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Las dulces mensajeras de la tristeza son... son avecillas negras, negras como la noche. ¡Negras como el dolor!
¡Las dulces golondrinas que en invierno se van y que dejan el nido abandonado y solo para cruzar el mar!
Cada vez que las veo siento un frío sutil... ¡Oh! ¡Negras avecillas, inquietas avecillas amantes de abril!
¡Oh! ¡Pobres golondrinas que se van a buscar como los emigrantes, a las tierras extrañas, la migaja de pan!
¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid! ¡Venid primaverales, con las alas de luto llegaos hasta mí!
Sostenedme en las alas... Sostenedme y cruzad de un volido tan sólo, eterno y más eterno la inmensidad del mar...
¿Sabéis cómo se viaja hasta el país del sol?... ¿Sabéis dónde se encuentra la eterna primavera, la fuente del amor?...
¡Llevadme, golondrinas! ¡Llevadme! ¡No temáis! Yo soy una bohemia, una pobre bohemia ¡Llevadme donde vais!
¿No sabéis, golondrinas errantes, no sabéis, que tengo el alma enferma porque no puedo irme volando yo también?
¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid! ¡Venid primaverales! ¡Con las alas de luto llegaos hasta mí!
¡Venid! ¡Llevadme pronto a correr el albur!... ¡Qué lástima, pequeñas, que no tengáis las alas tejidas en azul!
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Poeta
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En el fondo del mar hay una casa de cristal.
A una avenida de madréporas da.
Un gran pez de oro, a las cinco, me viene a saludar.
Me trae un rojo ramo de flores de coral.
Duermo en una cama un poco más azul que el mar.
Un pulpo me hace guiños a través del cristal. En el bosque verde que me circunda —din don... din dan— se balancean y cantan las sirenas de nácar verdemar.
Y sobre mi cabeza arden, en el crepúsculo, las erizadas puntas del mar.
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Poeta
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Oh mar, enorme mar, corazón fiero De ritmo desigual, corazón malo, Yo soy más blanda que ese pobre palo Que se pudre en tus ondas prisionero.
Oh mar, dame tu cólera tremenda, Yo me pasé la vida perdonando, Porque entendía, mar, yo me fui dando: "Piedad, piedad para el que más ofenda".
Vulgaridad, vulgaridad me acosa. Ah, me han comprado la ciudad y el hombre. Hazme tener tu cólera sin nombre: Ya me fatiga esta misión de rosa.
¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena, Me falta el aire y donde falta quedo, Quisiera no entender, pero no puedo: Es la vulgaridad que me envenena.
Me empobrecí porque entender abruma, Me empobrecí porque entender sofoca, ¡Bendecida la fuerza de la roca! Yo tengo el corazón como la espuma.
Mar, yo soñaba ser como tú eres, Allá en las tardes que la vida mía Bajo las horas cálidas se abría... Ah, yo soñaba ser como tú eres.
Mírame aquí, pequeña, miserable, Todo dolor me vence, todo sueño; Mar, dame, dame el inefable empeño De tornarme soberbia, inalcanzable.
Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza, ¡Aire de mar!... ¡Oh tempestad, oh enojo! Desdichada de mí, soy un abrojo, Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.
Y el alma mía es como el mar, es eso, Ah, la ciudad la pudre y equivoca Pequeña vida que dolor provoca, ¡Que pueda libertarme de su peso!
Vuele mi empeño, mi esperanza vuele... La vida mía debió ser horrible, Debió ser una arteria incontenible Y apenas es cicatriz que siempre duele.
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Poeta
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Quisiera esta tarde divina de octubre Pasear por la orilla lejana del mar;
Oue la arena de oro, y las aguas verdes, Y los cielos puros me vieran pasar.
Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera, Como una romana, para concordar
Con las grandes olas, y las rocas muertas Y las anchas playas que ciñen el mar.
Con el paso lento, y los ojos fríos Y la boca muda, dejarme llevar;
Ver cómo se rompen las olas azules Contra los granitos y no parpadear
Ver cómo las aves rapaces se comen Los peces pequeños y no despertar;
Pensar que pudieran las frágiles barcas Hundirse en las aguas y no suspirar;
Ver que se adelanta, la garganta al aire, El hombre más bello; no desear amar...
Perder la mirada, distraídamente, Perderla, y que nunca la vuelva a encontrar;
Y, figura erguida, entre cielo y playa, Sentirme el olvido perenne del mar.
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Poeta
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En la sombra debajo de tierra, donde nunca llegó la mirada, se deslizan en curso infinito silenciosas corrientes de agua. Las primeras, al fin, sorprendidas, por el hierro que rocas taladra, en inmenso penacho de espumas hervorosas y límpidas saltan. Mas las otras, en densa tiniebla, retorciéndose siempre resbalan, sin hallar la salida que buscan, a perpetuo correr condenadas.
A la mar se encaminan los ríos, y en su espejo movible de plata, van copiando los astros del cielo o los pálidos tintes del alba: ellos tienen cendales de flores, en su seno las ninfas se bañan, fecundizan los fértiles valles, y sus ondas son de agua que canta.
En la fuente de mármoles níveos, juguetona y traviesa es el agua, como niña que en regio palacio sus collares de perlas desgrana; ya cual flecha bruñida se eleva, ya en abierto abanico se alza, de diamantes salpica las hojas o se duerme cantando en voz baja.
En el mar soberano las olas los peñascos abruptos asaltan; al moverse, la tierra conmueven y en tumulto los cielos escalan. Allí es vida y es fuerza invencible, allí es reina colérica el agua, como igual con los cielos combate y con dioses y monstruos batalla.
