|
Poeta frustrado
El era un poeta siempre inspirado los versos le fluían como agua hirviente de un geiser por donde andaba; las musas; iban rodeándole formando un séquito
De cualquier cosa creaba un poema ya fuera de las estrellas: la cruz del sur, las tres marías, la rosa de los vientos…
Ya fuera de las flores: rosas, camelias, copihues, sobre las olas del mar, sobre las cumbres nevadas, sobre los senderos de un bosque,
De las débiles lluvias del otoño, de las hojas que caen, de las enredaderas de su jardín
De las notas musicales, de los colores de una pintura, de las danzarinas de un ballet… para él todo era sencillo
Un día cruzó con la belleza de una mujer se dijo que era la que siempre había buscado, trató de dedicarle algunos versos - pero su boca calló a su mente nada acudió
[email protected]
|
Poeta
|
|
AL OBNUBILARSE
Llovía la voz con sabor a danza, en el azul sonoro del tacto, una sonrisa obscura, un llanto brillante, tan profundo en lo alto, tan escarpado en lo liso.
Al obnubilarse.
Con el olor de los años, con el color de los sueños. ¡Oh, danza de la esperanza!. ¡Oh, lanza de la tardanza!. Una espuma espinosa.
Al obnubilarse.
En la voz otoñal pestañeando. Sin el gastar neblinoso. Sin el pastar asombroso. Llovía y llovía, esa voz agridulce. Esa vez esa voz. Al sentirse pensando.
Al obnubilarse.
Ennegrezco al nevar, el fuego al entibiarse, la sonrisa vidriosa, la voz lluviosa, entre silencios sinuosos, entre recuerdos borrosos.
Al obnubilarse.
Una vez al desvestirse la tarde, al empalidecer anocheciendo, la espera lenta, la salida profunda, entre perfumes perdidos, entre nubladas alturas.
Llovía llovía, al obnubilarse.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
|
Poeta
|
|
Me gusta el otoño; caminar su ocaso con un viento suave como éste de ahora que recita sombras de próximo invierno mientras a suspiros limpia al paraíso sus lágrimas gualdas.
Mirar la humareda gris perla, esfumada, nacida de hogueras de invisibles fuegos que en ralo conjunto figuran los álamos contra el verde ileso de los eucaliptos.
Como de costumbre, hoy me vuelvo solo del crepúsculo manso, con el suave arpegio de tu nombre amado tañendo en lo hondo de mi sentimiento y memorando aquellos tus ojos dorados de otoñal ternura, tú, la inolvidable…
Cuando de repente, a oficio de viento, una majadita de hojas ya caducas, (como el amor tuyo) rozando la calle su marrón crujiente, con raudo alborozo me sale a encontrar.
Y a mí me dan ganas de volverme calle y que sea el otoño, la estación perpetua que arrastre en mi pecho rozándome leve tu caricia yerta; si de mí se trata. (Mi pecho de asfalto).
Vuelvo como dije, acopiando mientras frases como hojas, al viento también, para éste poema que al gentil otoño, mi proyecto lírico el día de hoy, tenía en prioridad. Mas cual todo asunto de un tiempo a esta parte, a fin de nombrarte se sale de tema.
Por tanto retomo mi caro propósito y en verso prosigo: Me gusta, me gusta el otoño, y más… si estuvieras.
SafeCreative: 1505314210330
|
Poeta
|
|
Llega el otoño, llegaron los vientos, llega el frió, el gris del cielo.
Vuelan las hojas, vuelan mis pensamientos, matices de colores, embellecen el suelo,
No tengo tristeza, ni melancolía, ni sueño, solo hermosos recuerdos, de un verano, calido y placentero,
Llegara la nieve, nos abrigara el heno, Renuevo mi piel, como la naturaleza, su atuendo, con el calor de tu corazón, y el roció de nuestros sentimientos.
Antar Sep22/14
|
Poeta
|
|
LA HOJA DEL ÁLAMO Autor : Giorgos Seferis Grecia 1900-1971 Poeta, ensayista, diplomático y traductor. Premio Nobel de Literatura 1963. Esta es versión de Pedro Bádenas de la Peña. En -Poesía Completa- Alianza Editorial, Madrid 1986.
La hoja del álamo
Temblaba tanto que se la llevó el viento temblaba tanto cómo no se la iba a llevar el viento allá lejos un mar allá lejos una isla al sol y las manos aferradas a los remos muriendo a la vista del puerto y los ojos cerrados en anémonas marinas.
