Sonetos :  Mujer
Mujer un ser valiente y aguerrido
Que no le teme, ni le tiene miedo
Que ha llorado y ha reído desenredo
De lunas llenas, corazón partido

Por algún violento que no ha sabido
Que no es débil, sino fuerte yo puedo
Decirles que a mi lado, tengo ruedo
De polleras al viento bendecido

Por tenerla, porque pone denuedo
En cada cosa que hace, decidido
Estandarte, que en su pecho prendido

Lleva consigo el gen de dios, nacido
Para luchar hasta morir vencido
Nunca estará, la fuerza de su credo.


Por Conrado Augusto Sehmsdorf (Kurt)


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Poeta

Sonetos :  Creadora de Vida
Tú, amada mía, que diste vida
Porque me diste tu amor, dilatando
El tiempo en una noche soñando
Tomé tu cuerpo, mi amor seducida.

Mi simiente puro fuiste acabando
Ojos cerrados, tú fuiste atrevida
Cubriendo tu piel, mujer bendecida
Tu alma impoluta se fue deshojando.

Bajo mis brazos, creaste más vida
Pasaron los días y aun sigo amando
Tu piel candente, de manantial fluida

Los meses trajeron años, tomando
De mí la esperanza, mi amor, tu vida
Triste silencio, eternidad dormida.


Por Conrado Augusto Sehmsdorf





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Poeta

Poemas :  Romance de Rosa Fresca
Romance de Rosa Fresca

Anónimo
(c. 1500)


—Rosa fresca, rosa fresca,
tan garrida y con amor,
cuando vos tuve en mis brazos,
no vos supe servir, no;
y agora que os serviría
no vos puedo haber, no.

—Vuestra fue la culpa, amigo,
vuestra fue, que mía no;
enviátesme una carta
con un vuestro servidor,
y en lugar de recaudar
él dijera otra razón:
que érades casado, amigo,
allá en tierras de León;
que tenéis mujer hermosa
y hijos como una flor.


—Quien os lo dijo, señora,
no vos dijo verdad, no;
que yo nunca entré en Castilla
ni allá en tierras de León,
sino cuando era pequeño,
que no sabía de amor.
Poeta

Poemas :  EL BARCO EBRIO
El Barco Ebrio
Arthur Rimbaud
Francia 1854-1891


Yo sentí al descender los impasibles Ríos
que ya no me sirgaban mis conductores rudos;
de blanco a pieles-rojas chillones y bravíos
sirvieron en los postes, clavados y desnudos.

Por las tripulaciones nunca tuve interés
y cuando terminó la cruel algarabía,
a mí, barco de trigo y de algodón inglés,
me dejaron los Ríos ir adonde quería.

Bogué en un cabrilleante furor de marejadas
más sordo e insensible que meollo de infantes
y las viejas Penínsulas por el mar desgajadas
no han sufrido vaivenes más recios y triunfantes.

La tempestad bendijo mi despertar marino.
Diez noches he bailado más leve que un tapón
sobre olas que a las víctimas abrían el camino,
sin lamentar la necia mirada de un farón.

Cual para el niño poma modorra, regodeo
fue para el agua verde este casco de pino;
dispersando el timón y perdiendo el arpeo
me lavó de inmundicias y de manchas de vino.

Desde entonces me baña el poema del mar
lactascente, infundido de astros; muchas veces,
devorando lo azul, en él se va pasar
un pensativo ahogado de turbias palideces.

Algo tiñe la azul inmensidad y delira
en ritmos lentos, bajo el diurno resplandor.
Más fuerte que el alcohol, más vasta que una lira
fermenta la amargura de las pecas de amor.

He visto las resacas, la tormenta sonora,
las corrientes, las mangas -y de todo sé el nombre-;
cual vuelo de palomas a la exaltada aurora,
y alguna vez he visto lo que cree ver el hombre.

Yo he visto al sol manchado de místicos horrores,
alumbrando cuajados violáceos sedimentos.
Cual en dramas remotos los reflujos actores
lanzaban en un vuelo sus estremecimientos.

Soñé en la noche verde de espuma y nieve ahita
-en los ojos del mar, lentos besos de amor-
y en la circulación de la savia inaudita
que arrastra áureo y azul, al fósforo cantor.

Asaltando arrecifes, un mes tras otro mes,
seguí a la marejada histérica y vesánica,
sin creer que las Marías con sus fúlgidos pies
cortaran el resuello a la jeta oceánica.

