Poemas :  El vino de los amantes
¡Hoy es espléndido el espacio!
Sin freno, ni espuelas, ni brida,
Partamos a lomos del vino
Hacia un cielo divino y mágico.

Cual dos ángeles torturados
Por implacable calentura
En el cristal azul del alba
Sigamos tras el espejismo.

Balanceándonos sobre el ala
Del torbellino inteligente,
En un delirio paralelo,

Hermana, navegando juntos,
Huiremos sin reposo o tregua
Al paraíso de mis sueños.
Poeta

Poemas :  El viaje
(A Maxime du Camp)

I
Para el niño, enamorado de mapas y estampas,
El universo es igual a su vasto apetito.
¡Ah! ¡Cuan grande es el mundo a la claridad de las lámparas!
¡Para las miradas del recuerdo, el mundo qué pequeño!

Una mañana zarpamos, la mente inflamada,
El corazón desbordante de rencor y de amargos deseos,
Y nos marchamos, siguiendo el ritmo de la onda
Meciendo nuestro infinito sobre el confín de los mares.

Algunos, dichosos al huir de una patria infame;
Otros, del horror de sus orígenes, y unos contados,
Astrólogos sumergidos en los ojos de una mujer,
La Circe tiránica de los peligrosos perfumes.

Para no convertirse en bestias, se embriagan
De espacio y de luz, y de cielos incendiados;
El hielo que los muerde, los soles que los broncean,
Borran lentamente la huella de los besos.

Pero los verdaderos viajeros son los únicos que parten
Por partir; corazones ligeros, semejantes a los globos,
De su fatalidad jamás ellos se apartan,
Y, sin saber por qué, dicen siempre: ¡Vamos!

¡Son aquellos cuyos deseos tienen forma de nubes,
Y que como el conscripto, sueñan con el cañón,
En intensas voluptuosidades, mutables, desconocidas,
Y de las que el espíritu humano jamás ha conocido el nombre!


II
Imitamos ¡horror! al trompo y la pelota
En su danza y sus saltos; hasta en nuestros sueños
La Curiosidad nos atormenta y nos envuelve,
Como un Ángel cruel que fustigará soles.

¡Singular fortuna en la que el final se desplaza,
Y no estando en parte alguna, puede hallarse por doquier!
¡Donde el Hombre, que jamás la esperanza abandona,
Para lograr el reposo corre siempre como un loco!

Nuestra alma es nave de tres palos buscando su Icaria;
Una voz resuena en el puente: "¡Atención!"
Una voz desde la cofa, ardiente y loca, clama:
"¡Amor... gloria... felicidad!" ¡Infierno! ¡Es un escollo!

Cada islote señalado por el vigía
Es un El dorado prometido por el Destino;
La imaginación, que acucia su orgía
No halla más que un arrecife al amanecer.

¡Oh, el infeliz enamorado de tierras quiméricas!
¿Habrá que engrillar y arrojar al mar,
A este marinero borracho, inventor de Américas
Para el cual el espejismo toma el remolino más amargo?

Como el viejo vagabundo, chapaleando en el lodo
Sueña, husmeando en el aire, brillantes paraísos;
Su mirada hechizada descubre una Capúa
En cuanto lugar la candela alumbra un tugurio.


III
¡Asombrosos viajeros! ¡Qué nobles relatos
Leemos en vuestros ojos profundos como los mares!
Mostradnos los joyeros de vuestras ricas memorias,
Esas alhajas maravillosas, hechas de astros y de éter.

¡Deseamos viajar sin vapor y sin velas!
Para ahuyentar el tedio de nuestras prisiones,
Haced desfilar nuestros espíritus, tensos como un lienzo,
Vuestros recuerdos enmarcados por horizontes.

Decid, ¿qué habéis visto?


IV

"Hemos visto astros
Y olas; hemos visto playas además;
Y, malgrado muchos choques e imprevistos desastres,
Nos hemos hastiado, a menudo, como aquí.

El esplendor del sol sobre el mar violáceo,
El esplendor de las ciudades en el sol poniente,
Encendían en nuestros corazones el impulso inquietante
De sumergirnos en el cielo con su reflejo fascinante.

