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Créetelo y relátalo deprisa chispa desorbitada arca final, súbito disparate espejo y tiempo en el río acuñado de memoria.
En hondura veraz rima la esencia porque es natural el cambio visible, con el árbol está la sinfonía sin fecha, sin ciudad y sin el garfio.
Así es, ya lo estoy; como lo indicabas he ido a la sombra azul que me aguardaba para marcarme el fin de mis escritos.
Por el único verso en que me amabas todo lo prometido no se acaba y empieza a recorrer los infinitos.
José Pómez http://pomez.net
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Poeta
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Y se va marchitando la caja de las rosas; no tiene quien las saque y las lleve al camino. Un airón de perfume se nos quiebra en las manos mientras algo se muere y nace al mismo tiempo.
Se nos frustró la cita con aquella fragancia de tan pura, invisible, ese ramo de brisa que apenas huele a nada y que agavilla en sí todo el amor del mundo.
Hay cosas que no son, pero que siguen siendo gozo, nostalgia, fronda que nunca hemos plantado, hermosura secreta que sólo fue latido.
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Poeta
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Y estás: en el vacío y en la ausencia presente, en la que es y vive sin dejar de ser única oquedad invisible con raíces eternas. No hay mundo que la llene pero sí algo vivo que la besa y la calma.
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Poeta
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Voy a a arraigar en ti. Mis fuerzas más oscuras remueven lentamente la tierra de tu alma. Quisiera penetrarte y enraizar mi esencia sobre la carne viva que nutre tu fervor.
Ahondaré en ti mismo y abrasará tu sangre el fuego de la mía rebelde y soñadora. Invadido por mí, derribarás la cumbre que te aleja del cielo.
¿No sientes mis raíces? Tu tallo florecido, ebrio de sí, eterniza mi cálida fragancia. ¡Irguiéndolo alzarás la copa de mi frente, hasta volcar su zumo en los labios del sol!
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Poeta
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El mar me pertenece lo hago pasar entero entre mis manos ávidas. Lo acaricio le doy la única mirada sencilla que me queda la que aún no han manchado ni el miedo ni la muerte.
Mar limpio entre mis dedos goteando esperanzas porque sostiene aún un velamen con brisa.
Mar de todos los mares hoy contemplo en su espuma otros mares antiguos: aquel de mi primer contacto con las playas y el de aquellas lecturas codiciosas e incómodas bajo algún tamarindo. y aquel otro del trópico sin huellas de turistas con esa pulpa tierna que ofrece el cocotero.
Quiero olvidar aquí lo que sucedió anoche. el mar no tiene culpa. Es dócil, mío, puro, es un lebrel que lame mis plantas mansamente.
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Poeta
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Te esperaré apoyada en la curva del cielo y todas las estrellas abrirán para verte sus ojos conmovidos.
Te esperaré desnuda. Seis túnicas de luz resbalando ante ti deshojarán el ámbar moreno de mis hombros.
Nadie podrá mirarme sin que azote sus párpados un látigo de niebla. Sólo tú lograrás ceñir en tus pupilas mi sien alucinada y mis manos que ofrecen su cáliz entreabierto a todo lo inasible.
Te esperaré encendida. Mi antorcha despejando la noche de tus labios libertará por fin tu esencia creadora. ¡Ven a fundirte en mí! El agua de mis besos, ungiéndote, dirá tu verdadero nombre.
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Poeta
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Tú no sabes qué lejos. ¡Nadie sabe qué lejos! Encima de las nubes, detrás de las estrellas, al fondo del abismo en que se arroja el día, sobre el monte invisible donde duerme la luz.
Sólo allí podrá ser. Sólo allí tocaremos la verdad que tortura nuestras frentes selladas. Sólo allí se abrirán como flores de aurora aquellas lentas noches de amor en desvarío.
Nuestras manos lo piden tendidas al espacio en un sordo anhelar que no engendra clamores, nuestras plantas lo exigen tercamente aferradas a las huellas que el viento indómito destroza.
El horizonte huye robando a cada hora la secreta delicia que presagia el milagro. Hay briznas de prodigio en todos los instantes y el mundo, ciego, arde con vibración de altar.
Arrodilla tu fuerza. No hay glorias presentidas. Palpita en certidumbre la carne de los sueños. Si acunas la belleza que tu fervor concibe florecerá en tu muerte su exacta encarnación.
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Poeta
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Todas las soledades -grises víboras- muerden la duda que taladra mis sienes abatidas. Nadie finge camino en torno de mis plantas que repliegan, medrosas, su impulso derrotado.
¡Soledad de mi frente1 Un residuo de sueños la empolva de ceniza. -¡Qué siniestra bandada de ideas en delirio entrega al huracán su pálido plumaje!-.
¡Soledad de mis labios! Escondida zozobra de los besos en flor que no abrasa el estío, nostalgia de capullo condenado a vivir su eterna adolescencia.
¡Soledad de mis manos! Inefable tortura del gesto que se duerme en trance de caricia. ¿Para qué la ansiedad que entreabre mis palmas si adhieren a su curva inútiles vacíos?
Soledades que cercan con límites de hierro la expansión luminosa y frágil de mi vida... ¡Rompe tú las amarras que me retienen, muda, en el hueco sombrío de mi rincón doliente!
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Poeta
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Todos van, todos saben... sólo yo no sé nada.
Sólo yo me he quedado abstraída y lejana,
soñando realidades, recogiendo distancias.
Cada pájaro sabe qué sombra da su rama,
cada huella conoce el pie que la señala.
No hay sendero sin pasos ni jazmines sin tapia...
¡Sólo yo me he quedado en la brisa enredada!
Sólo yo me he perdido en un vuelo sin alas
por poblar soledades que en el cielo lloraban.
Sólo yo no alcancé lo que todos alcanzan
por mecer un lucero a quien nadie besaba.
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Poeta
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¡Si derribas el muro qué gozo en todas partes! ¡Qué lazo de palabras se sentirá en la tierra! Y todo será nuevo, como recién nacido... Si derribas el muro de todas las mentiras ¡Qué júbilo de amor abierto sobre el mundo! ¡Qué horizonte sin nubes en la curva del cielo!
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Poeta
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