|
Era el felpudo de los golpes rotos
Incendiario de la humanidad
Equivocarse como el sereno de la humildad
Así llacia el piloto de los deseos
Sin dar margen a la soledad
Era caprichoso como un niño en celo
Siempre disfrutando de su soledad
Inventando velas para los ciegos
El resto no importaba ya
Era del paisaje el color anfibio
con el que vestirse y no mirar atrás
Era el gorrión de los enfermos
que para curarse no tenían voluntad
y pagar las velas de los muertos
una incrucijada para su bondad
Carpintero viejo con serrín a cuestas
cómo las palmeras desde donde mirar
Era un barco a la deriva
Al lado de la jungla de cristal
La tortura llevaba su mochila
que solo tenía que esperar
que saltarsen los plomos de la cordura
El resto no importaba ya
El piloto , el sereno , el niño y todo lo demás
Está en la mina oculta
Esa que el carretero soportará
con la desgracia como ventura
por un cierto tiempo que no volverá
Funesto arrojo el de aquel momento
que desenterrando más hundido vas
La solera de la amazonia
la desesperanza grita sin cesar
Fusilados renacen para decir basta ya
Asi termina esta historia triste
cómo una más
No incendies los tejados de la soledad
Aunque los dientes chirrien de innata humanidad
Era chico sin peinar
Y no amamante la caridad
Los gorriones cautivos en mis manos estuvieron una eternidad
La simiente del futuro echada a perder está
Derechos reservados
20/07/2019
Dikia
|
Poeta
|
