Tu nombre... amor
Yo no te reconozco porque estoy en tus manos
y yo llegué a tus manos sin saberlo siquiera.
Por eso, si te nombro, me sabe a primavera
porque tu nombre es fiesta de trigos y manzanas.
Tu nombre sabe a mieses y al pan que busco y quiero
cotidiano y difícil... y al sol y a manzanilla.
Tu nombre sabe a tierra generosa y sencilla
y a septiembre y semillas y a navidad y a enero.
Por eso tú no puedes llamarte de otro modo
sino como te llama mi voz de cada día
que si te llamo, amor, se me ilumina todo.
Y tengo patria y sueños y ensueños y alegría
y anhelos y esperanzas y glorias y acomodo....
pues tengo todo... todo... lo que yo no tenía.
Los amantes
Los que se amaron deben quedar ciegos.
Porque sus gestos sean sin sentido.
Porque sus brazos giren sin gracia ni provecho.
Como las tempestades...
ciegos.
Ciegos como banderas después de la victoria
o como las espadas
que están siempre desnudas y gloriosas.
Qué rencor por los ciegos
y por las tempestades.
Y por los que creen que el amor es la hartura.
Oídlo bien: El amor es el hambre.
La carta
No he muerto.
Vivo!
Vivir es maravilloso.
(Puede ser hasta inútil, pero es bello)
Es ocupar un sitio bajo el sol...
Un sitio...
y esto del sitio bajo el sol, no es poco.
Vivir es una pasión.
Una pasión tremenda.
Toda ilusión se pierde, se abate, se diluye.
Sólo el hambre y la sed de vivir nos acompañan,
llama voraz, sedienta, inútil.
Única ilusión.
Única lámpara
de nuestra noche irreductible.
En el naufragio... sólo su latido...
en la noche su flama turbadora.
Su fuerza. Su posibilidad definitiva.
Crucial. Única.
Vivo!
Esta verdad me exalta y me conturba.
Es septiembre... Y yo... vivo.
Porque vivir no es solamente el hecho
de tener un amigo o un hermano
ni haber el pan con nuestro sacrificio.
Vivir es un esfuerzo apasionado.
Arduo juego. Brutal ejercicio.
Vivir no es sólo la palabra: Vivo.
Ni el pequeño rencor de cada instante.
Ni haber el trigo sin claudicaciones.
Ni sufrir el oprobio con paciencia.
Vivir es muy distinto.
Es sentir la certeza, la confianza,
el ejercicio, la vigencia irrevocable,
la fuerza activa de ser
en acto puro... unísono... inefable.
Sentir el aletazo en flamas
de nuestra propia sangre vengativa
en nuestro corazón indefenso.
Arder... en suma
y dejar que la llama nos consuma.
Y resistirlo con valor,
con dignidad y con dolor,
con sed, con ansia, con ternura,
con amor,
con denuedo
y... y... con miedo.
Puede ser todo esto
o algo más o algo menos.
Puede ser nuestro grito frustrado,
repetido, perdido, sin sentido.
No importa!
Sólo importa estar vivo
en cada instante, en cada movimiento.
(Acto vital de júbilo y lamento)
P.D.
Te recuerdo.
No has muerto. Qué alegría!
Sientes el son del tiempo,
sobre la piel su mordedura fresca,
en la raíz del ser su sedimento,
su rasguño infalible?
Te recuerdo!
Te recuerdo!
Sufres? Trabajas? Luchas? Te entristeces?
Te recuerdo.
Yo pienso en ti y me pasa por la mente
como una nube grande el pensamiento.
(Nadie puede sentir lo que yo siento)
Vives.
Esta sola palabra me conforta.
Ah... y no me olvides
que estoy aún sobre la tierra hermosa.
Rosa saudade
Siempre la rosa. Siempre agonizante.
Inclinada o erguida, turbadora.
Al filo de la tarde o de fa aurora,
coronada en sereno de diamante.
Estancia del amor, rosa fragante.
El fango no la ve y ella lo ignora.
Estancia triste donde apenas mora
la rosa silenciosa y el instante.
Aquí vivió la rosa. Noche y día
en la saudade del recuerdo crece
y se copia y dilata en su perfume.
y sigue prolongando su agonía
por el mal de la espina que padece
y fa llama de amor que la consume.
Mar cambiante
En piélagos amargos, anteayer,
yo quieta, yo desventurada.
Después, en hondos limos, alimañas odiosas.
Los ciegos peces y las altas rosas
victoriosas, sombrías
y los días, sus albas temblorosas.
(Todo tan lejos de las manos mías)
Mares hondos. Secretos. Azules. Desvelados y crueles.
Voces extrañas. Cósmicos lebreles.
Las olas como uñas ferales
atacando seguido el litoral.
Yo, deslumbrada
y en mis lágrimas vivas, la sal
y en sus yodos trementes, agotada, mezquina
y las olas violentas arañando la costa diamantina
como un gato furioso, endemoniado.
(Yo le echo tierra a todo lo pasado)
Canción del amor fugaz
Cómo adoré tu gesto ilusionario,
tu gesto sin igual,
tu gesto de ceniza y de metal
cómo adoré...
Tú y yo en la vida, en la muerte,
en la tormenta,
entre la tempestad.
Yo sedienta
y hambrienta
y arrecida.
