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EUFEMISMO DIVERGENTE
El espacio está pensando despacio, en el trasluz castaño del año, añejando primaveras sobre aviso. Aunque traiga tumbas desiertas, y emborrache alegres mariposas.
Ya no muerde como la leche, en la pompa arrancando huracanes. Crueldad que asombra sombreros, de robles tutelares dormidos, en el patio sumisos reflejos.
Se cultiva en la luna lagunas, de un olvido adolorido. La noche sin cuerpo extraño, es furibundo eléctrico drama. Y el espacio espeso está callado.
En la desnudez de una oruga, la inscripción de una lágrima, eriza trenes y una gota de sangre, en una perla de nuez y queso. Averno de barata perfidia.
Una gorra gris hace piruetas, donde las piedras son alas, pues su oculta naturaleza, alarga la brisa orgullosa, y baila bajo su primera raíz.
Así, el beso cariñoso labra, cuando caninas las piedras corren, rugen, nadan y se rascan, las uñas, los moños, las muñecas, y brotan las raíces altas.
Enemiga prisionera del tiempo, permanece escarlata la espiga, porque tiene ojeras y orejas, para comer al año algunas semanas, en el fondo peregrino escalofrío.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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EL DESENVENENE EXCELENTE (Lipograma Monovocálico)
El edén eres… Encended y emprended… ¡El eje!... ¡El engendre!. Expeled el excederte. Te entrené… ¡Emerge!. Te enterré… ¡Entrevee!.
Entre el engendre. Entre el enhebre. En el pesebre…¿Ves?. Ve el pez enfrente. ¡Vé y embellécete!. Del encelde y enreje…¡Emerge!.
Enverdece, lee y estremécete. Entre endebleces, reverdece y emerge. En el entenderte… ¡Entended y extended!. El estremecerse… ¡Enternece y embellece! Entre el esplendente envejecer, encendedte. El reverdecer, es extenderse, es emerger.
Entre el efervescente encenderse Vé y vee. ¡Es entrever el envenene! ¡Entenderse enlentece ennegrecerse! El eje… ¡Encended!... El eje. Este ser ejerce. Ejerce ser éste. El edén eres. Eres el edén… ¡Estremécete!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez Información útil:https://es.wikipedia.org/wiki/Lipograma
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Poeta
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VELEIDAD TACITURNA
Con la luz lenta de lunes lejano, un diamante arroja un río, cayendo estrepitosa cada espina, cual humedad traidora en cada flor, polvorienta memoria amarillenta, como la hoja en dulce arrobamiento, que discute del otoño bajo el huerto, en la vieja primavera, puerta y techo, con la noche parvada de golondrinas.
El aire, las chispas y el ruido, se quejan. Allá, el inquieto lirio, punzante cardo, teje al balcón, sillas y algodones. Porque el rostro arrastra montañas, y cabañas, y cañadas, y mañanas. Ahogándose un grito está sobrio, cuando las olas encienden los arenales, y callan la espuma, el humo herido, y en los arrecifes, el viento despierta, sones pastoriles de azules llamaradas, donde las manzanas descansan.
Asfáltica, la primera claridad se petrifica, en el momento que espera sombrío, incólume impecable, un olvido vibrante. Lejano, el instante hace llover mariposas, aún cerradas las nubes en la campiña, donde todas las puertas pueden caerse, donde piden ser aniquilados los candados, y lograrían escapar las ventanas calladas, entre las lágrimas de arena trasnochadas.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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CONDESCENDIENTE
Tan poco verde como dulce es el mar, en el hilo del hielo al fuego salado, al recuerdo desnudando mariposas. En el silencio de la esquina. Oye al viento hijo.
Por ser tan gris donde se aferran, y se desviven las nuevas nubes, nieve naranja nave noble naipe. En el silencio de la esquina. Oye al viento hijo.
En el barro mirándole la espalda, en la blanda codicia hecha virtud, en la pérdida, en el llanto, en la noche. Deja al vestir la izquierda diestra, donde la música nace y muere...
