Extrañándote
Musa que despliegas tu aura protectora
Corres por los dunares, construyes castillos
Me dejo llevar, eres épico baluarte
Conduces comarcas naranja, ánforas de sueños
Flotas sin prisa, sonriendo escudriñas enigmas
El horizonte invade tus ojos constelados
y justo en el umbral, resplandeces
Abres tu pecho, eres mi oasis
Susurros me arrullan, eres tú, rezando
Adicto a ti
Mi adicción es al cepaje agridulce de tus besos que saben a licor de selva y burundanga.
Toda mi voluntad se desvanece
en la liturgia del embrujo,
desnuda te me vienes al pecho
y te recibo con mis manos como timbales, recorriéndote, apretando tus hombros,
tu espalda y tus misterios.
En tu ombligo, el centro de la galaxia, me detengo,
soplo tu piel y siento la proyección
de mis caminos madrugados,
crezco hasta la gloria, ciego,
me revuelco en ti con embeleso.
Las mareas de tu cuerpo
desafían mi impronta de corsario,
llevo el ritmo cadencioso,
me cuelgo a las garcias de tu pelo,
respiro profundo las fantasías de tu boca, increpo tu pasado, ardientemente peco.
El éxtasis de tus muslos golpea mis orejas, sucumbo en tus volcanes,
mi represa se rompe en tus gemidos,
como un monstruo prehistórico, fluyo.
El sudor nos empapa y en el agua
nos desvanecemos
para salir juntos en un sueño
a revolotear el no tiempo,
en el relajo profundo,
de placer satisfechos.
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Caligrafías de amor, 02 Marzo 2011.
Besatón
Tus labios inflaman mis propuestas
Y de tanto besarlos en las protestas
se me entrevera de hormonas
la conciencia
Te digo qué hacer con la tristeza
Gimiente y porteña preguntaste
¿Qué he de hacer con la tristeza?
Desde el bar oscuro de San Telmo,
en el humo dibujo mi respuesta:
Con la tristeza dibujá un tango,
así le das laburo y la hacés productiva,
la instalás en la Recoleta
y la alquilás a las lloronas
de las funerarias ABC1
La tristeza puede desplegar
sus frustradas seducciones
entre borrachos suicidas.
Ser copetinera del averno
y hacer streep tease
para los noctámbulos
que se fuman las madrugadas
rumiando soledades.
Finalmente, la tristeza
se acuesta con la fatalidad
en incestuosa orgía.
Drogadas y esqueléticas
desparramadas por la aurora,
vampiresas huyendo
de la luz
de mi alegría.
Poemas desde mi barrio, América.
Niño
Estás solo, tiritando
Has venido a mi portal
Declamados tus derechos
¿quién los vuelve a proclamar?
Son, mi niño, tus derechos
convicción universal
Tus mayores se persignan
Los editan sin parar
Es hermoso su empastado
Son epístola papal
Son poema nerudiano
Se conmueve el más truhán
Son discurso recurrido
Infalible de apelar
Hay consenso, es increíble
Saca aplausos, ¡colosal!
Tu derecho, ¡formidable!
Tu derecho y otro más…
Pero estás frente a mi puerta
-¡si te viera la Mistral!–
No te leo tus derechos
No se trata de imitar
Simplemente, te convido
de mi duro, algo de pan
-quizás logres indulgencia
consecuente intelectual–
Ay, mi niño, tus derechos
¿quién los vuelve a proclamar?
De Miedo al Miedo, 1983
Antipoema de Amor
!Cuántas fantasías
evolucioné,
sudoroso,
luchando con
las rodillas apretadas
de Edelmira¡
Hasta alcanzar, locuaz,
grotesco
o cibernético,
su casto jeroglífico.
Hasta ascender,
ilusionado,
el penúltimo camino,
esgrimiendo los besos más furtivos.
Hasta quedar,
pétreo y mordido,
suplicando
conclusión del compromiso.
Porque ella,
mi Edelmira enamorada,
prisionera
de atavismos ancestrales,
en algún estoico
aliento
victoriano,
censuró
mis embestidas alocadas…
!Virginalísima
Edelmira apasionada¡
con la organiza crepitante
en clarines constreñidos,
esquivó
mis estocadas bizantinas,
alejándose
tras hosca despedida.
