Delmira Agustini

Poemas, frases y mensajes de Delmira Agustini

Selección de poemas, frases y mensajes mais populares de Delmira Agustini

Nacimiento: 24 de octubre de 1886
Montevideo (Uruguay)

Fallecimiento: 6 de julio de 1914 (27 años)
Montevideo (Uruguay)

Tu amor

Tu amor, esclavo, es como un sol muy fuerte:
jardinero de oro de la vida,
jardinero de fuego de la muerte,
en el carmen fecundo de mi vida.

Pico de cuervo con olor de rosas,
aguijón enmelado de delicias
tu lengua es. Tus manos misteriosas
son garras enguantadas de caricias.

Tus ojos son mis medianoches crueles,
panales negros de malditas mieles
que se desangran en mi acerbidad;

crisálida de un vuelo del futuro,
es tu abrazo magnífico y oscuro
torre embrujada de mi soledad.

EN EL CAMINO

Yo iba sola al Misterio bajo un sol de locura,
Y tú me derramaste tu sombra, peregrino;
Tu mirada fue buena como una senda oscura,
Como una senda húmeda que vendara el camino.

Me fue pródiga y fértil tu alforja de ternura:
Tuve el candor del pan, y la llama del vino;
Mas tu alma en un pliegue de su astral vestidura,
Abrojo de oro y sombra se llevó mi destino.

Mis manos, que tus manos abrigaron, ya nunca
Se enfriarán, y guardando la dulce malla trunca
De tus caricias ¡nunca podrán acariciar!...

En mi cuerpo, una torre de recuerdo y espera
Que se siente de mármol y se sueña de cera,
Tu Sombra logra rosas de fuego en el hogar;
Y en mi alma, un castillo desolado y sonoro
Con pátinas de tedio y humedades de lloro,
¡Tu sombra logra rosas de nieve en el hogar!

EL DIOS DUERME

A Julieta, sobre la tumba de Julio
El Dios duerme su gloria a tu amparo, Julieta;
Una lanza de amor en tu brazo sonrosa;
Su berceuse fue blanca, tu berceuse es violeta...
Eras rosa en su lecho, eres lirio en su fosa.

-Las serpientes del mundo, apuntadas acechan
Las palomas celestes que en tu carne sospechan-.

El dios duerme, Julieta; su almohada es de estrellas
Pulidas por tu mano, y tu sombra es su manto;
La veladora insomne de tu mirada estrellas
En la Noche, rival única de tu encanto.

-Y las bellas serpientes, encendidas, meditan
En las suaves palomas que en tu cuerpo dormitan-.

Y el dios despertará nadie sabe en qué día,
Nadie sueña en qué tierra de glorificación.
Si se durmió llorando, que al despertar sonría...
En el vaso de luna de tu melancolía
Salva como un diamante rosa tu corazón.

¡Y sálvalo de Todo sobre tu corazón!

MI PLINTO

Es creciente, diríase
Que tiene una infinita raíz ultraterrena...
Lábranlo muchas manos
Retorcidas y negras,
Con muchas piedras vivas...
Muchas oscuras piedras
Crecientes como larvas.

Como al impulso de una omnipotente araña
Las piedras crecen, crecen;
Las manos labran, labran,

-Labrad, labrad, ¡oh manos!
Creced, creced, ¡oh piedras!
Ya me embriaga un glorioso
Aliento de palmeras.

Ocultas entre el pliegue más negro de la noche,
Debajo del rosal más florido del alba,
Tras el bucle más rubio de la tarde,
Las tenebrosas larvas
De piedra, crecen, crecen,
Las manos labran, labran,
Como capullos negros
De infernales arañas.

-Labrad, labrad, ¡oh, manos!
Creced, creced, ¡oh, piedras!
Ya me abrazan los brazos
De viento de la sierra.

Van entrando los soles en la alcoba nocturna,
Van abriendo las lunas el silencio de nácar...

Tenaces como ebrias
De un veneno de araña
Las piedras crecen, crecen,
Las manos labran, labran.

-Labrad, labrad, ¡oh, manos!
Creced, creced, ¡oh, piedras!
¡Ya siento una celeste
Serenidad de estrella!

CUENTAS DE SOMBRA

Los lechos negros logran la más fuerte
Rosa de amor; arraigan en la muerte.
Grandes lechos tendidos de tristeza,
Tallados a puñal y doselados
De insomnio; las abiertas
Cortinas dicen cabelleras muertas;
Buenas como cabezas
Hermanas son las hondas almohadas:
Plintos del Sueño y del Misterio gradas.