¡No sabéis... ! Dí con muchas increíbles Floridas,
con ojos de panteras y con pieles humanas
mezclábanse arcos-iris, tendidos como bridas,
al rebaño marino de las verdosas lanas.

He visto fermentar las enormes lagunas
en cuyas espadañas se pudre un Leviathán
y he visto, con bonanza, desplomándose algunas
cataratas remotas que a los abismos van...

Vi el sol de plata, el nácar del mar, el cielo ardiente,
horrores encallados en las pardas bahías
y mucha retorcida y gigante serpiente
cayendo de los árboles, con fragancias sombrías.

Quisiera yo enseñar a un niño esas doradas
de la onda azul. pescados cantores, rutilantes...
Me bandijo la espuma al salir de las radas
y el inefable viento me elevó por instantes...

Fui mártir de los polos y las zonas hastiado,
el sollozo del mar dulcificó mi arfada;
con flores amarillas ventosas fui obsequiado,
y me quedé como una mujer arrodillada.

Igual que una península llevaba las disputas
y el fimo de chillonas aves de ojos melados,
y mientras yo bogaba, de entre jarcias enjutas
bajaban a dormir, de espaldas, los ahogados.

Y yo, barco perdido entre la cabellera
de ensenadas, al éter echado por la racha,
no merecí el remolque de anseáticas veleras
ni de los monitores, nave de agua borracha.

Humeante, libre, ornado de neblinas violetas
segué el cielo rojizo con brío de segur
llevando -almíbar grato a los buenos poetas-
mis líquenes de sol y mis mocos de azur.

Las lúnulas eléctricas me fueron recubriendo,
almadía, escoltada por negros hipocampos.
Las ardientes canículas golpearon abatiendo
en trombas, a los cielos de ultramarinos lampos.

Yo que temblé al oír a través latitudes
el rugir de los Behemots y los Maelstroms en celo,
eterno navegante de azuladas quietudes,
por los muelles de Europa ahora estoy sin consuelo.

Yo vi los archipiélagos siderales que el hondo
y delirante cielo abren al bogador.
¿Te recoges tú y duermes en las noches sin fondo,
millón de aves de oro, venidero Vigor?

El acre amor me ha henchido de embriagador letargo.
Lloré mucho. Las albas son siempre lacerantes.
Toda luna es atroz y todo sol amargo.
¡Que se rompa mi quilla y vaya al mar cuanto antes!

Si yo ansío algún agua de Europa es la del charco
negro y frío en el cual, al caer la tarde rosa,
en cuclillas y triste, un niño suelta un barco
endeble y delicado como una mariposa.

Ya nunca más podré, olas acariciantes,
aventajar a otros transportes de algodón,
ni cruzando el orgullo de banderas flameantes
nadar junto a los ojos horribles de un pontón.
Poeta

Poemas :  Isla Ignorada
ISLA IGNORADA

Gloria Fuertes
(española)
28/07/1917 - 27/11/1998


Soy como esa isla que ignorada,
late acunada por árboles jugosos,
en el centro de un mar
que no me entiende,
rodeada de nada,
sola sólo.
Hay aves en mi isla relucientes,
y pintadas por ángeles pintores,
hay fieras que me miran dulcemente,
y venenosas flores.
Hay arroyos poetas
y voces interiores
de volcanes dormidos.
Quizá haya algún tesoro
muy dentro de mi entraña.
¡Quién sabe si yo tengo
diamante en mi montaña,
o tan sólo un pequeño
pedazo de carbón!
Los árboles del bosque de mi isla,
sois vosotros mis versos.
¡Qué bien sonáis a veces
si el gran músico viento
os toca cuando viene el mar que me rodea!
A esta isla que soy, si alguien llega,
que se encuentre con algo es mi deseo;
manantiales de versos encendidos
y cascadas de paz es lo que tengo—.
Un nombre que me sube por el alma
y no quiere que llore mis secretos;
y soy tierra feliz —que tengo el arte
de ser dichosa y pobre al mismo tiempo—.
Para mí es un placer ser ignorada,
isla ignorada del océano eterno.
En el centro del mundo sin un libro
sé todo, porque vino un mensajero
y me dejó una cruz para la vida
para la muerte me dejó un misterio.
Poeta

Poemas de amor :  Mujer Ajena
Mírate mujer: copa de fino talle,
trago exótico con rodaja de luna, frente al mar.

Mientras transitas, enajenada y ajena,
mírate orlada por la estela del nunca jamás.

Mírate: delirio de mis sentidos,
poesía de otro, plagio temprano a mi tardo ideal.