Las más ricas ciudades, los más amplios paisajes,
Jamás contenían el atractivo misterioso
De aquellos que el azar forma con las nubes.
¡Y siempre el deseo nos tornaba inquietos!

-El gozo acrecienta del deseo la fuerza.
¡Deseo, viejo árbol, al cual el placer sirviéndole de abono,
Entretanto acrecienta y endurece tu corteza,
Tus ramas quieren ver el sol de más cerca!

¿Crecerás siempre, gran árbol, más vivaz
Que el ciprés? —Sin embargo, nosotros, con cuidado,
Recogimos algunos croquis para vuestro álbum voraz,
¡Hermanos que encontráis bello todo cuanto viene de lejos!

Hemos saludado ídolos engañosos;
Tronos constelados de joyas luminosas;
Palacios adornados cuya feérica pompa
Sería para vuestros banqueros un sueño ruinoso;

Vestimentas que son para la vista una embriaguez;
Mujeres cuyos dientes y las uñas están pintados,
Y juglares sabios que la serpiente acaricia."


V
Y después, y después. ¿Todavía, qué más?


VI
"¡Oh, cerebros infantiles!"

Para no olvidar el tema capital,
Hemos visto en todas partes, y sin haberlo buscado,
Desde arriba hasta abajo la escala fatal,
El espectáculo enojoso del inmortal pecado:

La mujer, esclava vil, orgullosa y estúpida,
Sin reír extasiándose y adorándose sin repugnancia;
El hombre, tirano goloso, lascivo, duro y ávido,
Esclavo de la esclava y arroyo en la cloaca;

El verdugo que goza, el mártir que solloza;
La fiesta que sazona y perfuma la sangre;
El veneno del poder enervando al déspota,
Y el pueblo amoroso del látigo embrutecedor;

Muchas religiones semejantes a la nuestra,
Todas escalando el cielo; la Santidad,
Cual un lecho de plumas donde un refinado se revuelca,
En los clavos y la cerda, buscando la voluptuosidad;

La Humanidad habladora, ebria de su genialidad,
Y enloquecida, hoy como lo estaba ayer,
Clamando a Dios, en su furibunda agonía:
"¡Oh, mi semejante, oh mi señor, yo te maldigo!"

Y los menos necios, atrevidos amantes de la Demencia,
Huyendo del gran rebaño acorralado por el Destino,
Refugiándose en el opio inconmensurable!
-Tal es del globo entero el eterno boletín."


VII
¡Amargo sabor, aquel que se extrae del viaje!
El mundo, monótono y pequeño, en el presente,
Ayer, mañana, siempre, nos hace ver nuestra imagen;
Un oasis de horror en un desierto de tedio!

¿Es menester partir? ¿Quedarse? Si te puedes quedar, quédate;
Parte, si es menester. Uno corre, el otro se oculta
Para engañar ese enemigo vigilante y funesto,
¡El Tiempo! El pertenece, a los corredores sin respiro,

Como el Judío Errante y como los apóstoles,
A quien nada basta, ni vagón ni navío,
Para huir de este retiro infame; y aun hay otros
Que saben matarlo sin abandonar su cuna.

Cuando, finalmente, él ponga su planta sobre nuestro espinazo,
Podremos esperar y clamar: ¡Adelante!
Lo mismo que otras veces, cuando zarpamos para la China,
Con la mirada hacia lo lejos y los cabellos al viento,

Nos embarcaremos sobre el mar de las Tinieblas
Con el corazón gozoso del joven pasajero.
Escucháis esas voces, embelesadoras y fúnebres,
Que cantan: "¡Por aquí! vosotros que queréis saborear

¡El Loto perfumado! Es aquí donde se cosechan
Los frutos milagrosos que vuestro corazón apetece;
Acudid a embriagaros con la dulzura extraña
De esta siesta que jamás tiene fin!"

Por el acento familiar barruntamos al espectro;
Nuestros Pilades, allá, nos tienden sus brazos.
"¡Para refrescar tu corazón boga hacia tu Electra!"
Dice aquella a la que en otros días besábamos las rodillas.


