,
tú beso me supo a amor
en mi alma vacía renació el clamor,
de esta nueva vida eres autora.

Silente el atardecer
un abrazo tuyo me lleno de solazo
en mi espíritu entero vibro de albazo
el aire libre de mi sonrisa sin perecer.

Silente la noche
tú cuerpo y él mío en una amalgama
el jazmín y el clavel en alientos frescos rezumaban
fue momento de efluvios, fulguraciones y derroches.

SOLEDAD

Solo,
cuatro letras solamente,
y es la selva que describe Dante,
y es el beso de un amante,
y es el arcano,
es tu mano fría,
y tú beso en mi mejilla,
y quizá la flor de loto en el estanque,
hermosa no hay quien la manche,
y el desierto más árido,
y la naturaleza infértil un gemido,
y es una ave con las alas muertas,
y un halcón en lo alto presta a devorarle,
y las canas al despertar un día,
y Ghandi meditando con su telar en la India,
y él, maha atman,
un alma grande,
y es Cesar Vallejo en Espergesia,
un vate entristecido,
cuatro letras solamente,
Solo.

Sincera Amistad

Ayer cuando daba la hora nona, me
encontré con un amigo mío
de aquellos reglones torcidos de Dios. (Torcuato Luca De Tena)
como siempre con la mirada ida,
sus pupilas dilatadas, sin zapatos
y unos pantalones raídos.

Algunas palabras intentaba
decirme, pero al parecer tanta
medicina no se lo permitían.

Lo tome del hombro y nos
sentamos como siempre en la vera,
lugar de tantas conversaciones idas.
Se fijaron sus ojos en mí, atención era
lo que quería, pidió un cigarro, no se
porque pero, pero el cigarro le daba una
sensación de calma. Yo tenía en el bolsillo
del chaleco dos que compraba cada noche
antes de dormir.

Al parecer con el pasar de los
minutos los síntomas del placebo
químico se fueron diluyendo y él
palabras me fue diciendo.
En su imaginación se veía él con
nombre egregio.
Me conto de su vida pasada de sus
años mozos de los halagos que
recibía y las amantes que tenía que
le querían que lo mimaban.

De repente exploto en un sollozo
inconsolable su cara adusta denotaba
la tristeza que sentía muy dentro del alma,
temblaba, me asuste por un momento,
y él tomando un segundo aire me tranquilizó.

Ah! Me dijo en un susurro, como si en un instante
la razón volviera a él como si las persianas de su vida
se abrieran, como si aquellos reglones se volvieran
a enderezar, y a guisa de reflexión me dijo: “en mi
largo caminar de nadie ni de nada me queje, no pedí
más de lo que me podían dar, no di más de lo que no
tenía, ahora menos “.
Y me abrazo con fuerza se levantó y se fue, fumando
El otro cigarro que yo tenía.

Como el diamante

Como el diamante
del color más intenso
la amistad no se compra
ni se vende,
se siembra, se cosecha
se abraza y se siente
en un te quiero y más aún
en un estoy para siempre.

Como de los montes nevados
donde se forma las corrientes
recorriendo un largo trecho
para llegar al mar
así es la amistad;
Extenso y profundo que
Abarca; el alma, el espíritu y la mente.

Como el sol en el horizonte
que se muestra refulgente,
así es la amistad;
a la vista opimo, alegre y
en la palabra, canto, poesía, prosa y vida.

Otra Vez Enamorada

Y asaz tiempo que estamos
distantes.
Hay un humillo de aventura en el
ambiente.
Será tal vez que ya no sale el sol
como antes.
Será tal vez ya no hay noche con
luna ni estrella.
Y de repente el que susurra a tú
oído arranca una sonrisa que hace
tiempo guardada estaba.
Y él te toma de la mano, y no se
como, ni te explicas tus manos sudan
como si fuera tú primera vez.
Y tus ojos y tú tez que eran en otro
tiempo marchito, tienen ahora otro
Brillo.
Y tú corazón cuando estas con él,
palpita y sientes como tú mente
se confunde y no entiendes.
Y no se siente en el ambiente un humillo
de aventura….si no de Amor.