Si así en un lecho como flor de muerte,
Damos llorando, como un fruto fuerte
Maduro de pasión, en carnes y almas,
Serán especies desoladas, bellas,
Que besen el perfil de las estrellas
Pisando los cabellos de las palmas!

-Gloria al amor sombrío,
Como la Muerte pudre y ennoblece
¡Tú me lo des, Dios mío!

MONÓSTROFE

Hay un tétrico fantasma que en el cáliz de mi vida
Va vertiendo amargas gotas de una esencia maldecida
Que me enerva y envenena, que consume mi razón;
Y si un grito suplicante, si una tímida protesta
Brotan hondos, desgarrantes de mi alma dolorida,
El maléfico fantasma impasible me contesta
Con sarcástica sonrisa que me hiela el corazón.

CLAROBSCURO

Cuando sonriente, la aurora
Sus áureos cabellos suelta
Y en el pálido horizonte
Su faz sonrosada muestra,
Y las albas avecillas
De sus manos marfileñas,
Van rasgando de la noche
El amplio manto de niebla,
Un níveo, frágil insecto
De sus ensueños despierta,
Y agitando dulcemente
Sus alas leves, etéreas,
Sediento en busca de flores
Su vuelo ondulante eleva.
Flores que recién se abran
Y en sus copas soñolientas,
Le brinden savia, perfumes
¡Y una llovizna de perlas!

Tenue, vaporoso insecto
Cuyas alas nacareñas,
Del lirio tienen la albura
Y la suave transparencia,
Tal vez de su vara al toque
El hada Delicadeza,
Formólo de una sonrisa
Un silfo, un sueño, una perla.
¡Y la luz diole por sangre
Una gota de su esencia!

Existe un lúgubre insecto
De alas pesadas y negras,
Que espera ansioso el momento
De silencio y de tinieblas
En que en brazos de la noche
Duerme enlutada la tierra,
Y entonces alza su vuelo
De lentitudes funéreas,
¡Vuelo pesante, fatídico,
De vibraciones siniestras!

¡Tétrico, ominoso insecto!
¡Animalaña funesta!
Al vivo fulgor del día
Permanece inmóvil, yerta,
La helada sombra nocturna
Da vida a sus alas muertas.
Es que tal vez de la noche
Le brinda la copa inmensa,
De la esencia del misterio
El vivificante néctar,
Esencia que por lo oscura
Parece su propia esencia!

¡Raro, sublime contraste!
¡Atrayente diferencia!
Aquél, una estrella alada,
Éste, un jirón de tiniebla;
Aquél, graciosa alegría,
Éste, fúnebre tristeza;
Aquél tiene la celeste,
La luminosa belleza,
Del astro claro, radiante,
De una sonrisa arcangélica,
Éste tiene la sombría
Severa magnificencia,
La atracción trágica, extraña,
Irresistible, funesta,
Del abismo devorante!
De la sima negra, tétrica!

FLOR NOCTURNA

Cuando la noche tendiendo
Su manto de gasa negra
La silenciosa campiña
Envuelve en sombras funéreas,
Cuando allá en el firmamento
Las argentinas estrellas
Semejan ígneas pupilas
Que inmóviles nos contemplan,
Cuando las aves nocturnas
Exhalan lúgubres quejas
Que vibran en el silencio
Monótonas y siniestras,
Cuando el genio de las sombras
De su letargo despierta,
E invisible en torno nuestro
Se agita y revolotea,
Entonces, entre el follaje
Tímidamente encubierta,
Pálida flor, entreabres,
Tu corola marfileña,
Tu corola que del día
Al primer albor se cierra,
Para reabrirse al helado
Contacto de la tiniebla,
¡Hastiada siempre de lumbre!
¡Siempre de sombras sedienta!

¡Extraño destino el tuyo!
El día te encuentra muerta,
Tu triste vida concluye
Cuando la nuestra comienza.
Mas cuando tu cáliz abres
Nuestras pupilas se cierran...
Y entonces tal vez tu vida
Más dulce y pálida sea,
Allá perdida en las sombras
Entre el follaje encubierta,
¡Lejos de envidias y odios!
¡Lejos de traiciones negras!

Sigue tu vida, abre siempre
Cuando la noche comienza,
Y al primer albor del día
Tu cáliz de nácar, cierra,
Para reabrirlo al helado
Contacto de la tiniebla,
¡Hastiada siempre de lumbre!
¡Siempre de sombras sedienta!