¡Cuán distinta la negra corriente a perpetua prisión condenada, la que vive debajo de tierra do ni yertos cadáveres bajan! ¡La que nunca la luz ha sentido, la que nunca solloza ni canta, esa muda que nadie conoce, esa ciega que tienen esclava!
Como ella, de nadie sabidas, como ella, de sombras cercadas, sois vosotras también, las oscuras silenciosas corrientes de mi alma. ¿Quién jamás conoció vuestro curso? ¡Nadie a veros benévolo baja! ¡Y muy hondo, muy hondo se extienden vuestras olas cautivas que callan!
!Y si paso os abrieran, saldríais, como chorro bullente de agua, que en columna rabiosa de espuma sobre pinos y cedros se alza! Pero nunca jamás, prisioneras, sentiréis de la luz la mirada: ¡seguid siempre rodando en la sombra, silenciosas corrientes del alma!
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Poeta
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AMARSE PLANTANDO
A MAR SE En el portal del fichero descomprimido hay, un disco amoroso hoy. PLAN TAN DO Y si alguien tiene derecho al amar, un cielo, hay, homenajes, al suspirarse.
Invitando al viento, en cada dedo grácil, del sentimiento, sincero.
¡Amarse, plantando, amarse!. De La Planta A Las Palmas en la misma alma plantando.
En la orilla doméstica qué recibe flores, sin ofender las noches aladas, por la manzana bien amada, aunque las sombras, lloren y lloren, ¡Por las orillas en bruto!.
A MAR SE Cuando al rostro se acerca un ramo de mayo, en la frente qué escapó, derramando transparente, plantas lácteas calmas.
A MAR SE Inocentes a falta de palabras perdidos, en los tendederos de primavera, preocupados del torbellino, al desaparecer la nieve.
A MAR SE En los contratiempos lamentados hielos, queda la imponente guitarra, que rompe las olas al viento.
PLAN TAN DO Vagabundas las manos inquietan, las botas en la maraña de tardes, en lo profundo gentes extrañas, atado a una cadena y antorcha. PLAN TAN DO El bambolearse amarga las dudas, del tablero arruinado en huesos, en la puerta del taxi abrigado, cansada la herradura, convertida del humo, plata, dorada. ¡La planta del amor!. Plan Tan Dose Al A MAR SE Fusionando cielo y tierra, alma y cuerpo, esencia y forma. ¡Unidos!
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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HERENCIA
¡A vosotras hijas! ¡No!, pisoteéis mi sendero, porque esta hecho de piedra afilada ¡No!, busquéis mi cuerpo, porque sus trozos se quedaron de camino. ¡No!, busquéis mi alma. porque esta no tiene destino.
¡Abrid! brecha nueva. para que no os desangréis, en la lucha.
¡Y!, si os desangráis. Que vuestra sangre, corra como un río, fertilizando plantíos, con la certera esperanza del mar como destino.
Nilo
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Poeta
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OTRO MAR DESCONOCIDO
Ya llegó el sonido de la paz, y con él, murmullos que reconcilian, se escapan querubines, para mecerse entre los ocres del crepúsculo.
Lejos queda la tristeza, lejos la amargura, lejos va quedando el pasado donde un beso –furtivo del desamor- inventaba otro nuevo día; marchó el semblante de la duda, y de él la calma se hizo viva.
Dejo perdida la mirada en el ocaso del lamento, pozo negro sin final; donde la vida, tan ciega como despiadada, hizo del presente cárcel con barrotes de sueños imposibles.
Ya las olas me bañan en sutil caricia para llevarme; un nuevo mañana me espera en la profundidad, ahora cálida y azul, de otro mar desconocido.
(Jpellicer)
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Poeta
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EL CIELO QUE ME ESPERA
Es en la paz de los colores
- sacrosanto altar de los sentidos –
que la emoción, hilo de vida, se torna oración,
y el alma, nómada desconocida,
se reconcilia con la voz que siente
el soplo maravilloso
que besa las calladas nostalgias
aliviando los anhelos del adiós.
El instante donde el yo se hace eterno,
el tú mágico y uno y otro mueren
de nuevo a la indiferencia;
como aquél primer día
donde el beso y la mirada, amantes inseparables,
quisieron hablar.
Aquí, aprendiz de todo,
y sobrecogido por tanta belleza,
quiero sentir la grandeza
del azul de los poetas;
quiero seguir la estela,
guiar mi sombra,
y morir allá, donde el cielo,
sueño que grandioso me espera.
(jpellicer)
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Poeta
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ESCUCHANDO AL MAR
Deja los bosques del viejo mar. Y volverán. Espumas las calles. Burbujas los hombres. Sonrisas repartiendo los niños. ¡Corriendo, descubriendo, alegres!.
La vida sirena, es, primavera. Fogosa ternura, es, verdosa. En un plato pastel rebanada. Impalpable dulzor. Joven apetito narrador sin pereza. Sin mártires vientres. Sin promesas impacientes. Fabular enlatado relieve. Alineados cometas del sabio sillón.
Cuando el fuego reposa tiernamente. Cuando el agua mueve telares goteando. Cuando El aire duerme las hojas. Cuando El bosque matutino canta. Puliendo. Frutales. ¡Olores madera y leyendas invisibles!.
Déjalos vivir. Desenredando tinieblas hostiles. Y volverán___A la tierra. Anidando Sue Ños An Helos...Burbujas al mar escucha. N...D...O... ¡B-u-r-b-u-j-a-s...Al mar.
Burbujas, burbujas... ¡Burbujas del viejo mar repletas!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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