Federico Rivas Frade

Poemas, frases y mensajes de Federico Rivas Frade

Selección de poemas, frases y mensajes mais populares de Federico Rivas Frade

Nacimiento: 1856
La Mesa, Cundinamarca, Colombia

Fallecimiento: 1922
Colombia

Consolatrix afflictorum

Ante el viejo retablo donde lloras,
mi madre se postraba de rodillas,
y, lo mismo que en ti, vi en sus mejillas
rodar el llanto en las amargas horas.

Como un rayo de luz de dos auroras,
de ella y del cielo en que sin mancha brillas,
bajaba con mis súplicas sencillas
la compasión que tú de Dios imploras.

Muerta mi madre, en noches de amargura
ante el cuadro a caer vuelvo de hinojos,
y cuando el alma su oración murmura,

se aplacan de mi vida los enojos,
porque al rogarte a ti, se me figura
que ella me está mirando con tus ojos.

DIAMANTES

Murió sin una lágrima en los ojos;
Era joven, muy bella y muy sensible,
Y cuando iba á expirar, sus labios rojos
Murmuraron: “¡Me mata un imposible!”
El llanto que faltó en esa agonía,
Quedó tras sus pupilas, sin embargo
Y los gusanos de la tumba fría
No lo bebieron. ¡Era muy amargo!
Más tarde, y al abrir la sepultura
Que del ángel guardó el pesar postrero,
Del cráneo yerto entre su cuenca oscura,
Un diamante encontró el sepulturero.
Y desde entonces pienso enternecido,
Al contemplar las joyas más preciadas:
“¡Cuantos de esos diamantes habrán sido
Lágrimas congeladas!”

De lejos

Cómo se aleja el tren, cómo se aleja,
y decreciendo va y al fin se pierde,
y sólo el humo en espirales deja
en la extensión de la llanura verde.

Así se van las dichas de la vida,
así se van las horas de ventura,
y dejan sólo en su fugaz huida
de los recuerdos la espiral oscura.

Los dos en el andén se despidieron
largo rato a los ojos se miraron;
mientras sus manos trémulas se unieron,
en silencio sus almas se besaron.

En la hora fatal de la partida
no hablaron de promesas ni de agravios;
en los grandes instantes de la vida,
hablan mejor los ojos que los labios.

Ella está aún en la estación mirando
del humo las confusas espirales;
y él, que ya no la ve, sigue agitando
el pañuelo a través de los cristales.

Y cual de un mismo pensamiento heridos,
con un acento de profunda queja,
quedo exclaman los dos entristecidos:
"¡Cómo se aleja el tren...Cómo se aleja!"

Postal

No sé si me engañaste, más fingiste
tan bien tu amor y tu entusiasmo loco,
que hoy, aunque nada entre los dos existe,
aún me parece que me amaste un poco.

Y si hoy, otra mujer, una alegría
dejar quisiera en mi existencia triste,
para hacerme feliz le pediría
que me engañara como tú lo hiciste.

En la sierra

Hirsuto el pelo, el caminar doliente,
inútil o humillada la altanera
cornamenta que el tigre en lucha fiera
venció bajo la luz del sol ardiente.

Hambriento, despeado, lentamente
el que antes fue señor de la pradera,
va de la rocallosa cordillera
ascendiendo por la áspera pendiente.

Al fin, bajo el rigor de las jornadas,
imponente desplómase en la altura;
y al volver al oriente sus miradas

lánguidas de cansancio y amargura,
regosto hay en sus nervios de vacadas,
y en sus ojos, nostalgias de llanuras.