Flor blanca

Un páramo azul
un océano color arena
una gardenia en el frío glacial
el sol en la oscura noche
la luna en el claro día.

Tus labios estaban fríos,
fríos y resecos,
echada en mí regazo
sin ganas de levantarte,
ni la mirada, ni la sabana alba.

Y de los faroles
Brotaron escarchas
que rasgaron el suave lino,
de tus ojos color avellana
tornándose rojos,
rojos, pero no de pasión,
de esa pasión que;
que en estas mismas
sabanas albas,
nos hacíamos uno,
donde se confabulaban
en tretas infatigables
las diosas y dioses lascivos.

¡No!, ¡no! era este color,
era, diferente;
era un rojo de vesania,
donde tu mente en
su devaneo iba y venía;
nombres, recuerdos,
existencias, que musitabas
como hablando a la oquedad,
¡Flor! ¡Flor! en mi regazo
quedaste quieta, en paz,
y tus ojitos a su color
avellana tornaron, descansasteis.

El páramo fue color arena,
el océano celeste transparente,
las gardenias en los días cálidos,
el sol en el día,
y la luna en la noche oscura.

Tu risa un verismo

Como rayo de luz
en la inmensidad de un abismo
tus ojos, tú risa un verismo
tu amistad como el abedul.

Tú nombre sencillez y fuerza
tu ser emana alegría y rabia escondida
tus ojos avellana miran la noche rendida
Y como siempre toda tú sigue y se esfuerza.

Tú amistad es infinita
como si contar las estrellas yo quisiera
o el océano sondar yo pudiera,
levanta esta alma que se sentía finita.

Y espero al caer la tarde
tú voz, tu dulce voz que un suspiro atraen
y se acompañan con la mía y se distraen
de trivialidades y consejo sin alarde.

Cuál cántaro recibes mi llanto amargo
cuál riachuelo arrastro tus piedras
hacia la mar para que se pierdan,
y es que tú amistad ha sido y será
el recorrer de un fresco y diáfano manantial.

Pétalos de un geranio

Entre la bruma del alba

las colinas en su cima, verdes,

y en el llano flores; tulipanes,

campanillas, acaso recuerdes

y entre ellas un geranio en panes,

sobresale hermosa y alba.

La única en sus pétalos,

de un rocío mañanero bañada,

que surcan como gotas amada,

lágrimas en un rostro de acero

una mujer hermosa, de fuero,

efluvio que absorbe la tierra

y volver a sus pétalos se aferra,

flor única envuelta en sus dédalos.

Y solo el sol, su astro del día,

solo él, estrella fulgurante de armonía

evapora el rocío que le da vida,

pero otra mañana ella precavida

blanca, la única con rocío

recela su sollozo umbrío,

el rubicundo astro, la contempla

soslayando sus rayos templa,

ya sus pétalos frescos no ardía.

Un Día Melancólico

Un Día Melancólico
Y entro esa mañana por el ventanal
pavonada de aquel cuarto vetusto y pequeño,
un aire frio y húmedo que jamás había sentido.
presagio tal vez que más tarde volcar en un papel
los sentimientos más tristes.

De carne viva su alma, su espíritu y su cuerpo
un dolor las palabras le hacían.

Muy crecido el cabello y la barba tenía y desemperezar y levantarse
del lecho un gran esfuerzo le producía, se bañó y se vistió y ese
presentimiento que llega, encrespo hasta las más pequeñas fibras nerviosas.

Se acercó al abismo y al filo
trémulo de miedo, el viento húmedo soplaba
y él ni un gesto ni un escalofrío.

Era uno solo con el abismo
las rocas, la tierra, el musgo suyo eran,
un largo rato quieto estuvo
y el día era gris, gris como el ánimo que tuvo
todo el día.

Y otra vez ese viento frio y húmedo
reacciono y miro a lontananza agacho la cabeza,
su corazón palpitó con fuerza, cerró sus ojos,
frunce el ceño, tensa el cuerpo, aprieta los puños,
era el abismo y él, dio un respiro hondo y profundo
se resignó y se alejó del abismo, de aquel abismo tortuoso y profundo.

José Antonio Vilela Medina