Guitarra de arena y ámbar, mírate,
etéreamente pulsada por mi arresto pasional.

Mírate: meridiana en tu belleza
y tristemente ambigua en mi coherente realidad.

Ajena, en mi único presente y futuro sin ti,
en mi única, única vida mortal... mírate pasar.
Poeta

Poemas de amor :  UNA ASESINA MUY SIGILOSA
Había una vez una mujer,
mirando a la luna,
y se preguntó,
¿pronto encontraré el amor?

Una mujer tocando el acordeón,
con una nota muy sutil y melódica,
una nota con tonos tristes y lúgubres,
en el fondo de su corazón se esconde algo siniestro,
que nadie quisiera experimentar en ella.

Una mujer,
con el corazón de una viuda negra,
bella por fuera,
despiadada por dentro,
si te veo,
será mejor cuidarme de tus encantos mortales.

¿Y qué más existe?
en un corazón congelado,
excepto el pensamiento de una asesina,
bella y silenciosa,
que toca el acordeón,
al terminar de tocarlo,
de desatará su lado siniestro,
su instinto asesino se liberará.

Erick R. R. Torres
(Ángel Negro)
Poeta

Poemas :  ¡Dios!... ¿Existirá esta mujer?
¡Dios!...  ¿Existirá esta mujer?

Te amo por tu sonrisa,
Porque sencillamente eres tú
Con tu alegría y felicidad
Con tus sollozos de nostalgia
Y tu mirada iluminada de esperanza…

Te amo porque me amas.
Te amo amor por tu fortaleza,
Comprensión y atención.
Porque en ti me encontré de nuevo
Acabando con mis aflicciones.

Realmente no sé cómo ni cuándo ocurrió
Pero ocurrió,
Sería que viste en mis ojos la mirada pérdida
La sonrisa vacía que mi cara fingía
O la lluvia en mis ojos de tanto esperar…

Sin previo aviso mujer
Te has adueñado de mi corazón
Sólo con palabras amables, con una sonrisa
Una mirada entre pícara y dulce
Y la promesa de amigos.

Yo lo sabía, y cerraba mis ojos pensando en ti
Intuía que algún día te encontraría
Pero en cambio, me has encontrado tú
Nuevamente a las cuerdas pegado estoy
Pero ahora no lucho más, vénceme cuando quieras.

Tú eres mi pilar, mi fortaleza, mi forma de amar
Eres mi refugio, mi paz, mi bien, mi todo.
Es a través de tus ojos, que veo el amor
Y un cielo eterno para los dos…
¡Dios!... ¿Existirá esta mujer?

Delalma
04/01/2013 04:34:01 p.m.

Poeta

Poemas de pasíon :  MI CUÑATAI
MI CUÑATAI


Tomando tereré, el horizonte
me hizo ver, el ayer de tus días
felices.
La pantalla remendada, el hilo
sucio cantaba, mi nariz solo
callaba, como mi corazón te
lloraba.
Los viernes en la manzana,
la biblioteca discute: “todos hablan”
¡Si! “todos los libros deseando ser
leídos”.
Aun el peligro en las calles,
hacen que mis versos sean con
detalles…

Mientras el guaraní es cantando
en arpas y guitarras, el pobre
muere de necesidad igual que yo.
Y aun recuerdo esos versos que
llamaban a mis tontos deseos,
de escribirte también guaraní.
Cuñatai porá, mis poemas
huelen a ti, a tu jardín, a tu esencia
tan dichosa de ser cantada por
los bohemios, por los poetas,
por los que saben de ti.
Mi cuñatai.



Autor: José Monnin elpoeta
Limpio-Paraguay
Derechos reservados
05/01/2013
Del libro: Poemas especiales.
Poeta

Poemas :  CANCION DE LA VIDA PROFUNDA
CANCIÓN DE LA VIDA PROFUNDA
___Porfirio Barba Jacob. Poeta Colombia.
1883-1942


CANCION DE LA VIDA PROFUNDA

Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar...

Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonría...
La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar...

Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en Abril el campo, que tiembla de pasión;

bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.

Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de obscuro pedernal;

la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútilas monedas tasando el Bien y el Mal.

Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
-¡niñez en el crepúsculo! ¡lagunas de zafir!-

que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
¡y hasta las propias penas! nos hacen sonreír...

Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer;
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.

Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar:

el alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos pueda consolar.

Mas hay también ¡oh Tierra! un día... un día... un día
en que levamos anclas para jamás volver;

un día en que discurren vientos ineluctables...
¡Un día en que ya nadie nos puede retener!
Poeta