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Como podría despojarme de la alegría Que me da tu presencia. Como podría decirte un hasta pronto Si un segundo es ausencia Como condicionar el momento Si todo el tiempo es para ti Como dejaría que te fueras sedienta Si mi cuerpo es agua quieta donde puedes beber
No quiero por respuesta un hasta pronto Invoco tu sentido, de lo ya vivido Y de lo que puede dejar de ser
Bebamos del vino del amor sentido De los despertares felices Donde existíamos tú y yo No busques pasión, donde hay soledad
No dejemos que la lluvia del olvido Moje nuestros cuerpos Y borre las huellas de nuestros pasos Hasta donde hemos podido llegar
Ahí esta el mar de nuestro tiempo Tan inmenso como azul
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Poeta
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Me recuerdas
Soy la brisa de primavera
Las hojas del otoño que caen secas
Soy lluvia y viento
Tu refugio y alimento
Soy luna en noches oscuras
Estrella en el firmamento
Soy el agua que calmo tu sed
Soy mujer quien te ama
Me recuerdas
Soy la sombra que te acompaña
El roció por la mañana
Soy tu aroma a jazmín
Y gardenia en tu cama
Soy ave
Soy canto suave
Soy alegría impresa en tu sonrisa
Soy el ocaso, de un soleado día
Soy el hombre que desea
Con ser de tu sueño el despertar
De tu cuerpo la sangre
De tu corazón el habitante
El que recorra todos los rincones de tu alma
Llenándolos de amor.
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Poeta
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RETRATO
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero; mi juventud, veinte años en tierras de Castilla; mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido —ya conocéis mi torpe aliño indumentario—, más recibí la flecha que me asignó Cupido, y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, pero mi verso brota de manantial sereno; y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética corté las viejas rosas del huerto de Ronsard; mas no amo los afeites de la actual cosmética, ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan a la luna. A distinguir me paro las voces de los ecos, y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera mi verso, como deja el capitán su espada: famosa por la mano viril que la blandiera, no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo —quien habla solo espera hablar a Dios un día—; mi soliloquio es plática con ese buen amigo que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. A mi trabajo acudo, con mi dinero pago el traje que me cubre y la mansión que habito, el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último vïaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar.
Antonio Machado, 1906
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Poeta
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En el preciso momento que no estas, Me invade la nostalgia de tu cuerpo, El deseo irreverente de poseerte Sin haber tocado tu piel.
De estar en ti Sin que me dejes ir. Imagino lo que ha de ser Sin tener siquiera idea de como eres.
Te sueño despierto Me veo en ellos Bebiendo de tus fuentes, Mientras disfruto de tus labios Invitandome a una orgia Frenetica de besos.
Es alli cuando veo La gran falta que me haces, Donde veo que el perfume de tus hormonas Me desarticula el cuerpo.
Entonces Reenumero las veces que una cancion, Nuestra cancion, Te nombra, Y es en ese preciso momento En que quiero que estes Junto a mí, Para mí, Conmigo, Sobre mí.
Pero te escapas, Te escurres de mis manos, Te siento huir, Cielo no corras.
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Poeta
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La muerte estaba ahí, mirándome, de soslayo la veía, sonreía hablando con los pájaros, decía "cristofué", en alusión al sonido producido por el pájaro con ese nombre. Pero ella estaba en una espera nauseabunda, sus ganas de partir eran inmensas. Se aletargaba el tiempo, se corría la vida de pronto como una cascada. Pero ella estaba en pie de guerra, era su hora. Su voz entrecortada, decía cosas sin sentido, por lo menos así parecía, como los locos que ven extraños seres en la nada. ¿A quien quería llevarse?, debo confesar que pensé en mi por un minuto, pero luego ella desvió su mirada a otra parte de la calle. Estaba todo en silencio. Un grito se escuchó en medio de la noche. Era desgarrador, alguien la había visto, o detectó su carruaje parado en la calle. Los caballos tenían la órbita de sus ojos llenos de gusanos. No era para menos ese grito. El tiempo no pasaba, un olor a alquitrán apareció, luego se expandió una neblina, como una cortina mortuoria. Alguien se había alejado del mundo de los vivos, estaba seguro. Sentí el preciso momento cuando partió la hermana. El carruaje se alejo, los pájaros empezaron a cantar de nuevo, todo se activó. Una sensación de pesadumbre sentí como cuando se aleja un amigo conocido. El cristofué canto de nuevo.
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Poeta
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Pra que tantas cartas de amor, tantos versos chorando dor, se você não entende o sentimento?... Pra que desperdiçar o sonho, debruçar-se no assombro, navegar e se afogar na desilusão?... Pra que me seguir se você não sabe como ficar, não sabe se agarrar à felicidade?... Nossa estrada está enfeitada com as folhas arrancadas da nossa história de amor, que não sabe chegar ao fim. O tempo fecha, cada dia mais rápido, as portas e janelas da nossa paixão... E você amor, se perde no abismo cego do teu coração, condenando nós dois à solidão.
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Poeta
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He de ser corderillo que salta en el otero huyendo de la turbia mirada de la tierra y escaparme del hato que cuidan los pastores en busca de otros cerros, melgares y praderas.
He de ser por mí mismo, hacer lo que deseo, caminar el camino de mis propias ideas; desnudarme del polvo que producen mis pasos y cubrirme del polvo que produzcan mis huellas.
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Poeta
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Los niños son la sangre venidera que regará con sangre nuestros campos. Los niños son los corazones fuertes que latirán encima de corazones lacios. Los niños son la mano necesaria para obturar heridas y embestir con laureles al errátil futuro. Los niños son esas riberas verdes de nuestros ríos secos. Los niños son mañana, y en mi pueblo… ¡quedan tan pocos niños!
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Poeta
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¡Qué felices las noches en los bares pasándose el porrón de peripecias si sólo pintan copas en los aires!
Y cuando pintan oros… ¡qué felices! Pero su palo casi siempre es otro y entre sus cartas pocos oros viven.
Las de su palo son, ellos lo dicen, las espinas, las zarzas, el trabajo…; las de su palo son, aunque no pinten,
las espadas clavadas en sus carnes; las de su palo son también los bastos, que les asestan golpes incontables.
¡Qué felices las noches en los bares con el porrón y, pinten lo que pinten, mirándose en la cara de los naipes!
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Poeta
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Angosto porque sólo le llueven estrecheces. Ovillo que recoge los hilos de tristeza y va sin equipaje de ranas y de peces soñando los lugares a los que nunca llega.
El río que conozco, callado y combatiente, que no es río corriente pues no lava ni riega. El río misterioso, que calla lo que siente y avanza con su poco caudal por la maleza.
El río solitario, que fluye entre las mieses. El río, que no es río de cantos y de arena. El río campesino, que llora a los ausentes y lleva un viejo puente colgado a las acuestas.
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Poeta
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