En el silencio de la esquina. Oye al viento hijo. En el silencio de las hojas. Mira el último perfume hijo. Desnudando lágrimas al tiempo.
En el silencio de los hielos. Palpa la primera música hijo. En el silencio de las nubes. Teje los sueños olvidados hijo. Entre los ojos puros de tu vacío.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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SÉQUITO DE PAÑOLETAS
Porque allá el cielo está rayendo, al rayo, que reía al desierto, cada raíz, absorto y acopado, opaco ópalo, bonanza y badajo, cuando alela y aviva y reprende, eso que decrece y perece.
Entre lo que habría raído al mismo viento, en aguas, sangres, arenas inocentes, como si rayese tejidos los sueños, con insomnios almendrados, sin vivir, ni lid justa, sólo áfono sonreír, barato ágrafo y barrancoso.
Aunque degüelle núbiles alientos, engargolando nieblas duras, rapaz atroz, cada tiempo infecto, como degollarían los huesos la muerte, yerta, más que eterna más que tierna dócil flama.
Donde riñó al reino la risa, condecorando infames, panteones, lápidas, plumas, agua, aire, incendios ceniza caminos zapatos gritos silencio amargo vinagre largo.
No es ajeno para la espalda, ni para el llanto del tejado, este amarillento intento, que atraviesa párpado y cabalgadura, ya que puede desnudar al hueco, que desayunan las ventanas, en la nieve incendiada del almidón, del cansancio al primer desfile, huracán con pingüinos y canguros, donde dolores duelen duelas, rauda rueda ruda ronda.
¡Si aquella orilla fuera timón!.
Me devolverían la ceguera los topos, con el pico de la noche, donde anidan los muslos del ojo, y acribillan los cristales.
Enjambres de manzanas, y serpientes bailan al corcho, dormido y empaquetado diluvio, de caimanes candados espinas espumas humo números pedazos incansables jardines tabernas muelles escaleras fusiles.
¡Celeste abismo y despeñadero empeñado empañado pañuelo!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ECLIPSÁNDOSE CLEPSIDRA (Posmoderno)
Porqué… En la sidra será servida sobria. En el sótano del cíngulo vándalo. ¡Zángano círculo péndulo!.
Ahí, dónde el siempre sigue al nunca. Y la red atrapa sílabas y grietas, en el aire sabor de sombras, al lento rayo envejecido arroyo, agarrando al cansado túnel.
¿Cuánta destreza arde adrede? ¿Quién destroza verdes flamas? ¿Dónde a la tromba turban?
Aunque digan que muere sin agua, en la ruina del momento sin rostro, en el rastro del instante sin forma.
¡Vaya veleidad refrenada!. Por eso desnuda el nudo mudando, derramando destinos famélicos, con esa enorme sencillez absurda, en la sal azul del azúcar, al indómito latido del polvo.
¡Vaya, helicoidal, aboga!. Pidiendo al arbusto vasijas, que apresan insospechados luceros, en los huérfanos versos derretidos, por dónde el aroma tortura, la nube cruda del mordisco. ¡Audaz!... Desahuciada en sequía.
¡Ven, vamos, vamos!. Con la masa cándida del molde. Con la mesa cálida del roble. Por esa informe necedad nociva. Dónde tanta loanza lanza ligero. Dónde tanta tardanza taladra…
¡Ven, acata el virar curvo!. ¡Respeta la farsa falsa!. ¡Acota al desvirtuar insumiso!. ¡Rescata el sablear al timo!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Referencia útil: https://es.wikipedia.org/wiki/Posmodernidad
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AVIDRIADO EL RESQUEMOR (Texto Experimental Neosurrealista)
Con las patas en las ventanas están ahogando a los desiertos con los patos y las sequías sobrepoblando los panteones...
Bien abrigados para realizar sus compras de huesos, urnas y ataúdes, frente al peligro como una típica estrategia defensiva del tamaño normal de un reflejo que puede engullir diez espejos dispuestos a reconocer la inseguridad de la vida, refugiados en su viejo cadáver casi de manera rutinaria atando su canoa al semáforo más cercano, dada la multiplicación de las divisiones.