(S.O.S. de soledad a soledad)
Cómo no haber amado tu gesto iIusionario,
si hacía tempestad
y la noche en tu gesto estaba confundida
ilusoria y tenaz como la vida?
Este recuerdo... Aurora boreal
este recuerdo...
hoja que al polvo vuelve
y del polvo retorna irreductible...
abisal...
Así el amor que fue.
Tu gesto de metal
cómo adoré!
( S.O.S. de tempestad a tempestad )
Mentira!
Como la hoja que en el viento gira
y torna
y vaga
y treme
y vencida y fugaz
victoriosa y vencida
el viento vengativo
en su brazo robusto la levanta,
así el amor que fue...
ilusorio
vario
vano
banal
imaginario
como en espejo ustorio repetido,
así el amor que fue...
(tu gesto de metal
cómo adoré)
Tu gesto distraído,
tu dinástico gesto
y el olvido
que en tu gesto venía confundido.
Tu gesto era tu voz que transcurría
fl como un agua cantando hacia el olvido.
(y yo adoré tu gesto distraído)
Y era la eternidad!
La del momento...
eterno en su ansiedad
y su osadía.
-Oyes el S.O.S. hambriento
que da mi soledad
en la iracunda noche
de tu noche y la mía?
(Alegría... Alegría!
Ya todo lo perdimos.
Podemos ir sin miedo entre la tempestad)
Rosa roja
Eres la sangre en breve arquitectura
de corazón al viento acostumbrado.
Amor en rojo y en aroma pura
nostalgias de gorrión enamorado.
Quién te hizo rosa-fuego en la verdura
esperanzada y férvida del prado?
Y ese sufrir de espinas y dulzura
y jardín por alondras clausurado?
En tu clara bondad de miel caliente,
sombra casi de fruto sugerente
entre nubes y pájaros soñando.
Y en tu llama de sangre perseguida,
indefinidamente indefinida,
sigues por tu perfume caminando.
Los rencorosos
Ahí te dejo las últimas monedas
y el vino que cobraste y no probé, por nada.
En los remates y las almonedas,
ganarás todo cuanto yo he perdido...
y yo nunca he perdido, porque cuando he perdido,
pues tan sólo he perdido unas monedas.
Qué son unas monedas ante el milagro de la vida!
Me voy. No sé hacia dónde... hacia la noche bella,
con mi secreto destino, con mi estrella
y mi campo en agraz.
Pues todo va conmigo:
amor y canto y trigo...
Siempre. Nunca. jamás.
Este afán de vivir ya no se cura
ni con vino.
Este afán de vivir ya no se calma
ni con vino de palma.
Sólo el anhelo de vivir perdura.
Quiero vino no más
pero no en demasía.
Mañana? pues mañana es otro día
y este afán de vivir ya no se calma
y este afán de vivir ya no se cura
ni con vino de palma.
Canción para iniciar un olvido
¿Y para qué quieres un tesoro sino para perderlo?
¿Y si no es para perderlo, para qué quieres un tesoro?
Todo al ayer uncido.
Lo único que tengo es lo perdido.
Propiedad absoluta del pasado.
Conciencia de haber sido
y no ser más que aquel instante bello y preterido.
Yo soy aquella tan feliz criatura
que sintió la infinita quemadura
de tu caricia inmensa y generosa
y el aire de tu voz triste y amiga.
(Yo... yo... que soy tan pequeña
lo mismo que una hormiga)
Y si pasa la fuente rumorosa
lo mismo que un espejo que camina
y en el jardín la rosa con su espina,
arde aún más constante y más hermosa,
me digo: cuando muera...
la fuente seguirá
diciendo su mentira verdadera
y la rosa arderá
con más ardor quizá
que en la nuestra dorada primavera.
Otros días vendrán sin dejar huella,
sin ton ni son, sin gracia sin sentido.
Pero tú y yo vivimos. Vivimos sólo un día
y aquel que vive un día ya todo lo ha vívido.
(Larga vida tenemos como la mariposa
y una historia tenaz como la rosa).
La fuente pasa sin pasar. La fuente
a su desnudo espejo caminante
uncida va, sedienta y delirante,
de su gran albedrío prisionera
diciendo su mentira verdadera.
(Sólo me quedas tú, como la fuente
presa de su albedrío).
Sólo me quedas... porque te he perdido
y los duros espejos, blandamente,
con azogadas lunas rememoran tu frente
y te salvan del tiempo y del olvido.
(Indefinido
indefinidamente
tu rostro con mi verso confundido).
Que soy la misma. La feliz criatura
que sintió la absoluta quemadura
de tu caricia inmensa y generosa...
como quien dice: toda la dulzura,
la razón de la espina y de la rosa.
Del amor inocente
Por ti es la vida diáfana y ligera
y el dulzor en el fruto diluido
y es el trino y el viento en la pradera
y el perfume en el nardo preferido.
Por ti tiene razón la primavera
y la luz y la tarde y el sonido.
Y por ti el corazón arrepentido
vuelve desnudo y casto hasta su vera.
Por ti saben los ríos el camino
que conduce otra vez hacia la nube
y el viñedo la sangre para el vino.
Y hasta el lirio, sin índice ni huella,
por línea recta, sin saberlo, sube
su fiel aroma a la lejana estrella.