VIII
¡Oh, Muerte, venerable capitana, ya es tiempo! ¡Levemos el ancla!
Esta tierra nos hastía, ¡oh, Muerte! ¡Aparejemos!
¡Si el cielo y la mar están negros como la tinta,
Nuestros corazones, a los que tú conoces, están radiantes!

¡Viértenos tu veneno para que nos reconforte!
Este fuego tanto nos abraza el cerebro, que queremos
Sumergirnos en el fondo del abismo, Infierno o Cielo, ¿qué importa?
¡Hasta el fondo de lo Desconocido, para encontrar lo nuevo!
Poeta

Poemas :  El vampiro
Tú que, como una cuchillada;
Entraste en mi dolorido corazón.
Tú que, como un repugnante tropel
De demonios, viniste loca y adornada,

Para hacer de mi espíritu humillado
Tu lecho y tu dominio.
¡Infame!, a quien estoy ligado
Como el forzado a su cadena,

Como al juego el jugador empedernido,
Como el borracho a la botella,
Como a la carroña los gusanos.
-¡Maldita, maldita seas tú!

Supliqué a la rápida espada
Que conquistara mi libertad
Y supliqué al pérfido veneno
Que sacudiera mi ruindad.

¡Ay! el veneno y la espada.
Me desdeñaron diciéndome:.
-No eres digno de que se te libere
De tu esclavitud maldita.

-¡Imbécil! -Si de su dominio
Te libraron nuestros esfuerzos,
Tus besos resucitarían
El cadáver de tu vampiro.

Versión de María Fasce
Poeta

Poemas :  El perfume
Lector: -¿Alguna vez, por suerte has respirado
con morosa embriaguez, con avidez golosa
el incienso que invade la nave silenciosa,
o el pomo que de ámbar un tiempo fue colmado?

¡Oh mágico, profundo portento alucinado,
presencia revivida de evocación brumosa,
cuando sobre su cuerpo puedo aspirar la rosa
de la sepulta imagen, del recuerdo adorado!

Selváticos efluvios se propagan al vuelo
del espeso y elástico madejón de su pelo,
como un incensario que sahuma la alcoba.

Y de las muselinas y el terciopelo oscuro
de los trajes, de todo, fluye, en hálito puro,
negro aroma gemelo del lecho de caoba.

Versión de: Carlos López Narváez
Poeta

Poemas :  El gusto de la nada
¡Triste espíritu, antaño amante de la lucha,
la Esperanza, cuya espuela excitaba tu ardor,
no quiere ya montarte! Échate sin pudor,
viejo caballo cuyas patas tropiezan en todos los obstáculos.

Resígnate, corazón mío; duerme tu sueño de bruto.

¡Espíritu vencido, extenuado! Para ti, viejo merodeador,
el amor no tiene ya sabor, ni tampoco la lucha;
¡adiós, pues, cantos del metal y suspiros de la flauta!,
¡placeres, no tentéis ya a un corazón sombrío y gruñón!

¡La adorable Primavera ha perdido su olor!

Y el Tiempo me devora minuto tras minuto,
como la nieve inmensa a un cuerpo afectado por la rigidez;
contemplo desde lo alto el globo de su redondez,
y ya no busco en él el abrigo de una choza.

Alud, ¿quieres arrastrarme en tu caída?
Poeta

Poemas :  El extranjero
-¿A quién quieres más, hombre enigmático, dime, a tu padre, a tu madre,
a tu hermana o a tu hermano?
-Ni padre, ni madre, ni hermana, ni hermano tengo.
-¿A tus amigos?
-Empleáis una palabra cuyo sentido, hasta hoy, no he llegado a conocer.
-¿A tu patria?
-Ignoro en qué latitud está situada.
-¿A la belleza?
-Bien la querría, ya que es diosa e inmortal.
-¿Al oro?
-Lo aborrezco lo mismo que aborrecéis vosotros a Dios.
-Pues ¿a quién quieres, extraordinario extranjero?
-Quiero a las nubes..., a las nubes que pasan... por allá.... ¡a las nubes
maravillosas!
Poeta

Poemas :  El enemigo
Mi juventud no fue sino oscura tormenta
que rara vez el Sol cortó con luz brillante,
trueno y lluvia ejercieron tan repetida afrenta
que en mi jardín no existen los frutos incitantes.