Con la ira del gusano y la ceniza en camisa desvistiendo las respuestas en las palmas y manos de un dátil desayunando falsas mentiras engañado...
Por el bienestar de las intensas nevadas, casi sepultadas en el hogar victimado, por las ausencias que caminan lento, y trabajosamente hasta el buzón, que no imagina lo que siente el hielo, al permanecer tanto tiempo habitando la consciencia fósil, con las innovaciones más recientes, en la protección del polvo de seis metros, y tres gotas de kilómetros buscando al diminuto momento, del vidrio herido.
Dónde el silencio camina dando al recuerdo su música escondiendo todo lo ignorado volando del nunca al jamás...
Por dar la felicidad segura, que de tantos elementos es el gusto responsable, de las funestas consecuencias, que transforman las ausencias en presencias sostenidas, por lo lejano del triunfo que lucha desesperado del rumor enamorado al ser miserable sólo aborrecido por la flora en bicicleta, y la fauna de los trenes rosas, añadidos al tornado, que rugía como un mosquito en cuarentena bajo el umbral del baño vulnerable.
Anhelando salir del precipicio con la leña sin envidia verde brujuleado y sin el mapa ¡Porqué nada es como dicen...!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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SEXTANTE SANGRANTE
Mi espíritu no sucumbió, dejaré que el verbo, exento, esté lejos del enfrentado caos. ¡Cuánto ardor ha sofocado! Ni agotaron, la intuición de otras moradas. Ni la razón… ¡Cuánta mirada ha trastocado, de horrenda, en bella!.
De fatales conjunciones. Los ríos y los mares nos recorren y celebran su gloria en la sangre. Claro el pulso que no yerra. Las palabras absorben, en el corazón ardiente del enamorado, sangre, las manos al firmamento, sudor, en el corazón arisco y duro, y lágrimas, nubes, sueños, sal y azúcar.
En libertad, en cadenas, espinas, desplegadas, de máscara y amargura, algodón y pasados pesados. No hay sueño, al sufrir sentimos las chispas de un fulgor. Música y lengua, muchos lo habrán hecho, alimento. ¡Cuánta clemencia ha encendido que no sean… Su luz en el misterio!.
Los árboles son un racimo de huesos que maduran los ríos. Y los mares recorren y celebran verdosa gloria en la sangre. He dicho superficie. Vuelve atrás. He escrito, la palabra palabras y son arrojadas a la basura. Ya no compuesto hablar, ya no que aspire a laurel docto, estoy tratando de decirte algo o a la sagrada musa, que no acierta a verse ni a decirse. Al amar antes de haber llegado a estas líneas. Detente. Camina. Duerme. Piénsalo. Piénsatelo. Palabras de usar y tirar. Callar, ignorar, esperar.
Entonces. Digo: Fuerza e impotencia. Tú sabes lo que es, metamorfosis, repetición informe, amalgama, la impotencia, a buen seguro, de múltiples colores, invisible, alguna vez.
Tal vez muchas, otras más, otras menos, la habrás sentido. Palabras de usar y tirar. Las dejo que me arrullen, con el alba, gris, roja, amarillenta, como pañuelos de papel. Hombres de usar y tirar, a menos, que el pecho su rigor suspire, esa es su eternidad, su victoria, su polvo y agua encarnada sin tiempo. Mándalo, ¡oh Musa!, Amor, que en mí rehúsa. Luego, abro al libro azul con líneas rojas, y las diseco, desnudando perfumes y miel, allí como si fueran arcoiris, lechugas y pensamientos o blancas sonrisas y rosas mariposas.
Está marcado para la búsqueda incesante, le obligará a colgar. Piel y hueso, más de una fe en el perchero, junto al teléfono.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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ANEGADIZO PAPIROTAZO
¡Cuánto me duelen doliendo a las ventanas su rotura su claridad opacando al cristalino desmedro con el esmero natural de tanto nuevo otoño tan viejo en su juventud!.
