Tú sabes dónde buscarme, Tú sabes cómo encontrarme, Ven y róbame nuevamente el corazón Y haz de mi alma tu tibio cobertor.
Pronto dejarás de ser El ardiente sol de verano, Que aunque ahora, aún quema la piel, Se pierde anodino en el atardecer…
Ven y descansa tus alegrías y pesares Sobre el mar inmenso de mi pecho, Te estaré esperando para contener, Tus ardientes rayos en mi cuerpo anochecido.
Ven y rodea mi cuello con tus brazos Para escuchar cantar al violín, al chelo Uniendo voces con el arpa y la guitarra, Oirás tu nombre, en grata melodía.
Amarnos, será perdonarnos Y brillarás eternamente, Con tu carita de luna llena, En el cielo de mi amor.
Como siempre Ya me va siendo costumbre, Que solo las magnolias Me despidan al salir.
Caminar por el jardín Y tirar alguna rosa marchita, Señal inequívoca también De que el amor se está marchitando.
¿Dónde están los gitanos aquellos Que nos auguraron un eterno amor? ¡Que al compás de violines y guitarras Cantaron, danzaron y de fiesta nos llenaron!
Son diez años apenas… Cuales si fueran diez días para mí. Ya no tengo quién me prepare el café Al levantarme, tú sigues durmiendo.
Ya es primavera, sin embargo, Las violetas y jazmines no sonríen más, Siento llegar el frío del adiós En las blancas sonrisas de los nenúfares.
Me levanté temprano, no quise molestarte, Pero te he dejado flores frescas Para que te hablen de mi.
Ojalá te alegren la mañana Gardenias y azucenas, Que corté hoy, Para ti.
Aunque siempre lo niegues Y digas que ya no me quieres, El brillo en tus ojos, está hablando por ti Que en tu corazón, yo sigo presente.
No podrás olvidarme y quizás Hasta quieras volver a tenerme, En cada momento de tu sano juicio... Pues el destino, a veces saca de quicio.
Tu risa nerviosa acusa y sentencia Lo que sigues sintiendo día tras día Cuando te hablan de mí, bien lo sé Porque nadie te ha dado lo que yo te di.
Nadie más tiene el mirar de mis ojos Como estas miradas con las que te adoré, Ni el sabor de mis besos en tus dulces Como aquellos que a ti te entregué..
Desde que tú te marchaste Mis ojos y labios quedaron sellados, Nadie más ha acariciado mi cuerpo Ni ha dormido en tu almohada.
Y aunque parezca grosero, Decirte que aun te quiero, ruego que nos perdonemos, y Si tú quiere volvemos.
En las orillas de tus labios de amapola Absortos quedan, Los besos que no me diste, Buscarán sedientos, El ojo de agua fresca en mi boca, Que lo tuvieron cerca Más del cual cejaron de beber.
Tu pecho buscará abrigo De mi pecho enardecido, Aquel que día y noche clamaba Por la seda de tu piel, En unísono tempo y armonía Con el frenesí de tus latidos Y los sones de mi corazón.
Pero la culpa no fue tuya, ni mía, Fue la vida, O tal vez el infortunio que cruza los caminos, De los que juran amarse hasta la muerte, Como tú y yo juramos. Es por eso que te extraño, es por eso que te quiero, ¡Por eso es que te espero!
Al amparo gemebundo de la noche Tachonado de recuerdos vehementes, En la solitaria y angustiante soledad Mi corazón te busca, Entre los sueños Que aun danzan petulantes, Febriles, en mi mente
¡Y alzo mi voz! (Reclamando al horizonte Una culpa que no tiene), Señalando con mi índice el camino, El rumbo, Por el cual ante mis ojos vi perderse, La silueta de un amor interrumpido.
¡No encuentro paz, consuelo no hallo Para calmar éste dolor atormentado! Cuyas huellas no se borran, Se acrecientan, Con el paso de los años y el peso de la vida Que pasa llevándose la savia de mi cuerpo, Y deja solo ramas secas, sin olor, sin amor.
¡Acariciaré tu rostro iluminado En la tersa cara de la luna Y en esa hermosa luz plateada Tocaré tu pelo trasnochado!
¡Veré resplandeciente la luz de tu mirada, los fulgentes luceros, Fijos y distantes en el cielo serán los ojos de mi amada!
Tomaré en la noche silenciosa Tu cuerpo de diosa con mis manos, Para acariciar tu piel desnuda, y gozar de toda tú, preciosa.
Y en esa noche tan hermosa, Enfebrecidos haremos el amor, Aullando como un lobo, feliz guardaré esa noche, como una rosa.
Porque cuando te marches de mi lado Llevando hasta tu reflejo de las aguas, Me quedaré sin ti, pero contigo Aleja; Porque yo, desquiciado, te habré amado.
Como aman los poetas ¡A morir! Sin jamás siquiera haber tocado Un solo pelo de tu blonda cabellera, Serás luz eterna que guie mi existir.
Al correr las cortinas de mi ventanal, Solo entra el sol y tu recuerdo; El sol que da en los desvencijados Libros, la obra del tiempo y tu recuerdo, que da en mi corazón.
La tarde me sorprende dormitando, Con los lentes mal puestos Y el sombrero caído, en el balcón. Hojeando un álbum de tiempos aquellos, De cuando yo te amaba y tú me querías.
Todo se ha vuelto una cruel Y triste historia, Una que ni contar se puede, Porque mis nietos tienen otra abuela Y a los tuyos, nunca les hablarás de mí.
Sin embargo es mi promesa Que cuando a mí me toque partir Será el recuerdo de tu amor lejano, Lo único que de éste mundo lleve Para esperarte y amarnos para siempre.
No es más hermoso el amor Que acariciar se puede, Que aquel que a lo lejos, De su vida, ha entregado lo mejor.
Un beso, una caricia con dulzura La realidad confunde, Pero no es la llama que al corazón Inflame con el fuego de ternura..
En sus alas perfumadas lleva el viento Cantos de amor y despedida.. Así mismo la esencia trae Del amor, que por amar espera.
Mientras la que sueña en sueños Borda, el ajuar de ensueños Que nunca lucirá en la boda; Pues despertará al llegar la aurora.
Los pajarillos lanzan trinos, que en el Corazón de alguna pajarilla cala. Después hacen sus nidos y sus críos reciben amor.
Mas miles de versos el poeta escribe, Gritando a voz en cuello, sin que nadie Escuche, lo que su alma palpitante dice, Casi sollozante: “Yo también sé amar”-
Para cuando tú vuelvas, Ya mi amor tendrá otra dueña, Habré puesto a orear mi corazón Colgado de un cordel en mi ventana, Para que el viento con su fuerza arranque Los recuerdos que de ti quedaban.
Serán de otra mis caricias que eran tuyas, Aunque al tiempo mi mente te evoque Ya será muy tarde, otra dormirá en mi cama. Privado el corazón de la razón En otra boca, tus besos habré olvidado, Para cuando tú vuelvas.