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Música, endulzas los oídos, acaricias el alma, atrapas con tu sinfonía... Eres dulce compañía...
Llegas con tus melodías envolventes que atrapan todos nuestros sentidos. Música, mágico sonido eres sin duda la reina de las artes y posiblemente la más brillante.
Llegas al oído como un remedio natural que nuestro espíritu desea escuchar y con sólo siete notas debes armonizar todos los sonidos de cualquier lugar. Vives en la melodía de los ríos al pasar, en el roce de las hojas del follaje o en el suspiro del viento al clamar. Estás el los sonidos del oleaje de la mar, en las melodías de las aves al cantar, en el zumbido de los cálidos desiertos o en el retumbar del hielo polar.
Susurro, melodía, canto... sinfonía; eres música del firmamento celestial que caes con la lluvia del sur y la boreal inundando nuestros pueblos y comarcas, al pasar. Música, mágico sonido, endulzas los oídos, acaricias el alma, abrigas con tu melodía... Eres dulce compañía...
DO, RE, MI, FA, SOL, LA , SI ... Eres MúSIca LAureada con tu REtórico soniDO y de FAstuosa SOLemnidad... ¡ MItica ...! ¡ Viva la música !
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Poeta
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Lágrimas amargas mojan el andén por ese gran amor que terminó ayer cuando todo era felicidad para ellos, cada vivencia con sus recuerdos bellos. Y por este dolor se humedece todo, porque esto no podría ser de otro modo... tanta ternura y afección entregadas, tantas promesas de amor acariciadas, de manera recíproca hasta el final durante el día, la noche y el matinal. Ahora todo es gris y vapor en la estación que se confunden con la desilusión. ¿Por qué esto pasará, lo del desamor? ¿Si en momentos se juró un eterno amor?
Preguntas que no tienen explicación, ni respuestas lógicas a la razón. Suena el pito del tren. No hay besos ni adiós sólo vive la tristeza entre los dos; la boca se seca... late el corazón... efluvios de vapor ocultan dolor. Lentamente se va el tren. Llora el andén porque nunca más se volverán a ver.
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Poeta
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“Mis padres eran mi mejor compañía siempre, en todo momento; sólo me ausentaba cuando tenía que ir a estudiar, o ellos las escasas veces que no los pude acompañar, como esta vez, al momento de hacer el obligado viaje al pueblo. Los lazos que se producen en la infancia con la familia son únicos. Los más importantes seres desde la más temprana edad son los padres, llegando a ser nuestro complemento; sus manos son la extensión de las nuestras; así mismo, nuestros gestos, palabras, sentimientos, extensiones de los suyos. Vivimos en ellos y ellos en nosotros. Mis temores me hicieron meditar tantas cosas, como que había comenzado a madurar prematuramente. Aprecié sus risas, consejos y también sus regaños que más de las veces me los merecía. Observé mi cuarto, vi algunas antiguas fotografías que mamá había puesto para que me hicieran compañía: la de papá cuando era joven y estaba trabajando en el huerto, la de mamá, tomada en el pueblo cuando era muy menor. Aproveché de contemplarlas, de verlas por primera vez de manera detallada; los ojos de ambos me miraban alegremente dándome su mejor compañía, esculpieron mi alma de ternura, haciéndome sentir el ser más feliz por tenerlos. Sentí la tibieza de sus palabras que anidaron en mis sentidos, descubriendo en cada uno de ellos la verdadera fuente de amor y con las que de manera inagotable siempre he contado. Contemplé, además, algunas imágenes religiosas que eran parte del decorado, influido por las costumbres de mamá. Cada uno de estos retratos tenía una historia que más de una vez me había narrado, especialmente cuando me acompañaba a dormir. Las miré una a una, recordando hasta los más mínimos detalles de la vida de aquellos santos personajes, todos seres buenos de los que estaba rodeado en esta solitaria noche –me convencía– y estaba agradecido de contar con tan selecta compañía.”
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Poeta
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No hay mejor refugio, no hay mejor hospitalidad que aquella que se da en una cocina de campo, generosa desde siempre apegada junto al rancho.
Huracanes de aromas brotan por sus rendijas; pero mejor saben sus sabores a sencillas esencias de huerto y a la multitud de sus verdores: albahaca, hierba buena, tomillo, morrón, romero, cilantro...
Rústica cocina de campo, hermosa por su simplicidad por su pintado a humo y por su barnizado de alquitrán. Cocinas decoradas con zapallos; con largas ristras de cebollas, de ajíes y de ajos.
Olletas negras penden de cadenas que abrazan la calidez del fuego; y dentro de ellas su magia: el caldo, el estofado, los porotos, la cazuela, el perol o el mote.
Ollas, cacerolas y sartenes son fuentes de alquimia de la apartada alquería.
Penden, también de la oscuridad las carnes secas y el costillar que lagrimean por el calor y que mañana serán sabor sobre una mesa dadivosa, en un gran plato suculento que los alimentará a todos, hasta el errante hambriento.