EN UN ÁLBUM (II)

La belleza más pura y delicada
Se refleja en tu rostro juvenil,
Eres ninfa risueña, eres un hada,
Eres flor de algún célico pensil.

Es tu espesa y sedosa cabellera
Una inmensa cascada de hebras de oro,
La corona de un rey jamás valiera
Lo que vale ese aurífero tesoro.

Dos azules zafiros son tus ojos,
Que iluminan tu rostro angelical,
Y tus labios delgados son tan rojos
Que podrían llamarse de coral.

Son tus manos dos blancas mariposas
O dos flores talladas en marfil,
Y tus frescas mejillas son dos rosas
Que recién ha entreabierto el sol de Abril.

Es mi estilo muy tosco e imperfecto
Y no puedo expresar, en su rudeza,
Lo que vale tu rostro tan perfecto,
Desbordante de célica belleza.

Mis amores

Hoy han vuelto.
Por todos los senderos de la noche han venido
a llorar en mi lecho.
¡Fueron tantos, son tantos!
Yo no sé cuáles viven, yo no sé cuál ha muerto.
Me lloraré yo misma para llorarlos todos.
La noche bebe el llanto como un pañuelo negro.
Hay cabezas doradas a sol, como maduras...
Hay cabezas tocadas de sombra y de misterio,
cabezas coronadas de una espina invisible,
cabezas que son rosa, la rosa del ensueño,
cabezas que se doblan en cojines de abismo,
cabezas que quisieran descansar en el cielo,
algunas que no alcanzan a oler a primavera,
y muchas que trascienden a las flores de invierno.
Todas esas cabezas me duelen como llagas...
me duelen como muertos...

¡Ah...! y los ojos...los ojos me duelen más: ¡son dobles..!
Indefinidos, verdes, grises, azules, negros,
abrasan si fulguran,
son caricias, dolor, constelación, infierno.
Sobre toda su luz, sobre todas sus llamas,
se iluminó mi alma y se templó mi cuerpo.
Ellos me dieron sed de todas esas bocas...
de todas esas bocas que florecen mi lecho:
vasos rojos o pálidos de miel o de amargura
con lises de armonía o rosas de silencio,
de todos esos vasos donde bebí la vida,
de todas esos vasos donde la muerte bebo...
El jardín de sus bocas, venenoso, embriagante,
en donde respiraban "sus almas" y "sus cuerpos".
Humedecido en lágrimas
han rodeado mi lecho...

Y las manos, las manos colmadas de destinos,
secretas y alhajadas de anillos de misterio...
Hay manos que nacieron con guantes de caricia,
manos que están colmadas de la flor del deseo,
manos en que se siente un puñal nunca visto,
manos en que se ve un intangible cetro;
pálidas o morenas, voluptuosas o fuertes,
en todas, todas ellas, puede engarzar un sueño.
Con tristeza de almas se doblegan los cuerpos,
sin velos, santamente vestidos de deseo.
Imanes de mis brazos, panales de mi entraña
como invisible abismo se inclinan en mi lecho...
¡Ah, entre todas las manos, yo he buscado tus manos!
Tu boca entre las bocas, tu cuerpo entre los cuerpos,
de todas las cabezas yo quiero tu cabeza,
de todos esos ojos, ¡tus ojos sólo quiero!
Tú eres el más triste, por ser el más querido,
tú has llegado el primero por venir de más lejos...
¡Ah, la cabeza oscura que no he tocado nunca
y las pupilas claras que miré tanto tiempo!
Las ojeras que ahondamos la tarde y yo inconscientes,
la palidez extraña que doblé sin saberlo,
ven a mí: mente a mente;
ven a mí: cuerpo a cuerpo.
Tú me dirás que has hecho de mi primer suspiro...
Tú me dirás que has hecho del sueño de aquel beso...
Me dirás si lloraste cuando te dejé solo...
¡Y me dirás si has muerto...!

Si has muerto,
mi pena enlutará la alcoba lentamente,
y estrecharé tu sombra hasta apagar mi cuerpo.
Y en el silencio ahondado de tinieblas,
y en la tiniebla ahondada de silencio,
nos velará llorando, llorando hasta morirse
nuestro hijo: el recuerdo.

Amor

Lo soñé impetuoso, formidable y ardiente;
hablaba el impreciso lenguaje del torrente;
era un mar desbordado de locura y de fuego,
rodando por la vida como un eterno riego.

