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Sobre el campo de abril la noche ardía de gema en gema en el azul... El viento un doble acorde en su laúd tañía de tierra en flor y sideral lamento.
Era un árbol sonoro en la llanura. dulce cantor del campo silencioso. que guardaba un silencio de amargura ahogado en el ramaje tembloroso.
Era un árbol cantor, negro y de plata bajo el misterio de la luna bella, vibrante de una oculta serenata, como el salmo escondido de una estrella.
Y era el beso del viento susurrante, y era la brisa que las ramas besa, y era el agudo suspirar silbante del mirlo oculto entre la fronda espesa.
Mi corazón también cantara el almo salmo de abril bajo la luna clara, y del árbol cantor el dulce salmo en un temblor de lágrimas copiara que hay en el alma un sollozar de oro que dice grave en el silencio el alma, como un silbante suspirar sonoro dice el árbol cantor la noche en calma- si no tuviese mi almo un ritmo estrecho para cantar de abril la paz en llanto, y no sintiera el salmo de mi pecho saltar con eco de cristal y espanto.
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Poeta
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Es una hermosa noche de verano. Tienen las altas casas abiertos los balcones del viejo pueblo a la anchurosa plaza. En el amplio rectángulo desierto, bancos de piedra, evónimos y acacias simétricos dibujan sus negras sombras en la arena blanca. En el cenit, la luna y en la torre la esfera del reloj iluminada. Yo en este viejo pueblo paseando solo, como un fantasma.
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Poeta
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¡Amarga primavera! ¡Amarga luz a mi rincón oscuro! Tras la cortina de mi alcoba, espera la clara tarde bajo el cielo puro. En el silencio turbio de mi espejo miro, en la risa de mi ajuar ya viejo, la grotesca ilusión. Y del lejano jardín escucho un sollozar riente: trémula voz del agua que borbota alegre de la gárgola en la fuente, entre verdes evónimos ignota. Rápida silba, en el azur ingrave, tras de la tenue gasa, si oscura banda, en leve sombra suave, de golondrinas pasa. Lejos miente otra fiesta el campanario, tañe el bronce de luz en el misterio, y hay más allá un plañido solitario cual nota de recóndito salterio. ¡Salmodías de abril, música breve, sibilación escrita en el silencio de cien mares: leve aura de ayer que túnicas agita! ¡Espíritu de ayer!, ¡sombra velada, que prometes tu lecho hospitalario en la tarde que espera luminosa!. ¡fugitiva sandalia arrebatada, tenue, bajo la túnica de rosa!
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¡Fiesta de abril que al corazón esconde amargo pasto, la campana tañe!... ¡Fiesta de abril!. ..Y el eco le responde un nunca más, que dolorido plañe. Tarde vieja en el alma y virgen: miente el agua de tu gárgola riente, la fiesta de tus bronces de alegría; que en el silencio turbio de mi espejo ríe, en mi ajuar ya viejo, la grotesca ilusión. Lejana y fría sombra talar, en el abril de ocaso tu doble vuelo siento fugitivo, y el paso de tu sandalia equívoca en el viento.
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Poeta
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¿Mi corazón se ha dormido? Colmenares de mis sueños, ¿ya no labráis? ¿Está seca la noria del pensamiento, los cangilones vacíos girando, de sombra llenos?
No, mi corazón no duerme. Está despierto, despierto. ni duerme, ni sueña, mira, los claros ojos abiertos, señas lejanas y escucha a orillas del gran silencio.
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Poeta
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¿Mi amor?...¿Recuerdas, dime, aquellos juncos tiernos lánguidos y amarillos que hay en el cauce seco?...
¿Recuerdas la amapola que calcinó el verano, la amapola marchita, negro crespón del campo?...
¿Te acuerdas del sol yerto y humilde en la mañana, que brilla y tiembla roto sobre una fuente helada?...
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Poeta
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Tarde tranquila, casi con placidez de alma, para ser joven, para haberlo sido cuando Dios quiso, para tener algunas alegrías...lejos, y poder dulcemente recordarlas.
Es una tarde cenicienta y mustia, destartalada, como el alma mía; y es esta vieja angustia que habita mi usual hipocondría.
La causa de esta angustia no consigo ni vagamente comprender siquiera; pero recuerdo y recordando digo: -Sí, yo era niño, y tú, mi compañera.
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Poeta
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Me dijo una tarde de la primavera: si buscas caminos en flor en la tierra, mata tus palabras y oye tu alma vieja.
Que el mismo albo lino que te vista, sea tu traje de duelo, tu traje de fiesta. Ama tu alegría y ama tu tristeza, si buscas caminos en flor en la tierra.
Respondí a la tarde de la primavera: tú has dicho el secreto que en mi alma reza: yo odio la alegría yo odio a la pena, mas antes que pise tu florida senda, quisiera traerte muerta mi alma vieja.
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Poeta
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Llamó a mi corazón, un claro día, con un perfume de jazmín, el viento.
-A cambio de este aroma, todo el aroma de tus rosas quiero.
-No tengo rosas; flores en mi jardín no hay ya, todas han muerto.
-Me llevaré los llantos de las fuentes, las hojas amarillas y los mustios pétalos.
Y el viento huyó...Mi corazón sangraba... Alma, ¿qué has hecho de tu pobre huerto?
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Poeta
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La vida hoy tiene ritmo de ondas que pasan, de olitas temblorosas que fluyen y se alcanzan.
La vida hoy tiene el ritmo de los ríos, la risa de las aguas que entre los verdes junquerales corren, y entre las verdes cañas.
Sueño florido lleva el manso viento; bulle la savia joven en las nuevas ramas; tiemblan alas y frondas, y la mirada sagital del águila no encuentra presa..., trema el campo en sueños, vibra el sol como un arpa.
¡Fugitiva ilusión de ojos guerreros que por las selvas pasas a la hora del cenit: tiemble en mi pecho el oro de tu aljaba!
En tus labios florece la alegría de los campos en flor; tu veste alada aroman las primeras velloritas, las violetas perfuman tus sandalias.
Yo he seguido tus pasos en el viejo bosque, arrebatados tras la corza rápida, y los ágiles músculos rosados de tus piernas silvestres entre verdes ramas.
¡Pasajera ilusión de ojos guerreros que por las selvas pasas, cuando la tierra reverdece y ríen los ríos en las cañas! ¡Tiemble en mi pecho el oro que llevas en tu aljaba!
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Poeta
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La primavera besaba suavemente la arboleda, y el verde nuevo brotaba como una verde humareda.
Las nubes iban pasando sobre el campo juvenil... Yo vi en las hojas temblando las frescas lluvias de abril.
Bajo ese almendro florido, todo cargado de flor -recordé-, yo he maldecido mi juventud sin amor.
Hoy en mitad de la vida, me he parado a meditar... ¡Juventud nunca vivida, quién te volviera a soñar!
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Poeta
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