Temblaba tanto y tanto la he buscado tanto y tanto en la acequia de los eucaliptos en primavera y en otoño en todos los bosques desnudos cuánto la he buscado, Dios mío.
|
Poeta
|
|
AL ATARDECER (Ultraísta)
Las hojas barren el último amarillo del otoño en un blanco copo. Ahí el hielo es menos frío que rojo Columna de silencio ligero bajo el vitalismo yerto del mármol
Lunas mareadas acarician el olvido Allá el camino perdió un zapato Por el sueño poliédrico del nuevo lago Clorhídricamente espiral acongojado Hasta despostillar el sol artero al polvo Con los párpados helicoidales enquistados En el tiempo estrecho blando Por la noche arropada del insomnio entre las raíces asustadas carroñeras De tanto cocodrilear endógeno en lágrimas termonucleares maniatadas
Tarde tarda en la pared parda Desplomando al plumaje hidroxilado Donde las axilas duelen dulce y el color guarda una caja en la palidez que toca el arpa
Fue así el día menos pensado en vano desgajando al silicio los recuerdos trasnochados camaleónicos almíbares en el lomo doloroso del libro flaco desvitrificando las pestañas digitales al verticalizar empequeñecido el último horizonte decorando una retina
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez Información útil: https://es.wikipedia.org/wiki/Ultra%C3%ADsmo
|
Poeta
|
|
DESCAMINADO
El camino nuevo, odiado, se niega a ser nublado debajo del otoño entre los cantos de las jaulas.
Con la esperanza del zapato entre las piedras tristes acordeones seducidos por el polvo que espera el fin dichoso en un recuerdo.
En la quietud del lucero en medio de la luna o como la montaña inseparable corre verde y escribe en cada espuela su congoja rosa tan prematura en desengaños bajo la puerta.
Por el olvido que sucumbe ante la tumba respirando los dolores de una lápida ligera quedó la calle callada el domingo de descanso sin quebrarse una costilla del florero gris sereno el puente de púrpura vestido nieva su perfume.
Más con la soledad de los pinos penan pobres las horas del mar que reposa en una nube roja con el ritmo que corre a ponerse a salvo solo como el tambor habla de la madera del barco que piensa en la campana del campo frío en la porcelana de la sombra de la hierba.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
|
Poeta
|
|
METÁSTASIS
Padece y se detiene la tarde. Es pálida, como la piel del otoño en las hojas, y duele al verde del verano: Duele en los huesos, en el cuello, en la memoria, en todo el aire y todo el suelo.
De repente, entre las ventanas opacas-- de un vidrio en otros tiempos invisible, inmóvil por años en la mirada y lento en los latidos-- salta por la piel y destruye todo; Cuando se podía amar el pasado, cuando se podía respirar al oído. Es un cielo sangrante, sangrante como una catarata, como si todas las puertas se hubiesen cerrado, con espinas y con cuchillos hambrientos sobre la cama y las sillas.
Es el ayer, lo que ha pasado, lo que se repite abriendo heridas más profundas. Por más que cambie el presente, por más ropajes fabricados, eso persiste en las paredes, entre los techos, bajo el suelo.
Se puede ver, se puede escuchar el humo con párpados y manos encontrando el abismo sobre el asfalto, entre las grietas: Se pueden sacar grutas bajo la piel húmeda, encontrando la sangre coagulada, seca, negra, amarillenta que es, y sigue tan completa al cerrar las cortinas, está tan fría, solo entre cada uno y ningún otro, que el recuerdo mismo es una aguja y duele toda la vida.
++++++
Tenía miedo a morir, este cuerpo, esta voz. ¿Serían los mismos que habían soñado, qué habían jugado con la lluvia, con la esperanza en las pestañas?.
El callaba la boca seca. Una lágrima y un sollozo eran lagos congelados y turbios, tan concretos, que rememoraban crueles toda la angustia y el estruendo que puede reptar sobre la tierra. Aquella mujer tenía gracia. Caminaba lenta y tierna, sus caderas no eran violentas, tenían solidez cálida, hechas de comprensión, de ágiles curvaturas y suaves movimientos.
Su mirada tenía voz, hablaba con sus pupilas y tejía sus palabras en crípticos diálogos a veces, no era lo común en tiempos espesos como en las esquinas y las casas. Pero ahora, ¡Qué desgarradora era la música, entre el tétrico silencio y el deseo de no haber nacido!. No obstante, estaba ahí, fragmentada, confusa y ahogada en el interior de cada vena. Pálida, sudorosa y muda, atrapada bajo la piel de vidrios y tinieblas, como si apareciese disgregada en un pozo sin final. Encadenada ahí, inmóvil en la obscuridad absoluta.