Luego soñélo triste, como un gran sol poniente
que dobla ante la noche la cabeza de fuego;
después rió, y en su boca tan tierna como un ruego,
soñaba sus cristales el alma de la fuente.

Y hoy sueño que es vibrante y suave y riente y triste,
que todas las tinieblas y todo el iris viste,
que, frágil como un ídolo y eterno como Dios,

sobre la vida toda su majestad levanta:
y el beso cae ardiendo a perfumar su planta
en una flor de fuego deshojada por dos....

Tu boca

Yo hacía una divina labor, sobre la roca
creciente del orgullo. De la vida lejana
algún pétalo vivo voló en la mañana,
algún beso en la noche. Tenaz como una loca,

seguía mi divina labor sobre la roca,
cuando tu voz que funde como sacra campana
en la nota celeste la vibración humana,
tendió su lazo de oro al borde de tu boca;

-¡Maravilloso nido del vértigo, tu boca!
Dos pétalos de rosa abrochando un abismo...-
Labor, labor gloriosa, dolorosa y liviana;

tela donde mi espíritu se fue tramando él mismo
tú quedas en la testa soberbia de la roca,
y yo caigo sin fin en el sangriento abismo!

SELENE

Medallón de la noche con la imagen del día
Y herido por la perla de la melancolía;
Hogar de los espíritus, corazón del azul,
La tristeza de novia en su torre de tul;
Máscara del misterio o de la soledad,
Clavada como un hongo sobre la inmensidad,
Primer sueño del mundo, florecido en el cielo,
O la primer blasfemia suspendida en su vuelo...
Gran lirio astralizado, copa de luz y niebla,
Caricia o quemadura del sol en la tiniebla;
Bruja eléctrica y pálida que orienta en los caminos,
Extravía en las almas, hipnotiza destinos...
Desposada del mundo en magnética ronda;
Sonámbula celeste paso a paso de blonda;
Patria blanca o siniestra de lirios o de cirios,
Oblea de pureza, pastilla de delirios;
Talismán del abismo, melancólico y fuerte,
Imantado de vida, imantado de muerte...
A veces me pareces una tumba sin dueño...
Y a veces... una cuna ¡toda blanca! tendida de esperanza y de ensueño...

DIARIO ESPIRITUAL

Es un lago mi alma;
Lago, vaso de cielo,
Nido de estrellas en la noche calma,
Copa del ave y de la flor, y suelo
De los cisnes y el alma.

-Un lago fue mi alma...-

Mi alma es una fuente
Donde canta un jardín; sonrosan rosas
Y vuelan alas en su melodía;
Engarza gemas armoniosamente
En el oro del día.

-Mi alma fue una fuente...-

Un arroyo es mi alma;
Larga caricia de cristal que rueda
Sobre carne de seda,
Camino de diamantes de la calma.

-Fue un arroyo mi alma...-

Mi alma es un torrente;
Como un manto de brillo y armonía,
Como un manto infinito desbordado
De una torre sombría,
¡Todo lo envuelve voluptuosamente!

-Mi alma fue un torrente...-

Mi alma es todo un mar,
No un vómito siniestro del abismo:
Un palacio de perlas, con sirenas,
Abierto a todas las riberas buenas,
Y en que el amor divaga sin cesar...
Donde ni un lirio puede naufragar.

-Y mi alma fue mar... -

Mi alma es un fangal;
Llanto puso el dolor y tierra puso el mal.
Hoy apenas recuerda que ha sido de cristal;
No sabe de sirenas, de rosas ni armonía;
Nunca engarza una gema en el oro del día...
Llanto y llanto el dolor, y tierra y tierra el mal!...

-Mi alma es un fangal;

¿Dónde encontrar el alma que en su entraña sombría
Prenda como una inmensa semilla de cristal?

CUENTAS FALSAS

Los cuervos negros sufren hambre de carne rosa;
En engañosa luna mi escultura reflejo,
Ellos rompen sus picos, martillando el espejo,
Y al alejarme irónica, intocada y gloriosa,
Los cuervos negros vuelan hartos de carne rosa.

Amor de burla y frío
Mármol que el tedio barnizó de fuego
O lirio que el rubor vistió de rosa,
Siempre lo dé, Dios mío...

O rosario fecundo,
Collar vivo que encierra
La garganta del mundo.

Cadena de la tierra
Constelación caída.