Yo que toqué el otoño del pensamiento azadas
tendré que usar, rastrillos y palas poderosas,
para juntar de nuevo las tierras inundadas
donde los agujeros son grandes como fosas.

Quién sabe si las nuevas flores que yo he soñado
encontrarán en este territorio lavado
el místico alimento que las vaya elevando!

Oh dolor de dolor! Corre el tiempo, la vida,
y el oscuro enemigo que nos va desangrando
crece y se fortifica con la sangre perdida!

Versión de Pablo Neruda
Poeta

Poemas :  El balcón
¡Madre de los recuerdos! ¡Reina de los amantes!
Eres todo mi gozo, ¡todo mi yugo eres!
En ti revivirán los íntimos instantes
y el sabor del hogar en los atardeceres,
Madre de los recuerdos, ¡Reina de los Amantes!

Las noches que doraba la crepitante lumbre,
las noches del balcón entre un vaho de rosas,
cuán dulce tu regazo, de ardiente mansedumbre
y el frecuente decirnos inolvidables cosas
en noches que doraba la crepitante lumbre.

¡Oh cuán bellos los soles de las tibias veladas!
¡Qué profundo el espacio! ¡Qué cordial poderío¡
Inclinado hacia ti, Reina de las amadas,
respiraba el perfume de tu cuerpo bravío.
Oh cuán bellos los soles de las tibias veladas.

En redor espesaba la noche su negrura
y entre ella adivinaban mis ojos tus pupilas,
yo libaba tu aliento. ¡Oh veneno! ¡Oh dulzura!
Y tus pies dormitaban en mis manos tranquilas,
y en redor espesaba la noche su negrura.

¡Es de artistas fijar los minutos del gozo
remirando el ayer sumido en tus rodillas!
¿A qué vano buscar encanto langoroso,
de tu cuerpo y tu alma sino en las maravillas?
Es de artistas fijar los minutos del gozo.

Juramentos, aromas, besos innumerables:
renacerán del vórtice vedado a nuestras sondas
como soles que suben a cielos inefables
después de sumergidos en las amargas ondas?
¡Oh aromas, juramentos! ¡Oh besos incontables!

Versión de Carlos López Narváez
Poeta

Poemas :  Alegoría
Ésta es una mujer de rotunda cadera
que permite en el vino mojar su cabellera.
Las garras del amor , las mismas del granito.
Se ríe de la muerte y la depravación,
y, a pesar de su fuerte poder de destrucción,
las dos han respetado hasta ahora, en verdad,
de su cuerpo alto y firme la altiva majestad.

Anda como una diosa y tiende sultana,
siente por el placer fe mahometana.
Y cuando abre los brazos, sus pechos soberanos
demanda la mirada de todos los humanos.

Ella sabe, ella sabe, ¡oh doncella infecunda!,
necesaria, no obstante a la caterva inmunda,
que la beldad del cuerpo es un sublime don
que de cualquier infamia asegura el perdón.

Ella ignora el infierno y purgatorio ignora,
y mirará por eso, cuando le llegue la hora,
la cara de la muerte en un tan duro momento,
como un niño: sin odio sin remordimiento.

Versión de María Fasce
Poeta

Poemas :  A la que pasa
La avenida estridente en torno de mí aullaba.
Alta, esbelta, de luto, en pena majestuosa,
pasó aquella muchacha. Con su mano fastuosa
Casi apartó las puntas del velo que llevaba.

Ágil y ennoblecida por sus piernas de diosa,
Me hizo beber crispado, en un gesto demente,
En sus ojos el cielo y el huracán latente;
El dulzor que fascina y el placer que destroza.

Relámpago en tinieblas, fugitiva belleza,
Por tu brusca mirada me siento renacido.
¿Volveré acaso a verte? ¿Serás eterno olvido?

¿Jamás, lejos, mañana?, pregunto con tristeza.
Nunca estaremos juntos. Ignoro adónde irías.
Sé que te hubiera amado. Tú también lo sabías.

Versión de José Emilio Pacheco
Poeta