¿Qué atrocidad piadosa se desprendía de las angelicales alas caídas y anudaba sus pesadillas?. Estaba disuelta en cada lágrima, vacía dentro del peor abandono, indefensa, desarmada en la soledad más dolorosa. Sus vínculos con el cielo y la esperanza estaban rotos, limados, eliminados de raíz.
++++++
Había perdido el aliento, había bebido el sufrimiento más amargo, el tiempo y el espacio perdieron su sentido, cualquier luz era más obscura, más allá del frío; El simple caminar era una desgracia. Ella dejó de ser, de existir bajo la ropa, dentro de cada hueso, gris inerte, sentada en el piso la mirada sin brillo, mientras él, allá lastimero, se ocupaba en tratar de entender lo imposible, lo incomprensible, el infinito de la noche del alma, la eternidad simple. La sinrazón de todo lo pasado.
Con solo cerrar los ojos aparecía sonriendo, y su voz mecía el sabor del aire, del aroma en la cocina, en la recámara y el patio sus pasos escuchaba. Ahora el silencio helaba, ¿A dónde lleva la fe perdida,lo celeste desconocido, lo sagrado yerto, ingrato y perforado?... ¿Qué fuerzas tenebrosas y que laberintos se tejen bajo la cabellera de la existencia?.
¡Todo aquéllo había estallado, un mundo amable, un suelo más firme, más fértil, un sueño posible, respirable, armonioso!. Con la paz en los zapatos y el pecho. Inesperado, intempestivo. El aire era fresco, la brisa clara. Las sonrisas puras y el palpitar alegre.
¿Cuándo dejó de ser, y cómo?. Aunque... ¿Quién se puede atrever a decirlo, a expresar el profundo desconsuelo, y que en algún sitio la esperanza esté viva, segura, sin mancha, más allá de la soledad, del otro lado del llanto.
++++++
El hielo comienza a elevarse, el humo es pesado y espeso, los techos arden, las ventanas son puertas al abismo, y usted se ahoga, oye los disparos, tiembla, el vacío se apodera del vientre. La cabeza da vueltas, duele. Paredes, sillas, mesa, vasos, platos, ropa, juguetes, todo huele a muerte, la calle es un inmenso túnel, todo obscurece.
Usted es un manojo de nervios, se enreda, tropieza, no sabe que hacer. Luego el asco la cubre las ideas, los cuerpos deshechos, la sangre gotea, corre, se seca, huele a olvido impotente, sus manos perdieron el aplomo, está desarmado. Pasan los meses y los recuerdos son inevitables, el olvido se compra, se fuerza, se le ignora en mil formas distintas, pero de cualquier modo, no produce mayores cambios en la intimidad genuina, verdaderamente consciente, con la sensibilidad en el alma y la memoria.
Los vestigios de un mundo aniquilado flotan en el tiempo, en el aire, en el agua de cada lágrima seca, en las sonrisas perdidas. Inopinadamente surgen las ausencias sin nombre, y los huecos petrifican el aliento, las imágenes sangran de nuevo. La represión se disimula aberrante, se insiste en las apariencias de fiesta, de espectáculos distractores, de negar el desastre. ¡La consciencia podrida!. Es la metástasis.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
|
Poeta
|
|
Cuando me querías, yo llegaba sereno y desde lejos, me sonreían tú y tu casa.
Llegaba al atardecer: Rescoldos por la calle, mi cigarro y el sol entre las cañas.
Comenzaba noviembre y el amor me henchía las venas con turbulencia de parra.
Entonces, a pasional labor y férvida cadencia, vendimiaste, racimo y zumo, mis ansias.
Divisé, cuando me dejaste, guarecida tu sonrisa desde lejos. Tu casa: ¡como tapiada!
Entonces libré mi otoño y el tedio de tu amor desfallecido, ¡barrí envuelto en hojarasca!
Y me fui como no vine: Rescoldos por la pena, mi fracaso y el sol entre nostalgias.
Safe Creative: 1405200891257
|
Poeta
|
|
Resaca, De escuchar gritar Al mar, Omnipotencia de la esperanza, Pensando en el 99. Resaca, Flores de otoño Flores de primavera, Flores enteras, Flores de luz, Flores secas. Aquí sigo Loca la locura, Loca yo Y él, Que no sé Si me soportará. Calor amarillo, Mi calor directo del sol, Y la luna, Beige, amarilla y blanca, Dulce es también Escuchar su canción Y recibir su luz.
|
Poeta
|
|