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Sin querer, fui perdiendo la razón en un torbellino, de vida material.
Sin querer, fui perdiendo a la sazón el ser lo esencial.
Sin querer, perdí el alma y corazón, el cuarto mandamiento “Honrar padre y madre”.
Sin querer pero en el querer consciente, perdí lo vital, lo esencial, el alma, el corazón,
Queriendo, no honre padre y madre, no vi lágrimas en sus ojos, pero presentí un escalofrío de mea culpa, que muy dentro de ambas almas el inexpugnable vórtice, de un ahogado llanto mortal.
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Poeta
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Revoloteando un candil, una mariposa, y al pie de la puerta, un racimo de campanillas hermosas.
La candelilla azul observa absorta de lo alto, la campanilla olvidada, no salió la amada, y el amante chasqueado en un rincón oscuro del mesón, está sin razón dio por terminar.
Se acercó timorata la candelilla, a la flor azul como ella, y más por instinto, que razón, quiso a la campanilla polinizar llevando en sus patitas el grano de vida a su ser, a su estigma para que no se marchitara sin afán.
Mas la mariposa no pudo remediar lo que la amada y el amante, con sus egos terminaron por matar.
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Poeta
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Tus labios encarnados aconsejan, y a veces susurran melancolía y pena.
Mi paso cansino, la mirada fija en el vacío, entrando a mi lar las flores marchitas, un pétalo en el cristal.
Tumbado en cama a través de la ventana nubes acurrucadas, grisáceas, el gorgoteo de la lluvia, y de cubito prenatal añorando el vientre maternal.
Tus labios encarnados meditan, y a veces susurran lúgubre oscuridad.
Relámpagos centellean, palpitan estrepitosos, como la ira de los mundos de un mundo, y en cada palpitar luminoso sombras de angustia, sombras de miedo, sombras de un pasado pesaroso.
Tus labios encarnados callan, y a veces susurran silencio, silencio
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Poeta
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De mi amor una morena, callejón de un solo caño donde yo, viví antaño, canté, recité y plena.
De malambo hui de pena y a su hermano chato regalé pisco y gato y cuidara a mi samba y por no meter la gamba ella me diera pacato. A mi barrio de regreso con guitarra y cajón y debajo del balcón un valse, mi amor preso, si salió, su padre obeso con guitarra y cajón fui a otro callejón donde una linda galena me dio un beso, Elena, y olvide la razón.
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Poeta
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En aquel rincón el alma en meditación donde las gotas. Lluvias forman sin dilación una fina ruta, camino donde van aquellas, aquella combinación de cadenas y libertad. Confusión, eterna confusión, la serenidad del pequeño manantial formada por las gotas, no es sinónimo, por fuera explicación, sino en el fondo una falacia, una desilusión.
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Poeta
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Si acaso cruzar el umbral de lo no permitido, me fuera prohibido, menester sería guardar mis más secretas pasiones.
Si acaso el sol no se me permitiera ver, ora, por jamás no verte, será menester que el sol no brille más.
Si acaso la luna no volviera su luz ver ora, por perder tú recuerdo, en noches sombrías, será menester que su diáfana luz, no resplandezca más mis días,
Ora por cruzar el umbral, ora por no ver el sol, ora por no salir la luna, no se me permitiera mostrar mi amor, será menester perder, perder y acumular en la buhardilla del alma, todo lo que por ti yo siento, junto a mis demás pasiones.
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Poeta
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Ayer cuando daba la hora nona, me encontré con un amigo mío de aquellos reglones torcidos de Dios. (Torcuato Luca De Tena) como siempre con la mirada ida, sus pupilas dilatadas, sin zapatos y unos pantalones raídos.
Algunas palabras intentaba decirme, pero al parecer tanta medicina no se lo permitían.
Lo tome del hombro y nos sentamos como siempre en la vera, lugar de tantas conversaciones idas. Se fijaron sus ojos en mí, atención era lo que quería, pidió un cigarro, no se porque pero, pero el cigarro le daba una sensación de calma. Yo tenía en el bolsillo del chaleco dos que compraba cada noche antes de dormir.
Al parecer con el pasar de los minutos los síntomas del placebo químico se fueron diluyendo y él palabras me fue diciendo. En su imaginación se veía él con nombre egregio. Me conto de su vida pasada de sus años mozos de los halagos que recibía y las amantes que tenía que le querían que lo mimaban.
De repente exploto en un sollozo inconsolable su cara adusta denotaba la tristeza que sentía muy dentro del alma, temblaba, me asuste por un momento, y él tomando un segundo aire me tranquilizó.
Ah! Me dijo en un susurro, como si en un instante la razón volviera a él como si las persianas de su vida se abrieran, como si aquellos reglones se volvieran a enderezar, y a guisa de reflexión me dijo: “en mi largo caminar de nadie ni de nada me queje, no pedí más de lo que me podían dar, no di más de lo que no tenía, ahora menos “. Y me abrazo con fuerza se levantó y se fue, fumando El otro cigarro que yo tenía.
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Poeta
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Como la hoja que el viento surca, anunciando el fin del estío y la llegada otoñal.
Como el cactus que en el desierto se mantiene bajo el rubicundo sol, sandio y tozudo, esperando las siguientes lluvias.
Así como el agua de los ríos que nacen en la cúspide de un nevado y siente la incertidumbre de su destino.
Su alma cual hoja, cactus y agua, buscan desesperada el rumbo en esta senda que es corta y a veces larga.
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Poeta
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Su bella tez su aptitud altiva contrastaba con su angelical humildad que de sus ojos diáfanos refulgían denuedo. V
Del salón revestido por la hierba y árboles bebiendo del rocío mañanero las ninfas y colibríes revolotean sobre claveles, nardos y mozas. V
En ese reverbero de magia, encanto, ensueños, realidad y forma, estabas, con tu cuerpo de fino azahar andaluz cabello de azafrán ensortijados que resbalaban hasta tus senos que nos une a la vida. V
Desnuda como la ninfa y el colibrí como las flores los árboles y el manantial impoluta, si porque eres pura mujer, y mujer como la naturaleza toda, que engendra y forma vida. V
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Poeta
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Las manos cruzadas, veo hojas caídas de árboles sin miente, y sus quejas ardientes, no hablo, no escucho, no veo.
En la cima del monte, gemidos y gritos de una parturienta, y una hoja caída de un árbol sin miente.
En la vera de aquel, los ojos de mi hermano, atisban el abismo de la pendiente, y una hoja caída de un árbol sin miente.
Y la niña que va sonriente, en la mano la azucena y la orquídea, una hoja, en el árbol con miente.
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Poeta
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