O rosario imantado de serpientes,
Glisa hasta el fin entre mis dedos sabios,
Que en tu sonrisa de cincuenta dientes
Con un gran beso se prendió mi vida:
Una rosa de labios.

CUENTAS DE MÁRMOL

Yo, la estatua de mármol con cabeza de fuego,
Apagando mis sienes en frío y blanco ruego...
Engarzad en un gesto de palmera o de astro
Vuestro cuerpo, esa hipnótica alhaja de alabastro
Tallada a besos puros y bruñida en la edad;
Sereno, tal habiendo la luna por coraza;
Blanco, más que si fuerais la espuma de la Raza,
Y desde el tabernáculo de vuestra castidad,
Nevad a mí los lises hondos de vuestra alma;
Mi sombra besará vuestro manto de calma,
Que creciendo, creciendo me envolverá con Vos;
Luego será mi carne en la vuestra perdida...
Luego será mi alma en la vuestra diluida...
Luego será la gloria... y seremos un dios!

-Amor de blanco y frío,
Amor de estatuas, lirios, astros, dioses...
¡Tú me los des, Dios mío!

EN EL ÁLBUM DE LA SEÑORITA E. T.

Tus grandes ojos de oriental pupila,
Vivos fulgores sin cesar irradian,
¡Son dos trozos de lumbre desprendidos
Del sol esplendoroso de la Arabia!

Son dos fúlgidos astros cuyo brillo
Apenas nubla tu pestaña negra,
Son dos astros... y tienen del abismo
La atracción, el misterio y las tinieblas.

Son dos diamantes negros engarzados
Bajo una frente de azahar y nardo,
¡Una frente divina que coronan
Sedosos bucles de reflejos áureos!

De tu perfil las armoniosas líneas,
Por su pureza sin igual asombran,
Sin duda un ángel las formó teniendo
Por modelo el semblante de una diosa.

Es tu pequeña y primorosa boca
Gracioso estuche de coral y perlas,
¡Una purpúrea flor en cuyo cáliz
Lloró la aurora sus celestes penas!

Pero a pesar del brillo esplendoroso
Que irradian tus pupilas musulmanas,
A pesar de tus nítidas facciones
Y de tu frente pálida,
Y a pesar de tus labios purpurinos
Y tus dientes de nácar
¡La ideal belleza de tu faz no excede
A la inefable y pura de tu alma!

CREPÚSCULO

Ya del dulce crepúsculo
Hanse extendido los flotantes velos,
Gime el triste zorzal en la espesura,
Manso susurra en el follaje el viento.

En esta hora es el campo
Un edén de belleza incomparable,
Todo en él es sosiego, todo es calma,
Muere la luz y las tinieblas nacen.

De pálidas estrellas
A bordarse principia el firmamento,
El ángel renegrido de la noche
Sus alas de azabache ya está abriendo.

Mil níveas azucenas
Inundan de perfume el tibio ambiente,
Y el frondoso rosal rico de savia
Al peso de sus flores desfallece.

Varias flores nocturnas
Los broches de sus cálices desprenden,
Y áureos lampos semejan las luciérnagas
Entre las sombras que la noche extiende.

¿Qué atracción misteriosa
En esta hora indefinible encuentro?
¿Por qué a la viva luz del mediodía
Sus tenues resplandores yo prefiero?

Porque el crepúsculo en sus leves gasas
Guarda un algo sombrío, un algo tétrico,
Y en lo triste y sombrío siempre existe
La belleza que atrae en lo funéreo,

En las tinieblas de la noche oscura,
Y en lo insondable del abismo inmenso,
¡La belleza más grande y atrayente,
La sublime belleza del misterio!

OJOS-NIDOS

Para mi madre
Entre el espeso follaje
De una selva de pestañas
Hay dos nidos luminosos
Como dos flores fantásticas.
¡Nidos de negros fulgores!
¡De oscuras vibrantes llamas!

Y allá: dentro de esa selva
De follaje negro, espléndido,
En el fondo de esos nidos
Como flores de destellos,
¡Agita sus ígneas alas
El ave del Pensamiento!

Los relicarios dulces

Hace tiempo, algún alma ya borrada fue mía.
Se nutrió de mi sombra... Siempre que yo quería
el abanico de oro de su risa se abría,
o su llanto sangraba una corriente más;

alma que yo ondulaba, tal una cabellera
derramada en mis manos... Flor del fuego y la cera,
murió de una tristeza mía... Tan dúctil era,
tan fiel, que a veces dudo si pudo ser jamás...