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Es el mar, aquí está, y te impregna todo el alma
desde la última luz buena de espejo a aurora
y desde el pabellón amado en los anhelos
de algunos vientos suaves casi humanos y puros,
igual que los amores y esperanza en la música
con el total consuelo de la estival fragancia;
así es tu caudal, mira manecillas del sueño
dibujadas al tiempo de las olas halladas
con el instrumental lego de las flores blancas.
Se expone en la alabanza la rama de las nieblas
imprecisas y secas justo detrás del mundo,
la ciudad disimula alguna tarde en tinieblas
sin eludir letargo que la fama acarrea,
al resumen ardiente de toda ceremonia
limada en el encuentro del aire y el deseo
de un verso de fortuna tan tierno y obediente
sobresale en el cielo justo el último verso
el monumento libre que silva desde el aire
Conmigo es fácil siempre multiplicar encuentros
ausentes de lisonjas conducidas al son
de olores derramados en la rosa atrevida,
se decora el invierno con algunos chichones
de clavel y de águila sabiendo incertidumbre
en el prado de la casa escrita entre los labios
del diluvio pudiente hospedado en el escrito
que te sigue en razón celebrando utilidad:
bien sin vivir bien sin nacer la voz encendida,
te sigue hasta la gloria de la fe y del amor
oriente embelesado en arenas amarillas.
José Pómez
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Poeta
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¡Que se escondió un rayo de sol por debajo del árbol en flor! Van las niñas a cogerlo, pero es lagarto y veloz y no deja que las manos le apaguen su resplandor. Cinco pares de manitas, diez manitas y un cartón. Una sobre de la otra, sobre de ellas el cartón, ¡y todo a la vez sobre el sol!... ...mas el sol dando un saltito se trepó sobre el cartón como una puñaladita de luces y de emoción. ¡Qué inútil las diez manitas contra los juegos de Dios!
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Poeta
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Duerme alma mía, y descansa. Desde hoy velaré yo.
Duerme que te estoy cantando nanas de mi corazón.
Sosiega tu vida inquieta saturada de dolor.
Velará mi cuerpo sano tu sueño reparador.
¡Ya bastante has trasnochado por esas calles de Dios!...
Duerme que te estoy cantando nanas de mi corazón.
Duérmete que si no duermes, volverá por ti mi amor.
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Poeta
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La carretera asfaltada le va coqueteando al río y le hace seña en la curva con su codo de peligro Los árboles espinosos hacen punzante el camino y un automóvil glotón se traga el paisaje vivo. La ceja negra del puente sobre el agua en remolinos va remolcando cantares y poemas vitalicios. Atrás un dragón de azúcar, en sus marfiles pulidos, lleva una carga amargada por contrapesos de hipos. Más acá nube de pájaros con nostalgias en los picos, Cerca del cerro, a lo lejos, martilleos de relinchos
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Poeta
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Búscame
¿Qué no me encuentras? ¡Si es que no me has buscado!
Búscame tras tu sombra o en las retinas de tus ojos claros. Búscame entre tus dedos o en tu boca de sándalo.
Yo soy un soplo vivo a tu vida arraigado.
Búscame por tu alcoba entre tu sueño alado, o por la senda rosa de aquel amor lejano.
Por sobre tu orgullo, en las flores azules de los prados. Yo estoy dentro de ti como un amor sellado.
¿Que no me encuentras dices? Siendo en tu misma vida que me pierdo… ¡Si es que no me has buscado!
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Poeta
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