|
Cuando la noche tendiendo Su manto de gasa negra La silenciosa campiña Envuelve en sombras funéreas, Cuando allá en el firmamento Las argentinas estrellas Semejan ígneas pupilas Que inmóviles nos contemplan, Cuando las aves nocturnas Exhalan lúgubres quejas Que vibran en el silencio Monótonas y siniestras, Cuando el genio de las sombras De su letargo despierta, E invisible en torno nuestro Se agita y revolotea, Entonces, entre el follaje Tímidamente encubierta, Pálida flor, entreabres, Tu corola marfileña, Tu corola que del día Al primer albor se cierra, Para reabrirse al helado Contacto de la tiniebla, ¡Hastiada siempre de lumbre! ¡Siempre de sombras sedienta!
¡Extraño destino el tuyo! El día te encuentra muerta, Tu triste vida concluye Cuando la nuestra comienza. Mas cuando tu cáliz abres Nuestras pupilas se cierran... Y entonces tal vez tu vida Más dulce y pálida sea, Allá perdida en las sombras Entre el follaje encubierta, ¡Lejos de envidias y odios! ¡Lejos de traiciones negras!
Sigue tu vida, abre siempre Cuando la noche comienza, Y al primer albor del día Tu cáliz de nácar, cierra, Para reabrirlo al helado Contacto de la tiniebla, ¡Hastiada siempre de lumbre! ¡Siempre de sombras sedienta!
|
Poeta
|
|
La fantasía, misteriosa hada A cuyo paso vagoroso, queda, De perlas astros irisada nácar Y níveas flores, delicada estela.
Es el astro celeste que nos guía A la dulce región de la quimera Por un albo camino que el ensueño Formó con lirios, azahar y perlas.
Un camino ignorado para el vulgo Y que sólo conocen los poetas, Soñar es necesario para verlo ¡Y las almas vulgares nunca sueñan!
Es la maga ideal que nos envuelve De la ilusión en el rosado velo. ¡La copa de marfil en que apuramos El néctar delicioso del ensueño!
Es la llave de oro con que abrimos La mansión ideal de la poesía, ¡Y en la mente agitada del artista Es un rayo de luz la fantasía!
|
Poeta
|
|
Ya del dulce crepúsculo Hanse extendido los flotantes velos, Gime el triste zorzal en la espesura, Manso susurra en el follaje el viento.
En esta hora es el campo Un edén de belleza incomparable, Todo en él es sosiego, todo es calma, Muere la luz y las tinieblas nacen.
De pálidas estrellas A bordarse principia el firmamento, El ángel renegrido de la noche Sus alas de azabache ya está abriendo.
Mil níveas azucenas Inundan de perfume el tibio ambiente, Y el frondoso rosal rico de savia Al peso de sus flores desfallece.
Varias flores nocturnas Los broches de sus cálices desprenden, Y áureos lampos semejan las luciérnagas Entre las sombras que la noche extiende.
¿Qué atracción misteriosa En esta hora indefinible encuentro? ¿Por qué a la viva luz del mediodía Sus tenues resplandores yo prefiero?
Porque el crepúsculo en sus leves gasas Guarda un algo sombrío, un algo tétrico, Y en lo triste y sombrío siempre existe La belleza que atrae en lo funéreo,
En las tinieblas de la noche oscura, Y en lo insondable del abismo inmenso, ¡La belleza más grande y atrayente, La sublime belleza del misterio!
|
Poeta
|
|
¡Poesía inmortal, cantarte anhelo! ¡Mas mil esfuerzos he de hacer en vano! ¿Acaso puede al esplendente cielo Subir altivo el infeliz gusano?
Tú eres la sirena misteriosa Que atrae con su voz al navegante, ¡Eres la estrella blanca y luminosa! ¡El torrente espumoso y palpitante!
Eres la brisa perfumada y suave Que juguetea en el vergel florido, ¡Eres la inquieta y trinadora ave Que en el verde naranjo cuelga el nido!
Eres la onda de imperial grandeza Que altiva rueda vomitando espuma, ¡Eres el cisne de sin par belleza que surca el lodo sin manchar su pluma!
Eres la flor que al despuntar la aurora Entreabre el cáliz de perfume lleno, ¡Una perla blanquísima que mora Del mar del alma en el profundo seno!
¿Y yo quién soy, que en mi delirio anhelo Alzar mi voz para ensalzar tus galas? ¡Un gusano que anhela ir hasta el cielo! ¡Que pretende volar sin tener alas!
|
Poeta
|
|
La belleza más pura y delicada Se refleja en tu rostro juvenil, Eres ninfa risueña, eres un hada, Eres flor de algún célico pensil.
Es tu espesa y sedosa cabellera Una inmensa cascada de hebras de oro, La corona de un rey jamás valiera Lo que vale ese aurífero tesoro.