Con la punta amarilla___Secando al verdor Allá le fuera a encontrar___La misma nieve Al cabo de enfriarse_______El viejo año Por los meses espinas______Nuevo algodón Todos toman la mano_____Otros no tienen.
¿Qué más mentiras deseamos?. ¿Qué incertidumbres nos alumbran?. ¿Qué consuelo al dolor mata?. ¿Qué planta al pié un vergel?.
Abriendo a la puerta sin brazos, en las brasas, apagando al hielo, y en la hiel la miel sin piel… ¡Sólo el arado seco humedece!. En la ira nebulosa al rosal espina, al clavel la mariposa insiste tan dura en amargo adiós.
Un alma en flor la tumba deja, cruzando al mundo impaciente, tanto en solo, un instante, eterno…
¡Cuánta noche cabe en una vela!. ¡Cuánto milagro sin fin es primero!. ¡Cuánta belleza sin serlo siempre!. ¡Cuánto infunde al polvo el aliento!.
La gentileza fresca escasea al mundo de buena espera la paciencia agota… Gota a gota. Si bien se usa… Claro que no. No nace la firmeza sin oficio porque no hay hierbas en la luna. Venus no muere en un amor solo.
¡Si lo sabrá láctea la vía cuando hay!. ¡Ay, ay, en la juventud quema!. Hay, hay menos con el tiempo. En el mundo de los hombres abatidos. ¡Sin remedio tan duros!. Tan abundante, la inconsciencia… ¡Es ahora más y más con menos!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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CÁNDIDO Y TRAVIESO (Anticuento)
Llovía. Todo había pasado tan rápido. Las alas brotaron de repente, la puerta empalideció, la nube de humo buscaba una salida. No hay escapatoria posible; la noche reclama a grandes voces un plato de silencio sin los pe- ligros de la luna, asegurando que no va a dormir. Leyó un viejo libro, empezaba a tener insomnio, los ruidos de la calle eran extraños.
__ ¿Pero cómo es posible?.
No podía entender nada, estaba debajo de la puerta, con la pluma en la mano, pero necesitaba de la ins- piración para volar a la ventana. Sin importar que haya aprendido a sondear entre los archivos, y deleitarse en descifrar documentos relamidos. Ahora estaba bajo la influencia del olvido y de la incomprensión a su nueva visión a distancia.
__ ¿Podría acaso escribirse de esa forma?.
Al volver del campo unos cuervos se negaron a escuchar el rebuznar de los asnos inquietos. Después del desayuno frugal la sombra de aquel árbol saltaba entre las hojas, las mesas, y el escritorio, haciendo ruidos extraños, y repro- duciendo el último incendio del panteón cercano. La campana suena a lo lejos, tal vez vaya a misa.
__ ¡Qué absurdo!; Son las once de la noche, y todo se habrá olvidado en una hora.
Una oleada de recuerdos le trae el aroma salado de la playa miserable atrás de aquel volcán. Limpio de adiciones y restauraciones, sin mandarlo remendar por la censura, ni falsificar de acuerdo a intereses perversos.
Dicen que el agua fría está escribiendo cartas al polo, con el anhelo de la nieve enamorada del hielo. Su autoridad deriva de ciertas desviaciones deliberadas que se divierten amenazando ingenuos.
Lo grotesco no es lo incongruente, debe de hecho evitarse en el momento que lo estético se este transformando en estático. Y claramente se este expresando la pared interna de la belleza exterior, invisible por si misma en una sola lectura.
___ Volví a dormir, según me recuerda el techo contrario a la lluvia, acusando a la sequía de estupidez. De hábitos vagabundos y mediocres.
El camino sobre el agua cayó al suelo creando una especie de escenario iluminado en el centro de aquel bosque... Los peces felices pescaban insectos en filas. Éstos últimos no ocultaban su ira, y su repugnancia por el vidrio ; algunos ni siquiera quisieron mirar ni una sola vez al espejo; otros se reunieron en círculos de luz y se dividieron entre las luciérnagas.