Y fue así,
con Edelmira acalorada,
que aprendí,
vía orgullo macerado,
y en escandaloso
latín languidecido,
el punzante significado
del:
“coitum interruptus”.
Alquimias
En probetas de greda incaica he indagado por tu génesis, Atacama. Rasmillones en la roca me confidenciaron de tus ilusiones galácticas. Empinado en el espiral del fuego superé las eras del hielo, pero se secó la sal y quedó el perfil del desierto embalsamado como una gran interrogante.
¿Qué familia de colosos bebió la energía en el Salar de Plato de Sopa? ¿Quién domesticó las Lagunas Bravas? ¿Qué gigante niño jugó con las rocas partidas, amontonadas frente a la playa Conchillas? ¿Qué artesano esculpió mastodontes y mamuts en la franja costera de Rodillo? ¿Cuántos fantasmas acumulados a la vera del camino se han quedado clavados a los crepúsculos de Caldera?
Sigo mi camino, deambulando sin un norte, atrapado a una nostalgia difusa, que viene del traslape de confusas dimensiones y se pega a la piel como camanchaca salobre de la fría madrugada. Así, fui recorriendo los arrecifes y urgué las arenas buscando el alimento del mar para sobrevivir a mis fantasmas.
Estoy deslumbrado, forastero perenne, inventando vertientes en las rocas eternas, cavando por vellocinos de oro, por pactos endiablados que retumban en los encierros magnéticos de los socavones.
Veo almas en pena deambular por ellos, buscando la veta de la juventud eterna. Y transpiran mis manos en el frenesí del espejismo dorado y claudico, como tantos, al embrujo del brillo.
Sin embargo, a poco andar, hinco la rodilla en tierra y escapo luego de las garras del oro, resguardado en la lisonja de mi abuela, que ha venido con su haz de luz a proteger mis pasos.
En la alquimia secreta del desierto, establezco mi oasis y quedo convertido en un cometa que se escapa y vuela libre por las fronteras de los acantilados, besando el mar, recuperando el candor de las auroras, libre amante persistente de los amaneceres de Atacama.
Odisea libertaria - A Catalina de Los Ríos y Lisperguer
Odisea libertaria
A Catalina de Los Ríos y Lisperguer
Urgentemente
cruzo la plaza de San Pedro
para presentar mi expediente azul
reclamando por el oprobio
que manchó tu historia,
Doña Catalina de Los Ríos y Lisperguer
Para hacer sentir al Sumo Pontífice
la crueldad perversa de sus inquisidores
la calumnia ululante que cruzaba la Colonia
amedrentando, pervirtiendo, codiciando,
esclavizando indios, usando sus mujeres
Quiero decirle al Papa que fuiste su víctima,
perseguida pelirroja de orgullo empedernido,
y necesitas de él un mea culpa
Porque quisieron apropiarse de tus bienes
Descalificar tu impronta de mujer valiente
Sepultarte en un claustro, como a tantas
Pero tu látigo sacudió sus dientes de oro
Defendiendo lo tuyo, tu dignidad y tu albedrío
Evitando que la codicia forrada en hábitos e inciensos
se quedara con tus tierras
No podía permitirlo tu prestancia rebelde
Te acusaron de maldita
Que al propio Cristo de mayo habrías expulsado
Murmuraron por el barroso campo de Santiago
Sus dientes enrojecidos de odio te mordieron el alma
Acusada de malvada, devoradora de esclavos
Apenas humana, la Quintrala
Pero detrás de eso la ambición desbocada
La fiera camuflada vestía sus hábitos de muerte
Rastrera se escondía en los portalones
Estirando los cuerpos sin misericordia
Estampando la verdad en su cruenta historia
Impía te llamaron
Basura de tu honra hicieron
Hasta dejar establecidas en leyendas
las mil misas redentoras
que habrías ordenado para salvar tu alma
Indómita Catalina de los Ríos y Lisperguer,
el puente de la ira se rompió a tus espaldas
Has sido víctima desolada de la mentira oficial
Por eso cruzo la plaza de San Pedro
Los orines del cenáculo se arremolinan
recordando las voces del Santo Oficio,
las torturas disfrazadas de piadosa espiga
Llego al Papa somnoliento
El mismo que espera quinientos años para un perdón
apenas susurrado en el ángelus
Y le grito desde la plaza hasta el balcón de las palomas
Que sus mentiras ya no te alcanzan
Que la vida te rodea y que la luz de la justicia
abraza tu cabellera pelirroja
Y le exijo que te dejen volver a ser niña, Catalina,
Libre, independiente, rebelde,
conjura de mapuche y huinca
Levantada como una espada para atravesar al verdugo
Y queda en el cielo tu nombre, tu honra recuperas
Y la vida se cuela por tu historia hidalga
Sin que nadie ose tocar tus bienes
Sin que ningún obispo profite de tus tierras
Sin que ningún zángano inquisidor beba el vino libre de tus campos
Eres heroica Catalina de los Ríos,
la vida hoy te aplaude a la distancia
y queda embelesada por tu coraje
Con tu verdad en ristre,
luchando contra el sistema,
revolucionando la colonia,
sembrando semillas de libertad
en la noche corrupta
que vestida de muerte
quiso pisotear tu dignidad inclaudicable.
