Búscame
Búscame
¿Qué no me encuentras?
¡Si es que no me has buscado!
Búscame tras tu sombra
o en las retinas de tus ojos claros.
Búscame entre tus dedos
o en tu boca de sándalo.
Yo soy un soplo vivo
a tu vida arraigado.
Búscame por tu alcoba
entre tu sueño alado,
o por la senda rosa
de aquel amor lejano.
Por sobre tu orgullo,
en las flores azules de los prados.
Yo estoy dentro de ti
como un amor sellado.
¿Que no me encuentras dices?
Siendo en tu misma vida
que me pierdo…
¡Si es que no me has buscado!
Duerme alma mía
Duerme alma mía, y descansa.
Desde hoy velaré yo.
Duerme que te estoy cantando
nanas de mi corazón.
Sosiega tu vida inquieta
saturada de dolor.
Velará mi cuerpo sano
tu sueño reparador.
¡Ya bastante has trasnochado
por esas calles de Dios!...
Duerme que te estoy cantando
nanas de mi corazón.
Duérmete que si no duermes,
volverá por ti mi amor.
Es el mar, aquí está, y te impregna todo el alma
Es el mar, aquí está, y te impregna todo el alma
desde la última luz buena de espejo a aurora
y desde el pabellón amado en los anhelos
de algunos vientos suaves casi humanos y puros,
igual que los amores y esperanza en la música
con el total consuelo de la estival fragancia;
así es tu caudal, mira manecillas del sueño
dibujadas al tiempo de las olas halladas
con el instrumental lego de las flores blancas.
Se expone en la alabanza la rama de las nieblas
imprecisas y secas justo detrás del mundo,
la ciudad disimula alguna tarde en tinieblas
sin eludir letargo que la fama acarrea,
al resumen ardiente de toda ceremonia
limada en el encuentro del aire y el deseo
de un verso de fortuna tan tierno y obediente
sobresale en el cielo justo el último verso
el monumento libre que silva desde el aire
Conmigo es fácil siempre multiplicar encuentros
ausentes de lisonjas conducidas al son
de olores derramados en la rosa atrevida,
se decora el invierno con algunos chichones
de clavel y de águila sabiendo incertidumbre
en el prado de la casa escrita entre los labios
del diluvio pudiente hospedado en el escrito
que te sigue en razón celebrando utilidad:
bien sin vivir bien sin nacer la voz encendida,
te sigue hasta la gloria de la fe y del amor
oriente embelesado en arenas amarillas.
José Pómez