___ ¡Asamblea!... ¡Qué se presenten los hombres!.
Los pantalones arrugados contemplaron con gran disgusto aquellas disposiciones, pero no se atrevieron a despertar ni a los zapatos ni a las camisas; pues habrían tenido que ver a los fantasmas de nuevo. La noche se había aclarado un poco. Abrió de nuevo el viejo libro, y leyó torpemente, algunas palabras le recordaban su origen ; sin embargo seguía sin entender... ¡Sí, sí, sin entender, y le molestó!.
___ ¿Serían sandeces o una realidad paralela?.
Creía escuchar con el rabillo del ojo ese olor dulce del pasado alegre. Una perplejidad como esta no hubiera sido imaginable fácilmente si el estilo nada indicara. Observó sus plumas que se empeñaban en volar escribiendo al aire, con la misma imposibilidad del ser. No era, en efecto, demasiado agradable, sobre todo después de haberse sentido humano... ¡Sí, sí, humano!.
___ ¡Sé lo que quieres decirme!... Dijo a la pared colgado del óleo en ese cuadro. En ese espacio policromo de ultramar y bermellón, entre la obediencia inmaterial de los relieves dispersos.
___ ¡Qué no hace falta contarle a nadie lo que nos hemos confesado hoy!... ¡Qué ninguna representación visual permite percibir el molde, el diseño o el estilo de este tipo de relatos, incluso el edificio desconocido de cualquier anticuento que provoque el derrumbe de la realidad que más convenga a la pobreza prolongada!.
Si bien ahora, yo aquí hago lo contrario ; pensó un tanto indiferente, no queriendo permanecer pasivo por completo, ni dejando de ser receptivo o evitar responder.
__ ¿Qué sería de mi si muero después de cinco días?.
___ ¡Así fue el año pasado, y nadie se encargó de revivirme!... Entre tanta hoja y polvo, árbol y mesa, escritorio y camas... No obstante, aquel librero frío es buen amigo, a veces me comprende al sostener tanta enciclopedia y tratado, como también libretas y revistas orgullosas, periódicos horrorizados y demás.
___ ¿Qué eres tú, extraña cosa depositada sobre la imaginación de lectores distraídos o superficiales, y que solo esperan encontrarse a sí mismos en ti?...
__ ¡Déjenme en paz!. Historietas y chismes, noticias deformes, informes distorsionados a precio bajo, letras vanas amantes del engaño, discursos manipuladores, inútiles y serviles...
Durante dos días tuvo la dicha de ser leído, de ser re-elaborado y revivido, de conversar con las pre- guntas y reflexiones, de descansar sus piernas en la fantasía algodonosa de algunos lectores agudos, sensibles, creativos y de especial inteligencia...
Intentó tranquilizarse, el camión se puso en marcha, y la pesada caja fue sacudida; la calle estaba llena de baches, y los encargados de su mantenimiento los tenían bien decorados para las próximas elecciones.
Bajo una luz fantasmagórica las letras se escurrían de las frases, destruían las rimas, los poemas saltaban asustados, la censura aterrorizaba la creatividad más débil, los cuentos volaban por los aires, y las novelas estaban mudas, al salir del nido ya eran fósiles.
A lo lejos, en el camino de la fantasía se oían unas carcajadas burlonas...
___ ¡Nadie te entenderá!. Y nadie, está ocupado en otras cosas. Todo mundo espera leer sin esfuerzo. ¡Comprender por ósmosis!.
Entre lo pueril y lo bárbaro.
Si no es así... ___ ¿Desde cuándo un anticuento tiene vida fuera del texto?.
Y cuantas veces el texto es ininteligible, y corregido de acuerdo a los gustos de las épocas sucesivas, por más decadentes y regresivas que sean, dentro de los avances en otras áreas infames...
___Y ser cándido y travieso es lo que menos importa...
Llovía y llovía. Todo había pasado tan rápido. Las alas brotaron, la puerta empalideció, la nube de humo buscaba una salida... Y la encontró, cuando él murió en el olvido.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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