Dos azules zafiros son tus ojos, Que iluminan tu rostro angelical, Y tus labios delgados son tan rojos Que podrían llamarse de coral.
Son tus manos dos blancas mariposas O dos flores talladas en marfil, Y tus frescas mejillas son dos rosas Que recién ha entreabierto el sol de Abril.
Es mi estilo muy tosco e imperfecto Y no puedo expresar, en su rudeza, Lo que vale tu rostro tan perfecto, Desbordante de célica belleza.
|
Poeta
|
|
Cuando abriendo tu boca perfumada, La voz dulce y perlada De tu bella garganta haces brotar, En voces de sirenas ideales, Y en arpas de sonidos celestiales, A mí me haces pensar.
Cuando miro tu cuello alabastrino Y tu cuerpo divino Que al de Venus la diosa ha de igualar, Del mármol la blancura, Y del cisne la olímpica figura, Me haces recordar.
¡Cuántas veces ligera como un hada, Te he visto yo ocupada En las dulces tareas del hogar, Y entonces a mi madre, Y Carlota de Werther heroína, Me has hecho recordar!
|
Poeta
|
|
Para mi madre Entre el espeso follaje De una selva de pestañas Hay dos nidos luminosos Como dos flores fantásticas. ¡Nidos de negros fulgores! ¡De oscuras vibrantes llamas!
Y allá: dentro de esa selva De follaje negro, espléndido, En el fondo de esos nidos Como flores de destellos, ¡Agita sus ígneas alas El ave del Pensamiento!
|
Poeta
|
|
Soy el dulce consuelo del que sufre, Soy bálsamo que alienta al afligido, Y soy quien muchas veces salva al hombre Del crimen o el suicidio.
Yo le sirvo al mortal que me alimenta Contra el dolor de sin igual muralla, Soy quien seca su llanto dolorido Y calma su pesar ¡Soy la Esperanza!
|
Poeta
|
|
Hay belleza en el lirio inmaculado De majestad emblema, Hay belleza en el cáliz nacarino De la blanca azucena, Hay belleza en la rosa purpurina Y en el albo reseda, Hay belleza en la nítida corola De la nívea camelia, Hay belleza en el pálido junquillo Y en la suave diamela, Hay belleza en el triste pensamiento Y no hay flor en la cual no haya belleza, Pero hay una que es flor entre las flores Con ser la más modesta, Una flor de fragancia incomparable, Delicada y pequeña, Una flor que en un lecho de esmeraldas Oculta su belleza, Una flor que un encanto misterioso En su cáliz encierra, Un encanto ideal, indefinible, Que no hay flor que contenga, Una flor para mí como ninguna, Una flor que se llama ¡la violeta!
|
Poeta
|
|
¿Acaso fue en un marco de ilusión, en el profundo espejo del deseo, o fue divina y simplemente en vida que yo te vi velar mi sueño la otra noche?
En mi alcoba agrandada de soledad y miedo, taciturno a mi lado apareciste como un hongo gigante, muerto y vivo, brotado en los rincones de la noche húmedos de silencio, y engrasados de sombra y soledad.
Te inclinabas a mí supremamente, como a la copa de cristal de un lago sobre el mantel de fuego del desierto; te inclinabas a mí, como un enfermo de la vida a los opios infalibles y a las vendas de piedra de la Muerte; Te inclinabas a mí como el creyente a la oblea de cielo de la hostia... -Gota de nieve con sabor de estrellas que alimenta los lirios de la Carne, chispa de dios que estrella los espíritus.- Te inclinabas a mí como el gran sauce de la Melancolía a las hondas lagunas del silencio; te inclinabas a mí como la torre de mármol del Orgullo, minada por un monstruo de tristeza, a la hermana solemne de su sombra... Te inclinabas a mí como si fuera mi cuerpo la inicial de tu destino en la página oscura de mi lecho; te inclinabas a mí como al milagro de una ventana abierta al más allá. ¡Y te inclinabas más que todo eso!
Y era mi mirada una culebra apuntada entre zarzas de pestañas, al cisne reverente de tu cuerpo. Y era mi deseo una culebra glisando entre los riscos de la sombra a la estatua de lirios de tu cuerpo!
Tú te inclinabas más y más... y tanto, y tanto te inclinaste, que mis flores eróticas son dobles, y mi estrella es más grande desde entonces. Toda tu vida se imprimió en mi vida...
Yo esperaba suspensa el aletazo del abrazo magnífico; un abrazo de cuatro brazos que la gloria viste de fiebre y de milagro, será un vuelo! Y pueden ser los hechizados brazos cuatro raíces de una raza nueva:
Y esperaba suspensa el aletazo del abrazo magnífico... ¡Y cuando, te abrí los ojos como un alma, y vi que te hacías atrás y te envolvías en yo no sé qué pliegue inmenso de la sombra!
|
Poeta
|
|