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Camino lentamente por la senda de acacias, me perfuman las manos sus pétalos de nieve, mis cabellos se inquietan bajo céfiro leve y el alma es como espuma de las aristocracias.
Genio bueno: este día conmigo te congracias, apenas un suspiro me torna eterna y breve... ¿Voy a volar acaso ya que el alma se mueve? En mis pies cobran alas y danzan las tres Gracias.
Es que anoche tus manos, en mis manos de fuego, dieron tantas dulzuras a mi sangre, que luego, llenóseme la boca de mieles perfumadas.
Tan frescas que en la limpia madrugada de Estío mucho temo volverme corriendo al caserío prendidas en mis labios mariposas doradas.
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Poeta
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Sábado fue, y capricho el beso dado, capricho de varón, audaz y fino, mas fue dulce el capricho masculino a este mi corazón, lobezno alado.
No es que crea, no creo, si inclinado sobre mis manos te sentí divino, y me embriagué. Comprendo que este vino no es para mí, mas juega y rueda el dado.
Yo soy esa mujer que vive alerta, tú el tremendo varón que se despierta en un torrente que se ensancha en río,
y más se encrespa mientras corre y poda. Ah, me resisto, mas me tiene toda, tú, que nunca serás del todo mío.
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Poeta
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**EN RECUERDO DE ALFONSINA STORNI, EN SU ANIVERSARIO LUCTUOSO. (25 DE OCTUBRE, 1938)**
TU, QUE NUNCA SERAS!!
Sábado fue, y capricho el beso dado, capricho de varón, audaz y fino, mas fue dulce el capricho masculino a este mi corazón, lobezno alado.
No es que crea, no creo, si inclinado sobre mis manos te sentí divino, y me embriagué. Comprendo que este vino no es para mí, mas juega y rueda el dado.
Yo soy esa mujer que vive alerta, tú el tremendo varón que se despierta en un torrente que se ensancha en río,
y más se encrespa mientras corre y poda. Ah, me resisto, más me tiene toda, tú, que nunca serás del todo mío.
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Poeta
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Mírame aquí a tu lado tirada dulcemente; soy un lirio caído al pie de una montaña... Mírame aquí a tu lado...Esa luz que me baña me viene de tus ojos como de un sol naciente.
Cómo envidio tus uñas insertas en tus dedos, y tus dedos insertos de tu mano en la palma, y tu ser todo inserto en el molde de mi alma! Cómo envidio tus uñas insertas en tus dedos.
Acoge mi pedido: oye mi voz sumisa, vuélvete a donde quedo postrada y sin aliento. Celosa de tus penas, esclava de tu risa, sobra de tus anhelos y de tu pensamiento.
Te miraré a los ojos cuando la tarde abroche tu boca bien amada que no he besado nunca...
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Poeta
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La inquietud del rosal
El rosal en su inquieto modo de florecer va quemando la savia que alimenta su ser. ¡Fijaos en las rosas que caen del rosal: Tantas son que la planta morirá de este mal! El rosal no es adulto y su vida impaciente se consume al dar flores precipitadamente.
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Poeta
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Indolencia
A pesar de mí misma te amo; eres tan vano como hermoso, y me dice, vigilante, el orgullo: «¿Para esto elegías? Gusto bajo es el tuyo; no te vendas a nada, ni a un perfil de romano»
Y me dicta el deseo, tenebroso y pagano, de abrirte un ancho tajo por donde tu murmullo vital fuera colado... Sólo muerto mi arrullo más dulce te envolviera, buscando boca y mano.
?¿Salomé rediviva? ?Son más pobres mis gestos. Ya para cosas trágicas malos tiempos son éstos. Yo soy la que incompleta vive siempre su vida.
Pues no pierde su línea por una fiesta griega y al acaso indeciso, ondulante, se pliega con los ojos lejanos y el alma distraída.
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Poeta
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Alma desnuda
Soy un alma desnuda en estos versos, Alma desnuda que angustiada y sola Va dejando sus pétalos dispersos.
Alma que puede ser una amapola, Que puede ser un lirio, una violeta, Un peñasco, una selva y una ola.
Alma que como el viento vaga inquieta Y ruge cuando está sobre los mares, Y duerme dulcemente en una grieta.
Alma que adora sobre sus altares, Dioses que no se bajan a cegarla; Alma que no conoce valladares.
Alma que fuera fácil dominarla Con sólo un corazón que se partiera Para en su sangre cálida regarla.
Alma que cuando está en la primavera Dice al invierno que demora: vuelve, Caiga tu nieve sobre la pradera.
Alma que cuando nieva se disuelve En tristezas, clamando por las rosas con que la primavera nos envuelve.
Alma que a ratos suelta mariposas A campo abierto, sin fijar distancia, Y les dice: libad sobre las cosas.
Alma que ha de morir de una fragancia De un suspiro, de un verso en que se ruega, Sin perder, a poderlo, su elegancia.
Alma que nada sabe y todo niega Y negando lo bueno el bien propicia Porque es negando como más se entrega.
Alma que suele haber como delicia Palpar las almas, despreciar la huella, Y sentir en la mano una caricia.
Alma que siempre disconforme de ella, Como los vientos vaga, corre y gira; Alma que sangra y sin cesar delira Por ser el buque en marcha de la estrella.
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Poeta
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Alguna vez, andando por la vida, por piedad, por amor, como se da una fuente, sin reservas, yo di mi corazón.
Y dije al que pasaba, sin malicia, y quizá con fervor: -Obedezco a la ley que nos gobierna: he dado el corazón.
Y tan pronto lo dije, como un eco, ya se corrió la voz: -Ved la mala mujer ésa que pasa; ha dado el corazón.
De boca en boca, sobre los tejados, rodaba este clamor: -¡Echadle piedras, eh sobre la cara; ha dado el corazón!
Ya está sangrando, sí, la cara mía, pero no de rubor; que me vuelvo a los hombres y repito: ¡He dado el corazón!Argentina
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Poeta
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