Valiente y decidida mujer
de laica estirpe,
tu historia corrijan los escribas
Que fluya la verdad como un puño
que sacude la bazofia
de esos sarcófagos blanqueados
que por cinco siglos mortificaron tu memoria.
Valparaíso, Comarca de los Poetas, 7 de abril de 2010
América, ya es tiempo
Hurguemos en tu historia
la savia literaria
Ya basta de abstenernos
en torpe autocensura
Rompamos etiquetas
busquemos la cordura
Si fue civilizado ser acero del hambre,
Políglota del genocidio,
master del absurdo,
saltimbanquis del odio
o marionetas…
¿Por qué, entonces, no remontar los Andes
y vociferar hastiados?
¡Dennos un siglo solo
de mayas resurrectos.
de incas persistentes,
de fuerza mapuche irreverente¡
!Dennos apenas un minuto¡
para libar en greda de Atacama
aquella ancestral promesa indiana…
Congreso de Panamá: Bolívar elocuente,
pero era madrugada
Matriarcado adolescente
de niña americana,
intentando ingenua y flaca
sentarse a la mesa veterana
Congreso de Panamá: Bolívar y su llama,
Pero era madrugada
Y fue el viento del norte
El que rasgó esperanzas
Mandaron emisarios
A sofocar su fragua
- peligroso emblema
eso de aunar las chacras -
Quisieron sepultarla:
usaron fratricidio los traficantes de armas
Tras tórridas alianzas corrió sangre mestiza
por desiertos, sierra y pampa
La moral del poder
fue crema utilitaria
que justificó doctrinas
y almas derramadas
Hubo de aprenderlo en fuego
la niña americana,
tras muchos avatares
la intuyo cabizbaja
América temprana,
hoy bebo de tu historia
que es fuerza renovada
¡Ya es tiempo de campanas!
¡Bolívar vive y clama
por sacudir tus llagas!
Mulata de Pueblo Hundido
Absorto en el penúltimo crepúsculo,
voy aspirando el aire marino,
pensando en la sal pegada a tu piel canela,
la que aprendí de memoria cuando te seguía
como un perro faldero
por los cabarets del muelle,
juntando mendrugos para comprarte una caricia, para tener derecho
a un remezón de tus caderas de artista,
olerte sudorosa, con lociones violetas,
para llegar como un adolescente
a la plaza de juegos,
a las sillas voladoras,
al éxtasis del vértigo.
En medio de un suspiro profundo
descendía de tus pechos aureolados
y quedaba desvencijado
con una mano en tu vientre,
deslizándome como en un tobogán
hacia el sueño relajado.
Al abrir los ojos ya no estabas,
como tampoco está hoy el sol
en el horizonte
y apenas una línea azul rosa
traza despedidas
y aplaude a la noche
que se asoma
con sus tules de juerga.
Así, como un soplo,
desapareciste de mi vista
y nunca más supe de ti,
errante ninfa de los campamentos,
laboriosa trabajadora sexual
de Pueblo Hundido.
En cada puesta de sol,
te buscan mis manos rasgadas
por la tierra cobriza
y es un fantasma tu cuerpo oloroso
a arenas y concheperlas.