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Poeta
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Palabras, alegres y tristes palabras... nacen, abundan, fluyen al instante. Son las emociones que cantan o sólo la rutina que habla.
Qué bello suena decir al oído aquéllas que siempre deleitan: Ayuda, amor, cuidado… Sentir en lo íntimo su significado.
Hermosos sonidos que brotan susurrantes, grafías que se plasman inmortales trayendo consuelo al dolorido o compañía al que medita en el asilo.
Cuando dulces se presentan o al ser agresivas en ofensas, ellas perduran en el tiempo, grabadas, como placer o aturdimiento.
Que agradable se ven vestidas de melodías de aquella canción romántica o divertida, en los versos del poeta ilusionado, o en la voz del que clama justicia o amparo.
Libertad, juventud, naturaleza… palabras, frágiles palabras de riqueza universal resuenan como ecos de milenarias recetas conformando preciosos racimos de letras.
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Poeta
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Somos protagonistas de la vida, de las tantas situaciones que ocurren a diario, a cada momento. Vivimos insertos en el mundo que nos ha tocado vivir y de cierta manera debemos sentirnos responsables de lo que pase en él, como también de aquello que hace ser lo que particularmente es en definitiva cada uno de nosotros. A través del tiempo es bueno hacer un recuento de lo vivido: pensado, obrado; poner en la balanza nuestra forma en que hemos enfrentado nuestra existencia, las cosas que han marcado nuestro camino, las situaciones negativas que fuimos capaces de revertir, los buenos ejemplos que nos tocó observar, los oportunos consejos recibidos y entregados, mirar atentos los errores para jamás repetirlos. En fin, detenerse para seguir avanzando, avanzando bien, porque para continuar el recorrido hace bien descansar, tomar aire fresco, saciarse de agua pura y seguir la marcha. Y para no perderse, hace muy bien mirar las huellas... Algunas de éstas ya están marcadas, bastará con seguirlas; otras, tú debes abrirles camino, marcárselas a quienes viene detrás. Porque en nuestra vida son muy importantes las huellas... las que se siguen, las que se dejan.
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Poeta
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A veces me di tiempo para rezar... ensayé poses, creé el mejor ambiente, llegué a mi sensibilidad... reconocí mis errores que cubren mi cuerpo, vi también temores que día por medio siento: la vejez, la muerte, el destino... también he encendido muchas velas para ayudar en lo que pueda a alumbrar el mundo, acercando los candelabros a las bibliotecas. Quise ser el mejor, pero no pude. No pierdo la esperanza... tal vez, cuando caigan más hojas con leyendas que convenzan o cuando asfixien mi vista las consecuencias...
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Poeta
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Me senté a la mesa para saborear los viajes que me llevaron lejos de aquí. Hice un brindis con cada uno de los regalos que hasta hoy he recibido. Me atoré con cosas que no pude lograr a la perfección. Acerqué la cuchara cargada de besos que algún día intimé. Lamí las cuestiones que muchas veces leí y me enseñaron a ser un buen hombre. Destrocé con mi cuchillo los errores que me persiguen. Aplané con mi gentil cuchara el baúl antiguo que me sirvió para disfrazarme de aquel buen hombre. Pinché con mi tenedor una y más veces la maldad y mis pecados que hasta hoy conviven conmigo. Los adornos de la mesa son ilusiones que siempre he tenido. El mantel, las fantasías, las muchas que cuelgan sobre mi frente. La loza hecha de mentiras decorada con aciertos de sabios. La cuchillería, de grandes pasos y caminatas, de miradas poco transparentes. La sopa de amargura. Las carnes, la masas, purificadas de perdón llegaron acompañando a dolores y penas. El postre, la soledad en que siempre me he cobijado. Mi cuerpo satisfecho de bienes, de gustos. También indigesta de objetos sin valor, de sinsabores...
Así es la vida...
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Poeta
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V Sobre la epidermis viva de los árboles, talladas... profundas las letras. Símbolos universales les adornan: Flechas, corazones... Ayuda de memoria para el transeúnte que se olvidó de amar y para el que ama todos los días.
VI Escondí mi envejecido cuaderno bajo mullida almohada y así, por osmosis, transformar mi mente... y ella, me transforme en intelectual para pensar y hablar inteligentemente hasta la eternidad.
VII Después de largo viaje sílabas se desmontaron de palabras y se pusieron a descansar; se formaron como soldados del mejor ejército y una a una fueron enumerándose para después ensayar las mejores poesías y cantos de la cultura universal. Había uniformes cargados de condecoraciones, también vi otros sencillos, de batalla. Los más utilizados eran estos últimos.
VIII
Antes de rezar me interioricé de las ciencias, aprendí teoremas y principios por montones que me llevaron a hurguetear la historia y posteriormente ensayar... repetir miles de veces las mejores oraciones y letanías de la humanidad: Ama, ama, ama... Lee, lee, lee...
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Poeta
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